martes, 30 de mayo de 2017

Soy leyenda


The Allman Brothers fue la banda de rock más importante y trascendental que diera los Estados Unidos a fines de los sesenta. Los hermanos Duane y Gregg Allman recolectaron todos los sonidos que tenían a su alrededor -blues, rock and roll, soul, jazz y country- y crearon un nuevo género musical, el southern rock, con verdaderos himnos que marcaron a toda una generación. La temprana muerte de Duane, en 1971, no terminó con el grupo sino que lo reconvirtió. Con el correr de los años, atravesaron distintos momentos, algunos para nada buenos, pero con el nuevo milenio lograron posicionarse como una banda de culto y nunca más se bajaron de ese pedestal. La muerte de Gregg Allman, uno de los mejores y más expresivos cantantes contemporáneos, resulta una pérdida irreparable para la música.

Aquí sugiero cinco formas distintas de abordar su música y su tremenda historia:

1) Allman Brothers en vivo

At Fillmore East (1971).
"En todo este tiempo jamás escuché nada igual al tipo de música que ellos tocan (...) son los mejores de todos: los Allman Brothers". Así los presentó Bill Graham en el último show que dieron en el Fillmore East, en junio de 1971, como parte de las tres noches de despedida del mítico palacio del rock de Manhattan. Pocos meses antes, en marzo, habían realizado dos shows que fueron grabados y luego editados en el que, tal vez, sea el mejor disco en vivo de la historia del rock: At Fillmore East. La banda estaba en su plenitud creativa e interpretativa, con un Duane Allman inspiradísimo y con Gregg en notable forma. La energía que volcaron en escena fue sorprendente y las canciones que tocaron representan lo mejor y más clásico de su repertorio. Por momentos hay largos solos con una impronta jazzera, que alternan entre Duane y Dickey Betts, mucho feeling blusero y la gran voz de Gregg redondeando una presentación superlativa. Si bien es el mejor disco de todos, hay muchos otros más en vivo de la banda -claro que ya sin Duane- que también aportan diferentes matices y una escucha placentera, como por ejemplo: Wipe the windows, check the oil, dollar gas (editado en 1976 cuando el grupo se había separado); An Evening with the Allman Brothers Band I y II (grabados en 1992 y 1994, respectivamente); One way out: Live at the Beacon Theatre (lanzado en 2004); así como decenas de álbumes piratas más, algunos de los cuales luego fueron editados oficialmente. El último show lo dieron precisamente en el Beacon el 28 de octubre de 2014, el mismo teatro que los vio en los últimos años consolidarse como la mejor banda en vivo. Podían tocar la misma canción una y otra vez pero nunca iba a sonar igual. Cada interpretación tenía su propio pulso y distintos matices fruto de la improvisación de los solos. Es por eso que la experiencia sonora de los Allman Brothes en directo es inigualable.

2) Allman Brothers en estudio

Hittin' the note (2003).
El primer LP lo grabaron en 1969 y el último en 2003. Un período de 34 años muy rico, pero que también tuvo sus bemoles. La formación original, con Duane en guitarra, editó dos discos: el homónimo de 1969 e Idlewild South de 1970, obras fundamentales que definieron el sonido de la banda y del rock sureño en general. El tercer álbum de estudio, Eat a peach, otra obra maestra, fue completado tras la muerte de Duane pero por suerte todavía aparece en algunos temas. En el 73, tras la muerte del bajista Berry Oakley, ya con nuevos miembros en la banda como Chuck Leavell y Lamar Williams, y una participación más protagónica de Dickey Betts, los Allman se consolidaron con el excelente Brothers and sisters, que incluyó éxitos como Ramblin' man, Jessica y Southbound. Tras ese súper éxito, a mediados de los setenta, el grupo colisionó por el abuso de drogas y el duelo de egos. A eso se sumó que Gregg quedó contra la espada y la pared y tuvo que declarar como testigo en un juicio por drogas contra un empleado de la banda y el resto de los músicos no se lo perdonó. Fue el primer final de los Allman Brothers. Por suerte -para la música en general- Gregg superó sus adicciones, reencaminó su vida personal y la banda volvió al ruedo en 1978. Un año después editaron el poderosísimo Enlightened rogues, producido por el tipo que mejor los entendió siempre: Tom Dowd. Era el regreso esperado, pero los nuevos tiempos, con el auge de la música disco, la vorágine y la quiebra de Capricorn Records, llevó a los Allman a un proceso reconversión. La década del ochenta pasó sin pena ni gloria, con dos discos apenas discretos editados por Arista Records. Pero en 1989, PolyGram reeditó todo el catálogo de Capricron y la banda volvió al ruedo, ahora con Warren Haynes en guitarra junto a Dickey Betts. Fruto de esta nueva formación nacieron dos discos excelentes, Seven turns (1990) y Shades of two worlds (1991), y un tercero bastante bueno, Where it all begins (1994). El comienzo del nuevo milenio encontró a los Allman sufriendo otro cimbronazo, la muerte del bajista Allen Woody, a lo que se le sumó el alejamiento de Dickey Betts. Pero cuando muchos pensaban que ya no habría más Allman Brothers, como el Ave Fénix, resurgieron con Warren Haynes y el tremendo Dereck Trucks en guitarras, Oteil Burbridge en bajo, los bateristas de siempre Butch Trucks y Jaimoe, más Mark Quinones en percusión ,y con la soltura y la magia de su cantante, tecladista y compositor, el gran Gregg Allman. Habría un disco más, probablemente uno de los mejores de la historia del grupo, el infaltable en toda colección, Hittin' the note (2003).

3) Gregg Allman solista

Playin' up a storm (1977).
La carrera solista de Gregg Allman tuvo, como la de la banda, sus buenos y malos momentos. Empezó en paralelo con el lanzamiento de Brothers and sisters, con el dolor a cuestas por las muertes de su hermano y de Oakley. Su primer álbum, Laid back (1973), estaba orientado a una fusión de southern soul, gospel y blues, que al año siguiente tuvo su correlato en vivo con la edición de The Gregg Allman Tour. Curiosamente, en su época más agitada, mediados de los setenta, lanzó un disco extraordinario, Playin' up a storm, en el que logró combinar un sonido con ribetes pop, rock y blues, con Dr. John y Bill Payne como invitados. Pasaron casi diez años y en 1986, época errática de los Allman Brothers, Gregg lanzó I'm no angel, otro álbum exquisito que lo reubicó en el lugar que le correspondía. El éxito de ese trabajo lo llevó, casi por inercia, a sacar un nuevo disco al año siguiente: Just before the bullets fly. En los noventa, la actividad con la banda fue importante y en solitario editó apenas el correcto Searching for simplicity, con el que preanunció un retorno al blues, algo que concretó varios años más tarde con Low down country blues, un disco casi enteramente dedicado al género que produjo T-Bone Burnett. Una verdadera joya que no tiene desperdicio alguno. Y ahora, lamentablemente, también podemos señalar el último: su regreso a Macon, Georgia, de 2015, un álbum en vivo en el que el gran maestro desplegó todo su repertorio más clásico con una interpretación vocal majestuosa

4) Vida personal

Gregg Allman y Cher.
Los setenta, fueron años muy turbulentos para Gregg Allman. En plena separación de los Allman Brothers el músico saltó a la tapa de los tabloides por su matrimonio con la cantante Cher. Fue una pareja extraña para la gente común, pero no para los parámetros de Hollywood. Se conocieron en 1975, apenas meses después de que ella se separara de Sonny Bono. Fue un matrimonio corto y tumultuoso. Se divorciaron. Se volvieron a juntar. Gregg estaba muy enganchado con el alcohol y la heroína y la pareja se desmoronó una y otra vez. En ese breve período, grabaron un disco juntos, Allman & Woman, que la crítica destrozó, y tuvieron un hijo, Elijah Blue. Antes y después de Cher, su vida sentimental se caracterizó por la fragilidad de sus relaciones. Además del hijo que tuvo con ella, tuvo otros cuatro con cuatro mujeres distintas. Uno de ellos, Devon, nacido en 1972, es un excelente guitarrista y cantante con una trayectoria que incluye las bandas Honeytribe, Royal Southern Brotherhood y una selecta discografía solista.

5) Bonus

El personaje que encarnó en Rush.
La música de los Allman Brothers, especialmente temas como Midnight rider y Whipping post aparecieron en decenas de bandas de sonido. Pero una vez Gregg mostró sus dotes actorales. Fue en la película Rush (traducida como Hasta el Límite). El film, cuyo soundtrack fue compuesto por Eric Clapton, contó con las actuaciones de Jason Patric, Jennifer Jason Leigh y Sam Elliott. Era un policial bastante negro en el que una pareja de policías (Patric y Jason Leigh) se infiltra en una banda narco comandada por Gaines, el personaje que interpretó Allman. La directora Lili Fini Zanuck contó en su momento que eligió al cantante para ese personaje "porque quería que su historia se refleje en su rostro".




Crónica del show que dieron en el Beacon Theatre de NY el 26 de marzo de 2011.

martes, 23 de mayo de 2017

Tuvimos tanto blues


Tal vez sea la reunión blusera del año. Pero, paradójicamente, es probable que el disco no deje conforme a los bluseros. TajMo está alejado de ese blues crudo, rasposo, que vibra al calor del juke joint y es demasiado prolijo. Hay una sobreabundancia de producción como en los últimos discos de Buddy Guy. La pregunta que surge entonces: ¿Eso es malo?

Taj Mahal y Keb' Mo' son, sin dudas, dos de los artistas más importantes y representativos del género por estos días. Aunque son de generaciones distintas, ambos están amparados por una extensa trayectoria y gran talento. Esta reunión, más allá de ser prometedora desde lo musical, viene con toda la parafernalia de la industria discográfica. Por un lado está bueno porque le da visibilidad al blues, lo expone a una audiencia más amplia, algo que siempre intentamos rescatar. Pero por el otro abusa de recursos que lo alejan del género y lo desnaturaliza.

¿TajMo es un disco de blues? Sí, lo es, pese a que muchas de las canciones no lo son. El álbum está pensado para ganar premios, para que los artistas se exhiban en los programas más vistos de la tevé estadounidense y para que suenen en todas las radios. No por nada uno de los covers es Waiting on the world to change, que lleva la firma de John Mayer. La versión que hace el dúo es muy buena, con mucho feeling, y un exqusito aporte en coros de Bonnie Raitt, pero que seguramente va a fastidiar a más de uno. El otro cover es Squeeze box, de The Who, que aquí lo transforman en un zydeco festivo que no honra a la versión original.

Entre lo mejor del disco está el primer tema, Don't leave me here, una oda al Delta del Mississippi con ritmo funky, buenos caños, la armónica serpenteante de Billy Branch y solos de viola cortos pero efectivos. She knows how to rock me es la canción más acorde a la historia de los protagonistas, tiene algo del Fishing blues de Taj Mahal o el Tell everybody I know del disco debut de Keb' Mo'. Shake me in your arms sobresale por sus armonías vocales y los solos de guitarra de Joe Walsh. Diving duck blues, de Sleepy John Estes, es el tema más tradicional de todos: Taj Mahal toca la guitarra acústica y Keb' Mo' una resonadora mientras se reparten las estrofas. Por último podríamos agregar aquí la souleada That's who I am, en la que se destaca un exquisito slide y solos de mandolina de Colin Linden.

En el otro extremo del álbum está Om sweet om, un R&B tan tierno que, si no fuera por una cuestión temporal, podría ser uno de los temas más escuchados de FM Horizonte. Ni la armónica melodiosa de Lee Oskar lo salva. All around the world es una canción alegre que podría funcionar bien en Playing for change, por ejemplo, pero aquí choca contra los mejores blues que interpretan. En el extremo inferior de las consideraciones, por no decir el peor de los temas, está Soul, con ribetes de pop africano, percusión de música ligera y cierto toque cubano que no sería tan malo si tuviera alguna reminiscencia de Buena Vista Social Club... pero no, no la tiene.

En definitiva, se pueden rescatar algunas canciones pero el disco está lejos de los grandes trabajos de Taj Mahal -Taj Mahal (1968), The Natch'l blues (1969), o el más reciente Señor blues (1997)- y del gran debut discográfico de Keb' Mo' de 1994. Seguramente se venderá bien, ganará algún premio y dentro de un año, cuando pierda su status de novedad, se acumulará en la pila de discos olvidables.


viernes, 12 de mayo de 2017

Haciendo historia


Se llamó Paul Butterfield Blues Band. Pero bien pudo haberse llamado Bloomfield Butterfield Blues Band o Mike Bloomfield Blues Band. Ambos generaban una energía especial arriba del escenario y en el estudio. Los dos primeros discos de la banda, en los que estuvieron juntos, son una prueba de ello. Ya en el tercero, The Resurrection of Pigboy Crabshaw, sin el guitarrista y la sección rítmica original, el grupo empezó a perder el rumbo. Entre los cambios en la formación, malas decisiones artísticas y peores resultados comerciales la banda terminó disolviéndose. Bloomfield y Butterfield siguieron caminos paralelos, trazados con la misma pluma. Desde entonces, sus carreras musicales fueron tan erráticas como sus vidas. Atravesaron períodos de desconcierto y de drogas y alcohol en exceso. Se perdieron y no pudieron volver. Bloomfield murió el 15 de febrero de 1981 y Butterfield el 4 de mayo de 1987. Tenían 37 y 45 años. La causa de muerte en ambos casos: sobredosis.

Con ellos, la banda tuvo su momento de esplendor, un período muy corto, entre 1965 y 1966, hasta que Bloomfield se fue para formar Electric Flag, grupo con el que debutó en el Monterey Pop Festival. En ese lapso de dos años, la Paul Butterfield Blues Band editó el disco homónimo y el mítico East-West, dos obras fundamentales que definieron el sonido del denominado blues blanco. En esos álbumes se percibe un estilo cultivado en Chicago -apuntalado por la sección rítmica de Howlin Wolf: Jerome Arnold y Sam Lay-, en el primero, y con muchos más retazos jazzeros y cierto despunte psicodélico en el segundo, ya con Billy Davenport en batería. La formación la completaban Elvin Bishop en segunda guitarra y Mark Naftalin en teclados.

Algunos dirán que era una banda rock. Sí, pero tocaban un blues tan profundo e intenso que clasificarlos en otro género para desacreditarlos o menospreciarlos resulta insignificante. Fueron pioneros, transformadores y muy respetuosos de sus maestros.

Hay un tercer disco muy bueno del grupo con Butterfield y Bloomfield juntos. The Original Lost Elektra Sessions corresponde a grabaciones de 1964, previas al primer disco, pero recién fue editado 30 años después. Uno de esos hallazgos que nunca dejan de sorprendernos. También quedaron registrados en el álbum East-West Live, tres versiones distintas del mismo tema tocado en vivo. Y eso era prácticamente todo entre Bloomfield y Butterfield... hasta ahora.

Got a mind to give up living - Live 1966 era un pirata difícil de conseguir hasta que fue editado hace poco por Elektra Records y salió de la clandestinidad. El álbum, que captura al grupo en el auge de la simbiosis entre el guitarrista y el armoniquista, fue grabado en el Unicorn Coffee House de Boston en algún momento del mes de mayo de ese año -aunque nadie recuerda qué día exactamente-, poco antes de entrar al estudio para las sesiones de East-West. Hay una crudeza conmovedora en todo el álbum, que por momentos da paso a una incipiente psicodelia. Son, en su mayoría, temas del primer disco -Born in Chicago, Got my mojo working, Look over yonders wall- y otros que estaban preparando para el segundo, tocados con despecho y mucho ácido lisérgico. En la canción East-West, Bloomfield y Naftalin entran en otra dimensión, transmutan, con solos serpenteantes y estroboscópicos, mientras Butterfield parece intentar delimitarles el terreno de la improvisación con una recia armónica blusera.

Todo el disco está atravesado por esa resonancia sesentosa. Como una metáfora de la época y del "Este-Oeste", mientras ellos tocaban su blues crudo y visceral en Boston, en la otra costa costa, en la ciudad de Los Ángeles, Brian Wilson y los Beach Boys grababan Pet Sounds, uno de los LP´s revolucionarios de esa década. En buena medida, el rock estadounidense comenzaba a revalorizarse tras el éxito de las invasiones inglesas.

Bloomfield tuvo grandes hitos musicales. Highwat 61 Revisted de Bob Dylan fue sin dudas el más importante de ellos. Pero también dejó sus grabaciones con Electric Flag, Sleepy John Estes y Yank Rachel, Stephen Stills y Al Kooper, y Nick Gravenites. Paul Butterfield grabó con John Mayall y dos discos con Muddy Waters, más allá de seguir intentando como solista. Pero esos dos años juntos fueron trascendentales para el futuro del rock. Los pibitos blancos de Chicago abrían la puertas de la percepción del rock.



viernes, 5 de mayo de 2017

Blues bonaerense

Mr.Lucky - Turnaround. Para Charly Vita los temas que interpreta con Mr. Lucky son versiones y no covers. "El cover es cuando uno toca una canción calcada de la original, la versión es cuando le pones tu propia impronta respetando los parámetros originales de la composición". Mr. Lucky es una banda de zona oeste, con epicentro en Ramos Mejía, que lleva casi 20 años en escena, aunque en todo ese tiempo sufrió varios cambios en su formación. El guitarrista Charly Vita es el fundador -y miembro más antiguo- y nombró así al grupo por su admiración hacia John Lee Hooker. Turnaround, segundo disco de la banda, fue editado a fines del año pasado y cuenta con una selección de nueve versiones de clásicos del blues como Walking by myself, Evil, Boom boom, Born under a bad sign y Whisky and woman. Vita es muy expresivo con su guitarra pero el grupo no gira en torno a su figura como solista. Edgardo Casalonga se encarga de las teclas y lo hace con mucha prestancia, especialmente en temas como Mary Ann y Mess around, mientras que Claudio Mesa y Hernán Orellano marcan el ritmo con soltura y buen tempo. David Thomas, hijo de argentinos nacido y criado en Nueva York, aporta desde la voz desenvoltura y mucho feeling que eleva el sonido de la banda. El cantante tiene un registro interesante y muy buena pronunciación, y por momentos suena como uno de los vocalistas de blues inglés de mediados de los sesenta. Turnaround es la carta de presentación de un grupo que, como pocos, hace culto del blues tradicional.

Maldita Blues Band - Destilando blues. "Que no hace falta ser un negro para un blues tocar". La frase, que despierta amores y odios, es parte del estribillo del tema de De regreso de Chicago. Y para los muchachos de Maldita Blues Band es todo un principio. La banda platense se la juega con un disco de composiciones propias, todas cantadas en español, a las que suma el instrumental Deal with it, de los Four Jacks, una de las bandas que integró Anson Funderburgh, y su reinterpretación en nuestro idioma de Lonely man, tema que Magic Slim grabó en su disco Midnight blues. El sonido del grupo explora las distintas capas del blues moderno: de Chicago a Texas, con muchos caños o con la guitarra bien al frente, slow blues o shuffle. El baterista Diego Esteves es quien más canciones compuso: Calavera, El perfume en tu piel, Recuerdos, Nunca te olvidaré y Maldito blues club, el último junto al cantante Juan José Ricco. Pero también escribieron sus temas el guitarrista Marcelo Belarra y el propio Ricco, más el aporte de Gastón Castro. Eso hace que el repertorio tenga variaciones estilísticas pero en el todo del álbum no pierden identidad sino que se amalgaman. Por eso Destilando blues es un lindo trabajo para los que disfrutan del blues sin subtítulos. La banda, que debe su nombre al Maldito blues club, es la máxima expresión del sonido blusero de la ciudad de las Diagonales.