Lo primero que hice cuando llegué a Memphis fue buscar un lugar para alojarme y después ir a conocer la casa en la que vivió –y está enterrado- Elvis Presley. El hotel que conseguí, de la cadena Super 8, es todo lo contrario a Graceland. Sordidez contra lujo, pero al menos es barato y el
homeless que duerme en uno de los halls es amigable. Graceland es la mansión más cool del mundo y, según dicen, es el sitio turístico más visitado de los EE.UU., más que el Empire State, la Casa Blanca y Disney World. Cuando hacía la cola en la boletería vi que la entrada costaba la friolera de 32 dólares y se me ocurrió sacar, como el ancho de espadas en una partida de truco, mi credencial de periodista. ¡Alabado sea Elvis! Me dieron el ok y entré gratis.
|
Elvis graveyard |
¿Qué les puedo decir de la casa? Es increíble. El living, las salas, la cocina, todo. Algunas partes están conservadas como en los 60 y otras mantienen la redecoración que el Rey hizo en los 70. Al único lugar que no se puede subir es a su habitación, porque dicen que él era muy reservado con eso y así quieren que siga siendo. Después me di una vuelta por el museo de sus autos y motos: Rolls Royce, Mercedes Benz, Cadillacs. Todo alucinante. Terminé la visita subiendo a su avión privado –al que nombró como su hija, Lisa Marie- y a su jet para viajes más cortos. Elvis fue un músico revolucionario y un millonario excéntrico que se convirtió en un ícono del siglo XX.
|
Rum Boogie Cafe |
Por la noche fui a Beale St., la mítica calle también llamada The Home of the Blues. Aquí se escribió una parte importante de la historia del género. Desde las composiciones de W.C. Handy en la década del 20 –una estatua lo recuerda en el parque que lleva su nombre- hasta las grandes actuaciones de músicos como Albert King, B.B. King y Rufus Thomas en los 50 que fueron dándole notoriedad a esta calle. Si bien tiene una extensión de casi dos kilómetros toda la movida está condensada en apenas dos cuadras, donde hay un bar al lado de otro y los sonidos chocan entre sí. Primero entré al Rum Boogie Café. Allí tocaba James Govan & The Blues Boogie Band. El repertorio fue variadito: Hi heel snickers, (Sittin’on) The dock of the bay, Every day I have the blues y Shake rattle and roll. Si bien no sonaban mal, me parecieron demasiado armados para el turismo. Yo buscaba algo más caliente. Salí de allí y entré al juke joint de al lado, Mr. Handy Music Hall, donde Patrick Dodd Trio presentaba su último disco, Future blues. La onda era totalmente diferente. Como dice el nombre de su álbum, blues más actual y bien rockeado. Estuve un rato escuchándolos y cuando terminé mi cerveza me fui.
|
Vince Johnson & The Plantation All Stars |
La noche me llevó al parque Handy. En un pequeño escenario al aire libre tocaba sus blues más crudos y densos Sonny Mack, quien cerró su presentación con una versión áspera y sorprendente de Cold shot. Después me fui a comer un jambalaya a un barcito para darle un colchón a tanta cerveza. Encandilado por el neón, terminé la noche en el Tap Room con Vince Johnson and The Plantation All Stars. El tipo canta con voz rasposa y toca la armónica. Tiene una sección de caños muy buena y uno de los bajistas con más onda del planeta. Hicieron una versión tremenda de Hoochie Coochie man, algunas canciones soul y un par de temas de Hendrix, Hey Joe y Voodoo Chlie. Fue un show altamente inflamable.
|
Stax Museum |
El viernes me levanté después de las 9 y por eso me perdí el desayuno del motel. Con el estómago vacío me fui a Soulsville. Allí, en la esquina de McLemore Av. y College St. está Stax Records, hoy devenido en museo. Pasé la mañana leyendo y escuchando la historia de ese sello fundador del soul de Memphis, por el que pasaron artistas como Otis Redding, Rufus Thomas, Albert King, Booker T and The Mg’s, Little Milton y Sam and Dave. Es muy interesante su historia: en menos de una década pasó de la nada a todo y de todo a nada. En el museo, entre otras cosas, está el Oscar que ganó Isaac Hayes por la banda de sonido de la película Shaft. De allí me fui a almorzar a un bolichito de la avenida Madison y luego a comprar unos cd’s.
|
Sun Records |
Por la tarde recorrí las calles y pude ver como la recesión está afectando a la ciudad. Muchos comercios cerrados y una creciente marginalidad. Luego fui al lugar donde nació el rock and roll. Sun Records no es un museo. Es una visita guiada al mismísimo estudio en el que Jackie Brenston y Ike Turner grabaron Rocket 88 y en el que Elvis Presley hizo su versión de That’s all right, de Arthur “Big Boy” Cudrup. El estudio está exactamente igual que en la década del 50. Los pisos y los paneles de sonido son los originales. Es realmente impresionante escuchar allí mismo, y a todo volumen, las cintas originales que grabaron Howlin’ Wolf, Johnny Cash, Jerry Lee Lewis y Roy Orbison. Ese lugar fue el punto de confluencia entre el blues del sur y el country del centro de los Estados Unidos que derivó en lo que ya todos sabemos. Y casi todo eso se lo debemos a Sam Phillips.
|
Stunning Cunning Band |
A eso de las 18 se largó a llover y bajó mucho la temperatura. Un par de horas después encaré hacia Beale Street. Había muy poca gente en la calle y yo opté por ir a escuchar a una banda de rockabilly. Stunning Cunning Band tocaba en el Blues City. Me pedí una cerveza tirada con unas costillas de cerdo con salsa barbacoa y escuché como se despachaban con clásicos de los 50. Me parecieron muy buenos. Después me encontré con Ignacio Pozo, un asturiano que conocí en Clarksdale y que está haciendo una gira parecida a la mía y fuimos al Tap Room, pero la banda que estaba tocando no nos gustó mucho. Los Ghost Town Blues sonaban muy fuerte y no tenían variaciones. Así que al cabo de un rato decidimos irnos. La noche en Memphis había llegado a su fin.