viernes, 28 de diciembre de 2018

Blues, pasión y talento argentino

José Luis Pardo & The Mojo Workers - Phillipe is. Leí por ahí duras críticas a José Luis Pardo motivadas más que nada por el resentimiento de quien las dice. Lo descalifica porque se promociona y le va bien, y eso parece imperdonable en el mundillo sectario del dueño del blues y sus 20 subordinados. Por suerte, José Luis Pardo no se hizo cargo de esas agresiones y sigue componiendo, grabando, enseñando y tocando en vivo. La de Pardo es una vida dedicada al blues y aquél que lo discuta realmente entiende muy poco. Hace diez años editó el disco Country & City blues con el que expresó con mucho talento su background musical. A partir de entonces comenzó a buscar su propio sonido, siempre tratando de mantenerse cercano al blues y al soul, sus grandes pasiones. Lanzó discos muy interesantes e innovadores, tanto desde lo musical como desde lo visual, como 13 formas de limpiar una sartén y Ruccula for Drácula. Pero ahora, con su nuevo álbum logró plasmar esa búsqueda en 18 exquisitas composiciones propias, 16 de ellas con letras escritas en inglés. Phillipe is, inspirado en el nacimiento de su primer hijo, es su álbum más logrado. Los mejores momentos del disco son el poderoso shuffle Tell me why, el conmovedor blues True story of a young man y la melodiosa y souleada Tryin’ hard (to do my best). También sobresalen World full of trouble, inspirada en Albert King, Si no escucho, un blues lento cantado en español en el que la letra encaja perfectamente sin forzar la métrica y la rima, y Still in love with you, donde resplandecen las guitarras acústicas con espíritu de gispy swing. Pardo muestra su solidez y su crecimiento musical en cada uno de los 18 temas, pero no habría podido hacerlo sin el acompañamiento de una sección rítmica tremenda conformada por David Salvador (bajo) y Pascual Monge (batería), más el toque justo de Guillermo Raíces en teclados y los ocasionales aportes de Fernando Bellver en guitarra rítmica. El disco se va con Like the birds, que cuenta con la colaboración de Tota Blues en armónica. Phillipe is, que está dedicado a la memoria de Otis Rush, muestra que el blues es un género versátil y con proyección y que Pardo es uno de los mejores exponentes en el viejo mundo.

Tota Blues – Hard to make a livin’. Y si hablamos de referentes argentinos de la escena del blues en España no podemos omitir a Flavio Rigatozzo, más conocido como Tota Blues. Acompañado por su amigo e incondicional ladero, el guitarrista Martín Merino, acaba de lanzar un nuevo disco en vivo con viejos clásicos del blues y algunas composiciones propias. Al dúo lo respaldan Cristian “Poyo” Moya, pianista argentino radicado en Barcelona, José Pilar (bajo) y Eduardo Nieto (batería). Hard to make a livin’ captura la esencia del sonido más tradicional, ese que Tota profesa con mucho ímpetu y respeto. La banda suena con mucha intensidad a lo largo de las 14 canciones. En el repertorio sobresalen temas de Snooky Pryor (Keyhole in your door, Lovin’ you is killing me y My baby been gone) y los clásicos Let the good time roll, Rock me baby, Dust my broom, Good morning little schoolgirl y Messin’ with the kid. La armónica de Tota es protagonista absoluta del show, pero también hay lugar para prolongados solos de guitarra y de piano. En The creeper returns, Tota vuela con total libertad y el Poyo Moya, esta vez al hammond, dibuja unas notas efervescentes hasta que entra en escena Merino con un punteo apabullante. Esa canción expresa, más que ninguna otra, del espíritu de grupo. Algo similar pasa en Blussi, en la que los tres argentinos fusionan sus instrumentos con total naturalidad. Pero es el tema que da nombre al álbum, una composición de Tota, en el que la banda roza la perfección: comienza con un solo de armónica fabuloso, irrumpe el piano, después el riff de guitarra y la rítimica. Tota canta que tuvo que cruzar el mundo, tocar en las calles para poder ganarse la vida, y que muchas veces está cansado pero que siempre da lo mejor. José Luis Pardo y Tota tienen proyectos diferentes, pero muchas veces se complementan. Puro talento argentino de exportación.

lunes, 17 de diciembre de 2018

Esos viejos blues


Joe Louis Walker y el armoniquista inglés Giles Robson se conocieron hace tres años en un festival de blues en Holanda. Enseguida empatizaron y se propusieron grabar un disco acústico, una suerte de regreso a las raíces más profundas del blues. Walker le sugirió sumar al proyecto al experimentado pianista Bruce Katz (Allman Brothers, John Hammond Jr., Delbert McClinton). Un año más tarde, los tres músicos se encontraron en Woodstock, Nueva York, y en los estuios NRS grabaron Journey to the heart of the blues, que Alligator Records acaba de editar.

Journey…, que fue producido por ellos tres, combina un repertorio viejos blues, en su mayoría canciones que no fueron tan abordadas en las últimas décadas. “El álbum es un regreso a los días en que menos era más. No hay largos solos de guitarra, ni batería, ni instrumentación extra. Solo buen blues tocado con honestidad y pasión”, explica Katz. “Cada canción del disco -agrega Robson- nos lleva a un viaje lírico y musical al corazón mismo del blues”.

La sinergia de este trío es formidable. Si bien Walker y Katz ya habían tocado juntos con anterioridad no lo habían hecho en este formato. Y Robson se acopló a ellos con mucha prestancia. La armónica, la guitarra y el piano fluyen con absoluta naturalidad como solía pasar en la década del cuarenta cuando músicos como Sonny Boy Williamson I, Jazz Gillum o Big Maceo encabezaban sus tríos.

El disco comienza en clave de boogie con Mean old train, de Papa Lighfoot, y sigue con It’s you, baby, del legendario Sunnyland Slim. Otros de los temas que interpretan son I’m a lonely man (Sonny Boy Williamson II), You got to run me down (Washboard Sam) y Feel like blowin’ my horn (Roosevelt Sykes). Además, se sumergen en el repertorio de Big Maceo con Poor Kelly blues y Chicago breakdown. Pero tal vez la versión más sorprendente, por su reconfiguración, es Murderer’s home, de Blind Willie McTell. Un solo tema fue escrito para la ocasión: G&J boogie, un instrumental que lleva la rúbrica de Walker y Robson.

En cada uno de los temas la voz de Walker resulta imbatible y la combinación de los tres instrumentos desemboca sin obstáculos en un exquisito combo sonoro donde se reparten el protagonismo en partes iguales. El trío logró imponer el estilo de antaño con un sonido limpio y orgánico. Es el viejo blues pulido y lustrado. Una obra que no pretende superar a lo que ya se grabó, sino que busca rescatar viejas canciones olvidadas de una época dorada del blues.