sábado, 30 de octubre de 2010

Blues moderno: los 90

En los noventa, la aparición del cd llevó a las discográficas a editar muchos más álbumes que antes y, por ende, a los músicos a grabar más. Con la globalización, la música se internacionalizó del todo y uno de sus (buenos) efectos colaterales fue que el blues empezó a llegar a todos lados con mucha más fuerza. Los noventa (más allá de la triste coyuntura política de la época) fue la década en la que el género se consolidó. Aquí, diez discos imprescindibles de esos años.

Buddy Guy – Damn right, I’ve got the blues. En 1991, cuando este disco vio la luz, yo hacía muy poco que escuchaba blues. Me sentía atraído por esa cadencia apasionante y cada día que pasaba me hacía más preguntas acerca de su historia y sus leyendas. Con sólo una pasada de este álbum me di cuenta que nunca más podría dejar de escuchar blues. Buddy Guy está formidable, tanto en sus solos como en su registro vocal. Las canciones son excelentes –sublimes covers de Mustang Sally y Five long years- y los aportes de Eric Clapton, Jeff Beck y Mark Knopfler son invalorables.



Eric Clapton – From the cradle. Slowhand volvió al blues profundo en 1994. Dos años antes había anticipado algo en su disco Unplugged. Pero con From the cradle fue mucho más allá. Rindió homenaje a todos sus héroes: Muddy Waters, Leroy Carr, Willie Dixon, Lowell Fulson, Freddie King, Eddie Boyd, entre otros. Clapton deslumbra con unos solos majestuosos y un poderío vocal que hasta entonces no había demostrado. Hay un par de interpretaciones acústicas muy sentidas, y en alguna canción hasta arremete con el slide. Un disco óptimo para entrar al mundo del blues.



Jimmy Thackery and The Drivers – Empty arms motel. Su primer álbum solista, luego de dejar a los Nighthawks, es también el mejor disco de su carrera. Fue grabado en 1992, tiene diez canciones y apenas dos son de su autoría. El resto son versiones muy sólidas de clásicos de Hendrix (Red house), Stevie Ray Vaughan (Rude mude), B.B. King (Paying the cost to be the boss) y Lowell Fulson (Honey hush). Su interpretación del tema de Luther Johnson, Lickin’ gravy, es tan absorbente que eriza la piel.





John Campbell – Howlin’ mercy. John Campbell se fue muy rápido, cuando apenas tenía 41 años. Dejó tres discos, uno mejor que otro, pero sin dudas el distintivo es Howlin’ mercy, de 1993. Su música era oscura, enérgica e impetuosa, surgida de las entrañas de Texas. Su voz era aguardentosa y penetrante, casi tanto como la de Howlin’ Wolf, pero emanada de las entrañas de un hombre blanco. Este es un disco diez puntos, imprescindible. Lo mejor: la versión de When the levee breaks, de Led Zeppelin; Down in the hole, de Tom Waits; y Firin’ line.




James Cotton, Carey Bell, Junior Wells & Billy Branch – Harp attack!. Fue grabado en el amanecer de la década por el sello Alligator, tal vez influenciado y empujado por el éxito de Showdown!, el disco de Albert Collins, Johnny Copeland y Robert Cray de mediados de los ochenta. Aquí, la fórmula fue tan efectiva como sencilla. Los cuatro mejores armoniquistas del momento se juntaron con una sólida banda de blues (Michael Coleman, Lucky Peterson, Johnny B. Gayden y Ray “Killer” Allison) e interpretaron una docena de temas con maestría y mucho ímpetu. Una verdadera celebración del saxofón del Mississippi.



Otis Rush – Ain’t enough comin’ in. Todo lo que hizo grande a Otis está en este disco: su fineza para tocar, su técnica distintiva y su canto apasionado. Una buena combinación de canciones, que flotan entre el blues del West Side y el soul de Sam Cooke. Como Otis grabó muy pocos álbumes de estudio en toda su carrera (de hecho después de este disco, editado en 1994, apenas sacó un álbum más en 1998), Ain´t enough… tiene un valor doble. Fantástico. Para escucharlo una y otra vez.





B.B. King – Blues summit. Este disco no sé si entra en el top ten de lo mejor de B.B., pero tiene varias cosas muy interesantes: fue el primer álbum en el que el Rey del blues convocó artistas de fuste para resaltar su música. Lo mejor está en los duetos que mantuvo con John Lee Hooker, Buddy Guy y Albert Collins, otros históricos del género. Pero también intercambió solos con jóvenes promesas de por entonces, Robert Cray y Joe Louis Walter, y verdaderas divas como Ruth Brown y Koko Taylor. Luego de este álbum hubo un aluvión de discos similares de distintos artistas. Podríamos decir que inauguró una era de duetos que sigue hasta el día de hoy.



Gary Moore – Still got the blues. Ya sé que a muchos la canción que dio nombre al disco, a esta altura, ya les resulta insoportable de tanto haberla escuchado en radios FM. A mi también. Pero más allá de ese tema, este irlandés de punteos arrolladores y una forma visceral de interpretar los blues, se convirtió en un verdadero referente del género para una generación. Still got the blues irrumpió en mayo de 1990 y, al margen de su mega hit, dejó grandes momentos como los duetos que sostuvo con Albert King en Oh, pretty woman, con Albert Collins en Too tired y con George Harrison en That kind of woman.



Bill Perry - Love scars. Llegué a este disco luego de haber visto a Bill Perry en vivo, como telonero de Johnny Winter. Su performance, esa noche fría de enero de 1995 en NY, me impactó profundamente. Al día siguiente corrí a una disquería a comprar Love scars. Hoy, sigue siendo uno de mis discos de cabecera. Además de haber sido un gran guitarrista y cantante, Perry fue un excelente compositor: así lo demuestran las doce canciones que conforman Love scars.




Kenny Wayne Shepherd – Ledbetter Heights. Fuego. Eso es lo primero que me viene a la mente cuando pienso en su primer disco. En 1995, KWS era un adolescente dedicado y abocado 100 por ciento a la guitarra y el blues. Sus influencias quedaron bien patentes en cada uno de los solos y riffs de sus canciones. Un joven rubio, que tranquilamente podría haber seducido a MTV con un perfil más pop, estaba mostrando que las nuevas generaciones iban a seguir con el legado de los viejos maestros del blues.

martes, 26 de octubre de 2010

Blues moderno: los 80

En los ochenta hubo un nuevo revival blusero. Fue impulsado por la aparición rutilante de Stevie Ray Vaughan y algunos sellos discográficos independientes, como por ejemplo Alligator Records, que hicieron un laburo fantástico al grabar a artistas nuevos surgidos de las entrañas de la noche y a otros a los que el tiempo había olvidado.

Stevie Ray Vaughan & Double Trouble – Texas flood. El impacto que causó el primer disco de SRV fue monumental. Más allá de su éxito comercial y de su permanencia en el tope de los charts durante varias semanas de 1983, Texas flood le devolvió al blues el espacio que había perdido y se convirtió en una bisagra para el género. El álbum tiene diez canciones, varias compuestas por él y otras por Buddy Guy y Howlin’ Wolf, y cada uno de esos temas son un emblema del blues moderno. SRV le abrió las puertas del blues a una nueva generación.



Albert Collins, Johnny Copeland & Robert Cray – Showdown!. Ya había antecedentes de discos en los que los productores intentaron juntar a grandes talentos. Pero muy pocos tuvieron éxito. Así, pasó sin pena ni gloria el álbum de Muddy Waters, Howlin’ Wolf y Bo Diddley o el de Dr.John, Mike Bloomfield y John Hammond. Pero esta idea de Bruce Iglauer, presidente de Alligator Records, que se materializó en 1985 fue excepcional. Los tres guitarristas lo hicieron con mucha onda y sin tratar de sobresalir uno por encima del otro. Un mención aparte merece la sección rítmica, integrada por los maestros Johnny B. Gayden y Casey Jones. El resultado fue un gran disco, muy entretenido y pilas, que luego ganó un Grammy. Albert Collins está tan sensacional como en Ice Pickin' (1978), un gran disco que me quedó afuera de la selección de los setenta.


James Cotton – Live at Antone’s. En julio de 1987 James Cotton se juntó con los guitarristas Luther Tucker y Matt Murphy, y parte de la banda de Muddy Waters: Pinetop Perkins, Calvin Jones y Willie Smith. El show, grabado en el mítico bar de Austin, pese a ser en Texas, es una celebración del blues más tradicional de Chicago. Todos los músicos suenan en gran forma, muy compenetrados y pasándola bien. Es un gran homenaje a los grandes de los cincuenta y la versión de Juke es genial.





George Thorogood & The Destroyers – Bad to the bone. El muchacho malo de Delaware, con su blues duro de pequeños bares, tuvo su oportunidad de grabar para una gran discográfica –Capìtol- en 1982. El resultado fue Bad to the bone. El tema que dio nombre al disco es un blues rabioso y festivo, que se coló entre los oyentes de otros tipos de música. Thorogood se hizo relativamente conocido por esa canción, pero el resto del disco no era de relleno. Hay versiones muy buenas de temas de Dylan, Jimmy Reed, John Lee Hooker, Albert King y Chuck Berry.



Stevie Ray Vaughan & Double Trouble – Couldn’t stand the weather. SRV realmente fue revolucionario, una especie de Che Guevara blusero, que murió en su ley, muy joven, cuando todavía tenía mucho para dar. Pero así también se construyen los mitos y las leyendas. Y eso es lo que es SRV hoy. Hace muchos años vi por MTV el video del tema Couldn’t stand the weather y me volvió loco. ¡Lo grosso que fue después escuchar por primera vez el disco! Cuando salió, en 1984, algunos lo consideraron una decepción, en relación a Texas flood. Pero yo creo que es la continuación perfecta y con el tiempo se volvió un clásico.



Magic Slim & The Teardrops – Raw Magic. Este fue el cuarto o quinto cd que compré en mi vida. Cuando pagué los 18 pesos que costó, la única referencia de Magic Slim que tenía era la que veía en la portada del disco. Al escucharlo cantar la primera estrofa de You can’t lose what you ain’t never had comprendí de qué se trataba. Era el sonido del whisky opacando el recuerdo de la dura realidad. Era blues en estado puro, con el corazón quemado de tanto arder de dolor. El disco –editado en 1983 por Alligátor- es también excelente: hay muy grandes versiones de Gravel road, Mustang Sally y Mama talk to your daughter.


Clarence “Gatemouth” Brown – Standing my ground. No es casual que este álbum haya sido grabado y producido por Alligator Records (en 1989). El sello editó muchos de los mejores discos de la década. Aquí, “Gatemouth” se despacha con un combo de blues, jazz, country y zydeko en el que despliega sus dotes como instrumentista: toca la guitarra, el violín, el piano y la batería. Un trabajo muy interesante y diferente a los demás discos de esta lista. La versión de Got my mojo working es muy funky y distinta a la que interpretan las bandas de blues chicago style.




Sunnyland Slim – Be careful how you vote. Sunnyland Slim fue uno de los pioneros del blues de Chicago. Este disco del sello Earwig, que recopila temas grabados entre 1981 y 1983, cuenta con la participación de varios guitarristas excelentes como Magic Slim, Lurrie Bell, Eddie Taylor y Hubert Sumlin. De todas maneras, lo mejor es la forma visceral de tocar y cantar de Sunnyland Slim, un verdadero “puntero” del blues.





Anson Funderburgh & Sam Myers - My love is here to stay. En agosto de 1984 el sello Black Top juntó en un estudio a una joven promesa de la guitarra texana, Funderburgh, y a un veterano de la armónica, Myers. Y el resultado fue una dupla exquisita, capaz de sacarle brillo al shuffle. Siguiendo la receta de los Thunderbirds, y aprovechando que ellos se estaban volviendo muy comerciales, Funderbergh y Myers se convirtieron en the real deal y tocaron juntos durante casi dos décadas.




Robben Ford – Mama talk to your daughter. Es probable que su mejor disco solista sea Mystic mile o Handful of blues, pero Mama talk to your daughter tiene algo tan increíble como cautivante. Se trata de un blues sofisticado, armónico, con solos muy profundos, que se funden a la perfección con la voz estelar de Ford. El disco, lanzado por Warner en 1988, es realmente definitivo para la época. Por entonces, Ford no era ningún improvisado: ya había tocado con Miles Davis, Joni Mitchell, Jimmy Whiterspoon, Charlie Musselwhite y liderado su banda familiar, The Charles Ford Blues Band.

sábado, 23 de octubre de 2010

Blues moderno: los 70

El boom del revival blusero sesentoso perdió un poco de fuerza en los setenta, una década que se caracterizó por la fusión de sonidos y géneros y por una importante expansión comercial. Así, el blues-rock, el funky y el jazz se fueron mezclando y combinando, lo que dio como resultado discos y bandas muy interesantes. Pero el blues siguió su camino, tal vez de manera menos estridente que antes pero con picos altísimos de interpretación y composición. Así, aparecieron nuevos músicos y otros pudieron mantenerse y seguir en la ruta. Aquí diez discos muy representativos de la época.

Otis Rush – Right place, wrong time. Otis Rush no tuvo suerte con las discográficas y por eso grabó mucho menos de lo que hubiera debido. De todos modos, hay algunos discos suyos que son magistrales y éste es uno. Otis es un tipo que flexibiliza las estructuras, los ritmos y los riffs y un ejemplo de eso son sus versiones de Tore up, Three times a fool y Natural ball. Otro tema impecable y conmovedor del álbum es el cover del clásico de Tony Joe White, Rainy night in Georgia. Right place, wrong time fue grabado en 1971 pero recién vio la luz en 1976.




Freddie King – Texas Cannonball. No sé si éste sea el mejor disco de Freddie King, pero ciertamente es muy bueno y aquellos que estén empezando a escuchar blues lo van a saber valorar. Primero porque es un poquito más rockeado (hay covers de Bill Withers, Creedence, Isaac Hayes, Leon Russell, Howlin’ Wolf y Elmore James) y segundo porque está en línea con sus otros discos para el sello Shelter, que combinaron el blues de Chicago con el de Texas y una pizca de soul. Texas Cannoball se grabó entre el 2 y el 27 de febrero de 1972 y la guitarra y la voz de King suenan maravillosas.




Roy Buchanan – Second album. Este fue el primer disco que escuché de Roy Buchanan. Recuerdo todavía hoy, con mucha claridad, la sensación extraordinaria que me causó. Quedé como en trance tratando de entender como alguien era capaz de sacarle esos sonidos a una guitarra. Luego me enteré de su trágica muerte y con el tiempo recopilé casi toda su discografía. Second album fue grabado en 1974 para el sello Polydor. Les aseguro que no van a encontrar un guitarrista como él en ningún lado.





Hound Dog Taylor & The Houserockers - Hound Dog Taylor & The Houserockers. El primer disco de este maestro del slide es un buen lugar para empezar a escuchar su música. Fue grabado en 1971 y editado poco después por el sello Alligator. Su estilo es crudo, salvaje y feroz. Taylor logró armar un súper trío a su medida: Brewer Phillips y Ted Harvey fueron el combustible de su potencia arrolladora. Un disco clave para conocer la genuine houserocking music.





Rory Gallagher - Irish Tour. Y entonces apareció este irlandés, un verdadero virtuoso de las seis cuerdas que supo combinar el blues, el rock y ritmos folclóricos de su tierra. En 1974, Gallagher emprendió una gira por las dos Irlandas, algo poco frecuente por entonces. Estas grabaciones corresponden a los shows que dio en Belfast, Dublín y Cork. La mayoría de los temas que interpreta son de su autoría, aunque hay covers de Muddy Waters (I wonder who), Tony Joe White (As the crow flows) y J.B. Hutto (Too much alcohol). ¡Imprescindible!




Luther Allison – Love me papa. Si bien nació en Arkansas y vivió mucho tiempo en París, Luther Allison es otro músico de las entrañas del West Side de Chicago. En los setenta editó varios discos: unos excelentes y otros muy malos. Love me papa está entre los primeros. Fue grabado para el sello francés Black and Blue en 1977 y hay algunos solos que son impresionantes. Los temas son casi todos clásicos: Blues with a feeling, Key to the highway y Standing at the crossroads, entre otros.





B.B. King – Live at Cook County Jail. Este disco, de 1971, me gusta más que Live at The Regal, aunque el otro esté considerado como su mejor álbum de la historia. Una de las razones por las que me encanta Live at Cook County Jail es por el rol que juega la audiencia: son todos presos a los que se escucha felices de estar viendo al Rey del Blues. Además, la versión de The thrill is gone es de antología, ¡cómo toca por favor! Y por último el sonido -un poquito- más rockeado que le imprime a grandes temas como Everyday I have the blues y How blue can you get?




Johnny Winter – Nothin’ but the blues. Ya lo dice el título: luego de varios años en los que se balanceó entre el rock and roll y la heroína, el albino comenzó una relación musical nada más y nada menos que con Muddy Waters. Además de tocar y producir sus discos de fines de los setenta (y comienzos de los ochenta) invitó al padre del blues de Chicago a participar de su regreso a la música de su alma. Además de Muddy Waters tocan junto a él James Cotton, Bob Margolin, Willy “Big Eyes” Smith y Pinetop Perkins.




Buddy Guy & Junior Wells – Play the blues. Este álbum tuvo muchos problemas desde el comienzo: hubo cuatro productores y un parate por cuestiones financieras del sello Atlantic que casi lo congela. Eso generó que se tuviera que grabar en dos sesiones con dos años de diferencia. En la primera sesión, en 1970, participaron A.C. Reed, Dr. John y Eric Clapton, quien estaba en la cumbre de su carrera con su mega hit Layla. El disco lo completaron en 1972 junto a la J. Geils Band y sin la participación de Junior Wells. Pese a todo eso es un álbum formidable con grandes versiones de A man of many words, T-Bone shuffle y Messin’ with the kid.



The Fabulous Thunderbirds - The Fabulous Thunderbirds. Más allá del error de impresión de la tapa, la foto de Jimmie Vaughan figura con el nombre de Keith Ferguson y viceversa, el disco debut de la banda –editado por el sello Chrysalis Records en 1979- es una joya del blues y el shuffle texano, que le enseñó el camino a cientos de bandas de esa región que surgieron después.

jueves, 21 de octubre de 2010

Blues moderno: los 60

En los sesenta el blues cobró nuevas dimensiones. Uno de los factores fue que los músicos que habían brillado en la década anterior comenzaron a ser escuchados por jóvenes ingleses. Ellos escribieron su propia historia en Londres y sus alrededores. Surgieron músicos tan buenos que pronto llegaron con su sonido a los Estados Unidos y les abrieron las puertas a los muchachos blancos de ese país. El hippismo, los movimientos sociales, los grandes festivales y el revival de viejos músicos del Delta también contribuyeron para que el blues se universalizara. Aquí, los diez discos más importantes de esa década.

Muddy Waters – At Newport 1960. El 3 de julio de 1960 Muddy Waters y su banda se presentaron en vivo en uno de los festivales de jazz más importantes del mundo y ante un público acostumbrado a otro tipo de música. La actuación fue tan soberbia que el disco se convirtió en una pieza fundamental de la historia del blues. Las versiones de Got my mojo working y Hoochie Coochie man son explosiovas.






B.B. King – Live at The Regal. Para cuando se presentó en vivo en el Regal en noviembre de 1964, King no era ningún desconocido. Ya llevaba la corona del blues y había grabado muchísimo. Pero la magia de B.B. se potenciaba más arriba de un escenario que en un estudio, principalmente por sus dotes de showman. Este disco está entre los mejores de su discografía. Infaltable en cualquier colección.







Magic Sam – West Side Soul. Lo que le pasó a Magic Sam es una de las grandes tragedias del blues. Murió a los 32 años como consecuencia de un infarto. El, Buddy Guy y Otis Rush definieron el sonido del west side de Chicago. En su corta carrera, Magic Sam apenas editó dos discos, el primero fue West Side Soul, grabado en 1967. Se trata de una verdadera joya que superó el paso del tiempo. Siempre suena actual.






Albert King – King of the blues guitar. Estas grabaciones para el sello Atlantic corresponden al período comprendido entre marzo de 1966 y marzo de 1968. Este es el primer disco que escuché de Albert King y me pareció fascinante. Es cierto que tiene muchos álbumes excelentes más, pero esta colección tiene sus singles más codiciados: Born Ander a bad sign, Oh pretty woman, Crosscut saw, Overall junction y As the years go passing by. Imperdible.






John Mayall & the Bluesbreakers - Bluesbreakers with Eric Clapton. Este es, casi sin discusión, el disco de blues inglés más importante de la historia. Clapton se sumó a John Mayall luego de haber dejado a los Yarbirds y poco antes de sumarse a Cream. Ese pequeño salto en su carrera musical convirtió a Clapton en Dios y a John Mayall en un prócer. Este álbum fue grabado en 1966 y tiene temas exquisitos como All your love, Hideaway, Steppin' out y Rambling on my mind.




Johnny Winter – Johnny Winter. Su álbum debut de 1969 es una reliquia por donde se lo mire. Sin dudas fue su disco más blusero en años, hasta que se juntó con Muddy Waters a fines de los setenta. La banda es un trío tremendo con Winter al frente, Tommy Shannon en bajo y “Uncle” John Turner en batería, pero también hay un par de invitados de lujo que le dan un toque Chicago al blues de raíz texana de Winter: Willie Dixon y Walter Horton. Editado por el sello Columbia, este LP tiene uno de los mejores blues que el albino haya interpretado jamás: Be careful with a fool.




Buddy Guy - I Left My Blues In San Francisco. Buddy Guy fue otro de los músicos que surgió de las “inferiores” de Chess Records y en los sesenta explotó. Sin dudas con el tiempo se convirtió en uno de los máximos referentes del género y hoy es el número uno indiscutido. Este disco fue uno de sus primeros pasos como solista y es de los mejores de su carrera. Fue grabado en 1965 y editado dos años después.






J.B. Lenoir – Vietnam blues / The Complete L&R recordings. J.B. fue, sin dudas, uno de los más grandes compositores e intérpretes de la historia del blues, pero murió joven y no tuvo la prensa que sí tuvieron otros de sus contemporáneos. Vietnam blues es una obra de arte muy innovadora en la que Lenoir adaptó sus blues a lo que él denominaba african hunch. El álbum incluye temas excelentes como Alabama blues, Mojo boogie, I feel so good y Talk to your daughter, todos grabados entre 1965 y 1966.





The Paul Butterfield Blues Band - The Paul Butterfield Blues Band. El primer disco de la primera banda de blues blanco estadounidense es una aplanadora. Fue grabado para el sello Elektra en 1965 y es un soberbio compendio de puro blues de Chicago, en donde se destacan las guitarras de Mike Bloomfield y Elvin Bishop. Este disco tiene un vínculo directo con la historia del rock: sus músicos participaron del álbum Highway 61 Revisted y acompañaron a Bob Dylan el día que electrificó su sonido en el festival de Newport.




Fleetwood Mac – Fleetwood Mac. Se trata del álbum debut de una banda que a lo largo del tiempo tuvo varios cambios en su formación y en su música. Aquí tenemos a Peter Green y a Jeremy Spencer en su pico máximo de expresión blusera. Si Mayall y Clapton abrieron el camino del blues inglés, Fleetwood Mac le terminó de dar forma. Un set de canciones maravilloso y profundo que fue grabado entre noviembre y diciembre de 1967.

martes, 19 de octubre de 2010

Blues moderno: los 50

Esta selección de discos apunta a orientar a aquellos que recién están entrando al mundo del blues. Todos estos álbumes tienen algo en común: definieron el sonido del blues moderno (de preguerra). Aquí están los que, a mi criterio, son los discos más representativos década por década desde los años cincuenta, cuando el sonido eléctrico le dio un nuevo sentido y universo a esta música del alma.

Muddy Waters – Trouble no more (Singles 1955 – 1959). Muddy Waters es el padre del blues moderno así que el primer disco de esta serie tenía que ser suyo. Aquí 12 temas (clásicos, por supuesto) grabados para el sello Chess junto a los mejores músicos del blues de Chicago de entonces, todas leyendas hoy: Little Walter, James Cotton, Otis Spann, Jimmy Rogers, Walter Horton y Willie Dixon.








Howlin’ Wolf – Moanin' in the moonlight. En los cincuenta Wolf fue la competencia de Muddy dentro del sello Chess y en todo Chicago. Su estilo crudo y descarnado le abrió las puertas de las almas a la deriva. Sus canciones y su forma de cantarlas son de lo mejor de la música contemporánea. También grabadas para la compañía de Leonard Chess, los 12 temas definen el sonido de una época.





T-Bone Walker – T-Bone blues. La historia cuenta que T-Bone fue el primero en tocar blues con una guitarra eléctrica. Su blues es de los más finos y sutiles jamás grabado. T-Bone era dueño de una técnica exquisita. Este álbum es la suma de dos sesiones magníficas para el sello Atlantic: Chicago 1955 (junto a Junior Wells y Jimmy Rogers) y Los Angeles 1956-57 (memorables duelos de guitarra con Barney Kessel).







Sonny Boy Williamson – Down and out blues. Pregunten a diez músicos de blues quiénes son los dos mejores armoniquistas de la historia. Los diez van a responder que uno fue Sonny Boy (Rice Miller). Si bien se apropió del nombre artístico que otro armoniquista había utilizado años antes, en cuanto a lo musical el tío fue revolucionario. Este, casi con seguridad fue su mejor disco. Lo grabó en 1959 también para el sello Chess.





Elmore James & John Brim – Whose Muddy shoes. Hasta ahora venimos hablando de tipos que hicieron escuela, que definieron al género y que dejaron su sello imborrable. Elmore James, gran maestro del slide, no desentona: aquí una docena de canciones grabadas para Chess en 1953 y 1960. En algunos el que lleva la voz cantante es John Brim, creador del clásico Ice cream man.







Little Walter – The Best of Little Walter. El otro armoniquista que le mencionarían los músicos consultados sin dudas sería éste. Little Walter vivió a los tumbos y murió joven. No llegó a grabar mucho como solista, pero sí lo hizo para los demás músicos (de hecho tocó en varios de los discos ya mencionados). Si bien esta colección tiene el nombre de “The Best of”, no es una rejunte más de canciones. Es un gran compilado que refleja la pasión de este artista por el blues. Fue editado por el sello Chess. (Escuchen también el Vol. 2).




John Lee Hooker – On Vee Jay 1955 / 1958. Mientras que en Chicago el blues brotaba de cada rincón de la ciudad, en Detroit la cosa era muy diferente. Allí sólo un músico se destacó por encima del resto. John Lee Hooker conjugó su sonido primitivo con un groove hipnótico y moderno. Si bien su música siguió vigente hasta su muerte en 2001, en los cincuenta, y para el sello Vee Jay, grabó junto a músicos como Eddie Taylor y Jimmy Reed, parte de lo mejor de su extensa discografía.





Big Mama Thorton – Hound dog / The Peacock recordings. A Big Mama se la recordará siempre por su hit Hound dog, de 1952, tema que un par de años más tarde Elvis Presley haría mucho más popular. Al margen de eso, Big Mama fue una excelente y poderosa cantante. Sus grabaciones para el sello Peacock del 52 al 57 así lo demuestran.






Pee Wee Crayton - Complete Aladdin & Imperial recordings. Pee Wee Crayton fue un discípulo de T-Bone Walker que logró hacer su propio camino y se convirtió en uno de los guitarristas más representativos del blues de Texas. Aquí sus grabaciones del 51 en Los Angeles para el sello Aladdin y las de 1954-55 en Nueva Orleans para Imperial Records.








Earl Hooker – Simply the Best. Otro “grandes éxitos” excelente que es un crossover para esta lista por décadas. Muchos temas son de mediados de los cincuenta pero también hay una buena cantidad que fueron grabados en los sesenta. Earl Hooker era el primo de John Lee Hooker y fue alumno de Robert Nighthawk. Con todo ese background estaba predestinado a ser un grande. Esta colección lo confirma. No se priven de escuchar a uno de los más extraordinarios violeros de la historia.