viernes, 26 de octubre de 2018
La voz del pantano
“Cuando miro hacia atrás me doy cuenta que era bastante diferente lo que hacía y cómo sonaba. Soy como un lobo solitario. Sólo toco mi guitarra y no me preocupo por el resto de las cosas. Ellos no saben si soy blanco o negro, si toco blues o country. Si se los tengo que explicar es porque estoy perdido”.
Tony Joe White fue la verdadera voz del pantano. Nació cuando promediaba la Segunda Guerra Mundial en Oak Grove, Louisiana, el típico pueblo sureño de los Estados Unidos, ubicado a una hora de Rolling Fork, Mississippi, cuna del gran Muddy Waters. Se crio entre algodonales y con la música fluyendo a su alrededor. Los work songs que escuchaba en el campo, el country-western que sonaba en la radio, los blues que tocaban los músicos itinerantes y el incipiente rock & roll lo fueron moldeando. Cuando agarró la guitarra no la largó más.
Su voz de barítono y su talento para la composición pronto definirían su estilo. Su música lo llevó a peregrinar por Texas, Louisiana y otros estados sureños hasta que, en 1967, llegó a Nashville, Tennessee. Allí los planetas se alinearon y Tony Joe White dio el paso trascendental en su carrera. Desarrolló una fusión de country, blues y southern soul que pronto sería llamada swamp rock. En la localidad de Hendersonville, donde hoy yacen los restos de Johnny Cash, grabó su primer single para el sello Monument (Georgia Pines/ Ten more miles to Louisiana). En los tres años siguientes, que significaron el auge y la caída del movimiento hippie y la época más cruda de la guerra de Vietnam, Tony Joe White escribió sus mejores canciones. Polk Salad Annie, que grabó en 1969 en Muscle Shoals, Alabama, se volvió un éxito de inmediato, y luego pasaría a ser un standard del mismísimo Elvis Presley. La letra, que describía la vida rural de una joven, reflejaba sus raíces sureñas, al igual que sus otros éxitos: Roosevelt and Ira Lee, Rainy night in Georgia y Willie and Laura Mae Jones.
Su imagen de galán de Hollywood, sus botas y sombreros de piel de serpiente, la densidad de su voz y su groove pantanoso lo acompañaron durante la primera mitad de la década del setenta con un jugoso contrato con Warner y míticas grabaciones junto a los MG’s o las Memphis Horns. Pero en 1976 dio un paso al costado y se recluyó de la vida pública. Cuatro años después volvió con un perfil más bajo. Tal vez, afectado por el estilo imperante de la época, grabó unos discos bastante flojos en los que intentó aggiornar su ya clásico swamp rock con ribetes de música disco. La década maldita de los ochenta lo golpeó en su fase más creativa. Pero en 1989 retomó su senda al colaborar en el álbum de Tina Turner Foreign affair y lentamente así volvió a agarrar las riendas de su carrera.
El nuevo milenio lo encontró muy activo. Grabó decenas de discos y participó en grandes festivales, especialmente en Europa y Estados Unidos. Uno de sus discos más emblemáticos de los últimos años es Uncovered, en el que contó con invitados como Eric Clapton, J.J. Cale, Mark Knopfler y Waylon Jennings. Semanas atrás lanzó un nuevo álbum. Bad mouthon’ es probablemente el más blusero y minimalista de todos. Allí interpreta clásicos de John Lee Hooker (Boom boom), Jimmy Reed (Big boss man), Big Joe Williams (Baby, please don’t go) y hasta una extraordinaria y cansina versión de Heartbreak hotel. Todo el disco tiene un ritmo cadencioso y un clima denso que con las últimas noticias cobra un nuevo sentido. El miércoles, Tony Joe White sufrió un ataque cardíaco y murió en su casa de las afueras de Nashville. Así, la voz del pantano se convirtió en leyenda.
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