domingo, 27 de diciembre de 2009

Los 10 mejores discos del año

Fin de año. Tiempo de reflexión y análisis. Una manía de los periodistas para esta época es hacer un repaso del año y en mi caso voy a elegir los diez mejores discos de 2009. Sé que es una selección arbitraria y que muchos no van a coincidir con algunos álbumes y otros sí. El orden en el que figuran es random. Elegí vos cuál es el que más te gustó.

1) Bob Dylan - Together Through Life. El viejo Bob se ha volcado definitivamente al blues. Together… es un disco casi en vivo que se grabó en muy poco tiempo, lo que le da un aire revoltoso y espontáneo. El amor es el eje de las canciones. Pero no el cliché habitual, que abunda y nos satura, sino un amor lírico y a su vez terrenal. La mayoría de los temas fueron compuestos por Dylan y Robert Hunter, quien fuera letrista de los Grateful Dead, así que las letras son una fusión de plumas experimentadas que dibujan, desde los sesenta, la más maravillosa poesía. Dylan por momentos es un crooner cantando blues, un vagabundo que encontró su sitio en el mundo. En líneas generales, Together... sigue la onda de su predecesor, Modern Times, pero aquí con el aporte notable del acordeón de David Hidalgo. Tema recomendado: Beyond Here Lies Nothin'.

2) Dave Matthews Band - Big Whiskey And The GrooGrux King. Este disco para mí tiene un sentido especial. Y es que lo editaron después de que los viera en vivo aquí en el Club Ciudad de Buenos Aires. Dave Matthews me gusta mucho desde el 97 pero con el tiempo me fui alejando un poco de sus nuevos trabajos porque se me hacía un poco repetitivo. Hasta ese show formidable. A partir de esa noche empecé a redescubir su música hasta que apareció Big Whiskey… Este disco también tiene un significado muy especial para la banda –mucho más profundo e intenso que el mio, claro- que es que se trata del primer álbum que grabaron luego de la muerte del saxofonista LeRoi Moore. Big Whiskey… es una especie de homenaje al amigo que ya no está. Tema: Funny The Way It Is.

3) Bryan Lee - My Lady Don't Love My Lady. Blind man from New Orleans es uno de los mejores violeros de blues del momento, dueño de un estilo muy personal, que sobresale por sobre sus pares. Lee es un master de la Telecaster y un cantante con mucho soul. Pese a que nació en Wisconsin y se formó y desarrolló musicalmente en Nueva Orleans, su sonido es más amplio con una fuerte influencia texana. Lo vi en vivo hace muchos años, 15 exactamente, en un bar de Bourbon Street, la única vez que estuve en Nueva Orleans. My Lady... es un disco dinámico. Hay funky, Texas style, slow blues, shuffle, Memphis Groove. Mucha guitarra y una buena sesión de vientos. El plus son dos invitados de lujo: Buddy Guy y Kenny Wayne Shepherd. Garantía de calidad: fue producido por Duke Robillard. Tema: Too Many Wolves.

4) The Black Crowes - Before the Frost. Ya escribí sobre este disco en octubre. Entonces me pareció fantástico y ahora lo rescato como uno de los mejores del año. Before the Frost se editó al mismo tiempo que Until the Freeze, un álbum que los Crowes sólo lanzaron por Internet. Rock de guitarras, temas acústicos y todo el espíritu del southern rock por uno de los mejores grupos del momento. Luther Dickinson –de los North Mississippi All Stars- se ha complementado muy bien en la banda. Y Chris Robinson está atravesando un período artístico excelente. Tema: I ain’t hidding.

5) Ben Harper - White Lies for Dark Times. Ben Harper es un músico muy versátil y su música es como una esponja que se nutre de todo lo que escuchó a lo largo de su vida: rock, soul, blues, reggae y folk. White Lies for Dark Times es un disco muy particular para él porque lo editó con otra banda. Aquí no están los consistentes y confiables Innocent Criminals, sino que lo acompaña el trío de Austin, Texas, Relentless7. Si bien hay algunas baladas, se trata de un álbum muy rockeado con mucha guitarra ardiente, bien al palo. En Allmusic.com escribieron: “Aquí uno puede escuchar rastros de Jimi Hendrix, los primeros ZZ Top y Johnny Winter. Es puro estruendo de rock y blues surgido del Delta y Texas”. Tema: Lay there and hate me.

6) Iggy Pop – Preliminaires. Fue una de las grandes sorpresas del año. Un disco con el que rompió todos los moldes. Así como no le debe haber gustado a muchos de sus fans, imagino que cautivó a una buena cantidad de gente que no solía escucharlo. Mi relación con la Iguana siempre fue distante. Me gustan algunas cositas de los Stooges y sus clásicos Candy, I’m a Passenger y Livin' on the Edge of the Nigh. Pero Preliminaires me fascinó porque me encontré con un Iggy Pop muy diferente: se calzó el smoking para convertirse en un crooner del nuevo milenio. Pero no se confundan, no es Rod Stewart en America Songbook. Es un blend de Serge Gainsbourg, Leonard Cohen y espíritu rockero. Muy bueno. Tema: Spanish Coast.

7) Tom Waits - Glitter and Doom Live. Este es su tercer álbum en vivo en casi 40 años de carrera. Eso lo hace un acontecimiento muy especial. Durante 2008 Waits recorrió los Estados Unidos y Europa y de esos conciertos sacó lo mejor para editar Glitter and Doom Live. Su voz está en la plenitud, cavernosa y nocturna. Inquietante. La banda suena compacta, con Omar Torres en guitarra y Patrick Warren en paino, pero el álbum, que en realidad es doble, tiene un problema, y justamente es el segundo disco. Es un track de más de media hora de historias y diálogos que se vuelve bastante aburrido. Así que si van a buscarlo y pueden prescindir de la segunda parte van a estar frente 17 grandes canciones. Tema: Make it Rain.

8) Neil Young - Fork in the Road. Enciendan los motores. El último del Viejo Neil -tal como escribí cuando salió en abril- es un álbum de garage rock, directo, sin ningún tipo de edulcorante. No está con los Crazy Horse pero lo acompaña otra banda con la que él se siente muy cómodo: Ben Keith, Rick Rosas, Anthony Crawford, Chad Cromwell y su esposa, Peggy Young. La carretera nos asalta a cada momento. Un surtidor de gasolina. Un Cadillac se cruza a toda velocidad con un viejo Lincoln. Carteles y señales. Un alto en el camino. Y el clásico sonido de Neil, esta vez más rockero y eléctrico que folkie. Tema: Fork in the Road.

9) Harry Manx - Bread and Buddha. Ya escribí un par de post sobre Harry Manx y uno sobre Bread and Buddha, su último lanzamiento. Como a él lo descubrí este año, tuve la yapa de que escuché sus seis discos todos juntos y casi que podría decirles que para mí es el artista del año. Bread and Buddha se lo hice escuchar al siempre difícil de satisfacer Martín Onetto. Y, como era de esperarse, no le gustó. Pero como también suele pasar, sé que dentro de poco me va a llamar o mandar un mail para decirme que estaba equivocado en su primera apreciación. Manx interpreta baladas, blues y sonidos de Oriente, en un clima muy cálido y cool. Sensacional. Tema: Dew on Roses.

10) Ryan Bingham - Roadhouse Sun. La voz de Ryan Bingham no se asemeja con su imagen. Es la voz de un hombre maduro, que ya vivió más de lo que le queda por vivir. Que fumó miles de cigarros regados de bourbon. Pero Bingham ronda los 30 años y, con éste, apenas tiene dos discos editados. En un post anterior -La batea- comenté que cada vez que lo escucho “pienso en un joven Bob Dylan deambulando por la frontera entre Texas y México o en algún guitarrista tocando con slide en un bar cercano a Nashville”. Y lo vuelvo a ratificar. Al igual que Harry Manx, Anders Osborne o The Resentments, Bingham tiene muy poca difusión aquí, pero si llegaron a leer hasta acá no dejen de escuchar Roadhouse Sun. Mejor si lo hacen en la ruta. Ya verán como sus canciones se mimetizan con el movimiento. Tema: Dylan’s Hard Rain.

jueves, 24 de diciembre de 2009

martes, 22 de diciembre de 2009

Tintos y mujeres

Hay un viejo mito, inconsistente, falaz, que las mujeres y el vino tinto son incompatibles. Que ellas se ven mejor con una copa de blanco. Que eso es más femenino. Mentira absoluta. Creo que eso es todo una cuestión de marketing. Las mujeres no deberían limitarse sólo al dorado Chardonnay o al frutado Sauvignon Blanc. Le consulté a mi amigo René Roca, hombre que sabe mucho de vinos, pero más de mujeres, y esto me respondió con su inconfundible prosa: “Mi experiencia es vasta, el aroma a canela y maderas primaverales que emana de una suave cabellera bajo nuestro abrazo, me trae inconfundibles reminiscencias a tintos refinados y frutales. Imprescindible comparación entre dos cosas que apasiono”. Y luego, para reafirmar nuestros pensamientos empezamos a googlear y nos encontramos con tres hermosas y emblemáticas mujeres amantes del buen tinto: Scarlett Johansson, Sharon Stone y Halle Berry.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Goodnight Irene

Cuanto más atrás vamos en el tiempo, el origen de las cosas más se distorsiona. Los relatos incurren en contradicciones, inexactitudes e imprecisiones y muchas exageraciones se convierten en verdades absolutas. El blues tiene mucho de eso. Cuando la documentación es poca, aumenta el boca a boca. Así, crecen los mitos.

La primera vez que escuché el tema Goodnight Irene fue en 1993. No era la versión original, sino la que Dr. John grabó para su disco Goin’ back to New Orleans. Yo escuchaba blues desde hacía pocos años y todavía me faltaba mucho por recorrer. La canción me produjo tal impacto que, de sopetón, me llevó a un viaje por el tiempo del cual no hay retorno. Primero hacia a Mississippi John Hurt y el Reverendo Gary Davis y luego a su autor, Leadbelly. Y así me abrió las puertas del blues folk de preguerra y a un mundo hasta entonces desconocido para mí.

El booklet del disco de Dr. John tiene una referencia de cada una de las canciones. Sobre Goodnight Irene dice: fue escrita por Leadbelly cuando estaba cumpliendo cadena perpetua en la prisión de Angola y que el gobernador de Louisiana, al escuchar la versión del tema por el grupo The Weavers, conmovido, decidió liberar a su autor. Pero ese relato está plagado de inexactitudes: Leadbelly grabó la canción a mediados de la década del treinta y los Weavers recién la editaron en 1950, un año después su muerte, el 6 de diciembre de 1949, hace sesenta años.

En 1930 Leadbelly, que ya había estado preso varias veces, volvió a la cárcel luego de que lo condenaran por tentativa de homicidio. Tenía un carácter complicado y era muy pendenciero, y a su vez tenía un don para escribir canciones y una manera muy personal para interpretarlas. En 1933, captó la atención del musicólogo John Lomax y de su hijo, Alan, que lo grabaron en la penitenciaria estatal de Louisiana para la Biblioteca del Congreso. Ante la calidad de su música, los Lomax presentaron una petición al gobernador Oscar Allen para que le otorgara la libertad condicional al músico. Pocas semanas después fue liberado. Oficialmente se informó que fue por su “buen comportamiento”.

La letra habla de un hombre despechado que piensa en suicidarse. Buenas noches Irene, buenas noches. Te veré en mis sueños. La canción se convirtió en un standard de la música folclórica estadounidense. Pero ese no fue el único aporte de Leadbelly. Junto con Pete Seeger y Woody Guthrie definieron el sonido rural e itinerante de una época.


lunes, 14 de diciembre de 2009

Wine movies

Sideways (2004). No quiero parecer exagerado, pero Entre Copas (como se la tradujo aquí) está entre las diez mejores películas que vi en la última década. El personaje de Miles, interpretado magistralmente por Paul Giamatti, es tan genial como patético. Amante del Pinot y detractor del Merlot, es un maníaco depresivo, enganchado de su pasado que siente que ha fracasado en todo sentido. Y lleva a su desaforado amigo Jack, un tipo sin conciencia ni culpa que se está por casar, a celebrar su despedida de soltero por la zona de viñedos de California. Espumantes, vinos, enredos, sexo, engaños, amor, tristeza. Esos son los ingredientes de esta gran comedia dramática.
–Jack: Si ellas quieren pedir Merlot, pedimos Merlot.
-Miles: No. Si alguien pide Merlot, me paro y me voy. No voy a tomar un maldito Merlot- ruge.
(Dir: Alexander Payn / Elenco: Paul Giamatti, Thomas Haden Church, Virginia Madsen)

Bottle Shock (2008). Me gustó la onda de la película: la ambientación, los personajes y la música. Pero claro: tiene ese tufillo triunfalista hollywoodense. En 1976 se celebró una gran cata a ciegas de vinos en París, en la que se compararon vinos californianos y franceses. La película está inspirada en el libro que el periodista George Taber, testigo de la cata, publicó en el 2005. La mejor puntuación fue para un Chardonnay de Napa Valley (Chatêau Montelena, 1973) y el Cabernet Sauvignon Stags Leaps Wine Cellars de la misma añada. La película es divertida y creo que va a fascinar a todos los que trabajan en el mundo del vino “Hicimos añicos el mito del invencible vino francés. Y no sólo en California. Le abrimos los ojos al mundo entero. Acuérdate bien lo que te digo: beberemos vinos de Sudamérica, Australia, Nueva Zelanda, Africa…”
(Dir: Randall Miller / Elenco: Bill Pullman, Chris Pine, Alan Rickman, Dennis Farina)

Mondovino (2004). Se estrenó el mismo año que Entre Copas, pero no es una ficción. Es un gran documental que refleja el impacto de la globalización en el mundo del vino. El realizador y director Jonathan Nossiter tardó tres años en hacer este film. Entrevistó a enólogos, sommeliers, periodistas, empresarios, comerciantes y wine makers en países como Francia, Argentina, Estados Unidos, Italia y Brasil. La película tiene un fuerte cuestionamiento ideológico y expone lo peor de los poderosos del mundo del mundo del vino como Michel Rolland, Robert Parker, los Mondavi, el marqués Antinori y Arnaldo Etchart. A diferencia de Bottle Shock que presenta el posicionamiento de los vinos californianos en el mundo gracias a una hazaña, aquí se desnuda cómo funciona la maquinaria capitalista en esta industria. (Dir: Jonathan Nossiter)

Vicky, Cristina, Barcelona (2008). No quiero ser obvio, pero la presencia de Scarlett Johansson se roba la película. Y ni hablar del beso que se da con Penélope Cruz. Pero bueno hablemos de vino. Las copas y el tinto están muy presentes en toda la película. Son casi el hilo conductor de esta comedia de Woody Allen. Los vinos que aparecen en el film fueron creados por el célebre enólogo español Alvaro Palacios, quien desde su bodega de Gratallops revolucionó hace diez años la vitivinicultura de la región del Priorat, en Cataluña. Una buena historia, hermosas mujeres y nobles caldos. Imperdible.
(Dir: Woody Allen / Elenco Scarlett Johansson, Rebecca Hall, Javier Bardem, Penélope Cruz)

French Kiss (1995). Es una comedia romántica que, como la mayoría de las películas de su género, está plagada de sensiblería barata. La protagonista es Kate (Meg Ryan), una joven que tiene su futuro asegurado. Se está por casar cuando descubre que su futuro marido la engaña con una hermosa francesita. Entonces ella viaja a París para tratar de recuperar su amor y conoce a Luc (Kevin Kline). Entonces, lo esperable tensión sexual entre ambos, confusión, histeria. Hasta ahí normal en el género. Lo bueno es que está todo bañado en tinto. Luc le enseña a Katie a degustar vinos y también recorren la zona de viñedos franceses. “El vino es como las personas. Toma todas las influencias de lo que lo rodea, lo absorbe y adquiere su personalidad”, le explica Luc.
(Dir: Lawrence Kasdan / Elenco: Meg Ryan, Kevin Kline, Timothy Hutton, Jean Reno)

viernes, 11 de diciembre de 2009

Anoche hubo fiesta…

Poco antes de las 10 la noche el Chavo Fucks se paró en el medio del escenario y anunció lo que vendría: una fiesta de blues comandada por uno de los bateristas más prestigiosos de los Estados Unidos. Prestigio que Tony Coleman ganó tocando junto a B.B. King y otros emblemas del blues como Albert King, Otis Clay, Bobby Bland y Albert Collins. El show duró casi dos horas y rompió un poco el molde de lo convencional. Se podría desglosar así: homenaje, zapada y humor.

Los homenajeados fueron dos: B.B. King y Pappo. Tony Coleman es un gran cantante y le dedicó al Rey del Blues tres temas con mucho feeling impostando la voz tal como aprendió de él. Rock me baby, The thrill is gone y How blue can you get conformaron ese segmento en el que el guitarrista Omar Itcovici aprovechó para lucir su Flying V. El homenaje a Pappo, en lo musical, incluyó dos temas: Blues local y Desconfío. Para cantarlos subió al escenario una tal Barbie, aunque Tony Coleman se animó a cantar en español un verso de Blues Local. El baterista también saludó y se emocionó con Liliana y Georgina, hermana y sobrina del Carpo. El homenaje había empezado un día antes cuando fue a visitar el monumento que le hicieron a Pappo en La Paternal.

El show fue una gran zapada. Es cierto que hubo algunos desacoples al principio y el volumen de las guitarras estaba bajo. Pero eso es anecdótico. Para haber ensayado sólo un día, todo salió muy bien. Además de Itcovici, tocaron Alambre González (guitarra), el Bohemio Rubinsztein (bajo), Machi Romanelli (teclados), Matías Jablonsky (saxo alto) y Mariano Cardozo (saxo tenor, productor y responsable de esta fiesta). El comienzo del show fue con una absorbente versión de Watermelon man y después siguieron con lo que me pareció un tema de Albert Collins. También tocaron un par de canciones del propio de Tony (What’s it gonna take y uno dedicado a Albert King) y un cierre fantástico con Let the good times roll y Stormy Monday. Vi el show junto a Juani Sixto quien quedó extasiado con el sonido hammond de Romanelli.

Si piensan que el humor estuvo a cargo del Chavo Fucks (que apellido tan arrogante), se equivocan. Fue todo de Tony. Si el tipo se dedicara al stand up comedy sería muy bueno. Hizo muchos chistes y recordó uno que le había hecho Pappo sobre un pajarito puteador. No paro de arengar y hacer gestos al público para que se prendiera con él cuando meneaba su gruesa cadera y lo mejor vino con su excéntrico solo de batería. Empezó machacando bombo, redoblante, toms y platillos con locura. Después se paró y empezó a rodear la batería mientras seguía el ritmo del aplauso del público. Se acostó en el piso boca arriba y, percutiendo desde abajo, tocó durante varios segundos. Después empezó a caminar por el escenario y a darle con los palillos a todo lo que tuviera por delante hasta que llegó al borde del escenario, hizo subir a una mujer y, suavemente, siguió tocando sobre sus manos extendidas.

Cuando todo terminó, Tony fue al hall del teatro a firmar autógrafos y saludar a la gente que ya empezaba a irse luego de una noche muy cálida. El recital también dejó un anuncio: dentro de poco Tony vendrá de nuevo a Buenos Aires. Pero no lo veremos en remera y jean tocando de nuevo en el Teatro IFT, sino que será luciendo un moño como toda la banda de B.B. King. Sí, el Rey del Blues se presentará en el Luna Park el 26 de marzo. Mr. Coleman… ¡Hasta entonces!

martes, 8 de diciembre de 2009

Sweet Home Alabama

Cuando Neil Young escribió Southern Man y Alabama, para sus discos After the Gold Rush (1970) y Harvest (1972), jamás imaginó que las letras de esas canciones –que hablaban sobre el racismo en ese estado del sur de los EE.UU.- motivaría a un grupo de rock sureño a escribir un tema para contestarle, una respuesta polémica y melodiosa, que se convertiría en un hit enorme.

Lynyrd Skynyrd editó Sweet Home Alabama en el álbum Second Helping de 1974. La canción se convirtió en un emblema del sur y en un himno del rock. Fue versionada infinidad de veces y fue utilizada para las bandas de sonido de una decenas de películas. La música se le ocurrió al guitarrista y bajista Ed King luego de escuchar un riff del otro violero, Gary Rossington. La letra fue obra del cantante Ronnie Van Zant, quien murió tres años después en un accidente aéreo, y fue interpretada de muchas maneras.

Well I heard mister Young sing about her (Bien, oí que el señor Young canta sobre ella)
Well, I heard ole Neil put her down (Bien, oí al viejo Neil menospreciarla)
Well, I hope Neil Young will remember (Bien, espero que Neil Young recuerde)
A Southern man don't need him around anyhow (Que un sureño no lo necesita por aquí de todos modos)

Van Zant explicó que lo que les había molestado era la generalización que el canadiense había hecho de los habitantes del sur. En una entrevista a la revista Rolling Stone dijo: “Nos pareció que Neil estaba disparando contra todos los patos para matar a uno o dos (…) No todos los nacidos en el sur somos racistas e intolerantes”.

La canción también tiene un verso ambiguo que hace referencia implícita a George Wallace, el gobernador pro segregacionista de Alabama. Cuando la polémica estalló, Ronnie Van Zant explicó: “El público lo malinterpretó, no se dieron cuenta que después de mencionarlo el coro representaba un abucheo (..) Yo no tengo nada en común con Wallace”.

Sweet Home Alabama se convirtió en el mayor éxito de la banda y tal vez en una de las diez canciones más populares del rock estadounidense, pero también le dio a los Skynyrd una inmerecida fama de rednecks. Los músicos salieron luego a decir muchas veces que eran admiradores de Young e incluso lo invitaron a cantarla en vivo junto a ellos, cosa que finalmente no sucedió por cuestiones contractuales. ¿Qué pensó Niel Young del tema? Le encantó. Primero fue Al Kooper, productor de los Skynyrd, quien dijo: “Neil ama la canción. Me lo dijo en la cara”. En 1976, durante una entrevista, fue el propio Neil quien despejó las dudas: “Estoy orgulloso de que mi nombre figure en una canción como esa”.


sábado, 5 de diciembre de 2009

Larga vida al Rock & Roll

El 18 de octubre de 1996 enloquecí. Fue en la cancha de River. Estaba parado en el campo de juego, de la mitad para atrás, con Hueso y otro personaje que el tiempo decantó y no viene al caso siquiera mencionarlo. Cuando digo que enloquecí no exageró. En aquella época estaba muy metido en el blues, y el rock para mí era el de los sesenta. Pero tampoco tenía la cabeza en un pozo y, pese a que los doce compases me absorbían casi todo el tiempo, compré la entrada y fui a ver a AC/DC. Y fue tremendo. Sentí que la cabeza me giraba como a Linda Blair en El Exorcista, que las venas se me hinchaban como a Hulk enojado y que gritaba como un hincha enfervorizado. Tanto pero tanto me impactó ese recital que está entre los diez mejores recitales que vi.

Ahora, trece años después me volví a contagiar de la fiebre rocanrolera que te produce AC/DC, la banda más fiel a su estilo, la que define la esencia del ROCK AND ROLL con mayúsculas. La misma vieja fórmula. La música, las canciones, las corridas y el trajecito de Angus, la boina de Brian Johnson y un poco de pirotecnia. Eso es todo. No hay trucos.

Nos costó llegar a River. Libertador y las demás calles estaban colapsadas. Sabíamos que empezaba a las nueve en punto. Así que con Nacho y Mariano corrimos y corrimos. Más o menos desde Pampa y Libertador hasta Udaondo. Entramos transpirados y agitados caminando a paso redoblado. Las luces todavía estaban encendidas y por los parlantes sonaba Buddy Guy. Me sentía bien. Nos ubicamos por la mitad y saltamos durante casi todo el show. Puntualidad inglesa. Dos horas clavadas: empezó a las 9 y terminó a las 11.

El comienzo fue genial con el dibujo animado del tren y las chicas malas. La explosión y el Rock n’ Roll Train que descarrila a toda velocidad. Siguieron algunos temas de Black Ice y después todos su hits: Hells Bells, You Shook Me All Night Long, Whole Lotta Rosie, T.N.T, Thundertruck y Back in Black. También tocaron The Jack mientras algunas chicas se animaban a mostrar las tetas para las cámaras. Vale aclarar que muchas de esas chicas estaban entre los de más adelante, amontonadas y subidas a los hombros de vatos locos. Todo bien extremo. Pero es como dijo Pomelo: “rocanrol nenene”.

En los recitales de blues a veces me molesta cuando algún energúmeno grita constantemente “Oyeaahhhh” sin considerar a la gente que tiene alrededor. Bueno aquí fue distinto. Estuvo lleno de energúmenos. Eran el denominador común. Uno al lado del otro. Nosotros también. Contagiados. Mimetizados. Acá vale cantar, gritar y saltar. Así es la música de AC/DC. Hubo lugar para todo: dos flacos vendían Fernet con la coca que le compraban al cocacolero; una turba persiguió y golpeó a un punga; una chica linda y fanática bailaba sacada junto a su novio metrosexual; los pepeados hacían un círculo de pogo y abrazos; pendejos y viejos rockeros; cuernitos luminosos y helados de agua.

Angus Young es la imagen del rock roll. En un momento se fue casi hasta la mitad del campo por una pasarela y las luces cruzadas producían un fulgor legendario sobre su silueta. Para los bises tampoco hubo sorpresas y eso fue tan extraordinario como todo lo demás. Primero Highway to Hell y después la clásica despedida con For Those About to Rock (We Salute You). A paso lento salimos, entre la mar de gente y los vendedores de posters, remeras, gaseosas, remeras, posters, gaseosas, remeras…

Trece años después, mientras camino de regreso a casa pienso que, pese a que las piernas duelen más y los oídos zumban un poco, la locura es la misma. Larga vida al rock and roll.

martes, 1 de diciembre de 2009

Power singer

Para entender este disco voy a empezar por el principio y el final. Un arranque arrollador con Mama, talk to your daughter, de J.B. Lenoir, y un cierre acústico con Milkcow’s calf blues, de Robert Johnson. Ambos temas son una buena medida para comprobar el poderío vocal de Robert Palmer y también su versatilidad. Musicalmente este disco no tiene nada ver con el Robert Palmer más comercial de Addicted to love o de su incursión en Power Station. En marzo de 2003 editó Drive y todo parecía indicar que su carrera tomaría un giro distinto, más orientado al blues, pero pocos meses después, el 26 de setiembre, murió de un ataque cardíaco. Tenía 54 años.

Drive es un gran disco. Más allá de alguna balada y un dudoso calypso, después es un disco de power blues. Pero power no porque abunden las guitarras furiosas, sino por la forma de cantar de Palmer. Hay una versión de Hound Dog, más parecida a la de Big Mama Thorton que a la de Elvis; Am I wrong?, un tema muy popular de Keb’ Mo’; TV dinners, de ZZ Top; y una gran versión de I need your love so bad. Sacate los prejuicios de encima y escuchá Drive.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Tributos

Rendir homenaje a los ídolos, a los inspiradores, a las máximas influencias es algo que se da a menudo en la música. Pero cuando artistas consagrados, que han influido a cientos de músicos y bandas, dedican un álbum a la música de alguien en particular es un verdadero acontecimiento. Aquí diez discos alucinantes que no deberían faltar en ninguna discoteca.

John Hammond – Wicked grin (2001). Acá tenemos un tributo a Tom Waits interpretado por uno de los mejores exponentes de la historia del blues blanco. Son trece canciones, doce de Waits y un gospel tradicional, interpretadas de una manera muy personal. Hammond fusiona el sonido del delta del Mississippi con la nocturnidad poética y bañada en whisky de Waits. Pero eso no es todo, la banda es un lujo: Doug Sahm, Augie Meyers, Charlie Musselwhite y Larry Taylor, más el plus de un par de apariciones del mismísimo Waits, quien además produce el disco.

Bryan Ferry – Dylanesque (2007). Este álbum lo escuché pocas semanas después de su lanzamiento. Estaba en Londres, entré en la Virgin de Picadilly Circus y me calcé los auriculares de una de las máquinas que tienen discos programados. Esa primera vuelta no me impresionó, pese a la tremenda versión de Just like Tom Thumb's blues. Pero después cuando lo volví a escuchar relajado y más tranquilo realmente lo entendí. Bryan Ferry homenajea a Bob Dylan desde su óptica, su experiencia rockera y su sonido. Dylanesque es un gran disco de rock.

Gilberto Gil - Kaya N'gan Daya (2002). Creo que no exageró. Este es el mejor disco de covers de Bob Marley. El bahiano tiene tanto reggae en su sangre que no entiendo cómo tardó tanto tiempo en sacar un álbum así. Este disco es óptimo para cualquier ocasión. No importa si vas en el auto, si estás en una fiesta, si estás solo o con amigos en tu casa. De día o de noche. Pilas o crazy. Algunos de los temas están en inglés y otros en portugués, como Lively up yourself. También está el disco en vivo, aunque ese no sólo contiene versiones de Marley.

Dr. John – Duke Elegant (2000). Gran disco de Dr. John. La música de Duke Ellington está aquí acariciada por un suave ritmo funky y el piano New Orleans style de Dr. John. El comienzo del álbum con On the Wrong Side of the Railroad Tracks es una buena medida para saber que nos espera después. Dr. John es un gran músico, uno de los grandes secretos de la música sureña y pantanosa de Nueva Orleans. Y Ellington es uno de los compositores más importantes del siglo XX. Una gran combinación.

Eric Clapton – Me and Mr. Johnson (2004). Hay muchos discos dedicados enteramente a la música y el mito de Robert Johnson como por ejemplo los de Robert Lockwood Jr., John Hammond o Peter Green, entre otros. Pero elegí este de Clapton porque por su fama y trascendencia seguro acercó la música de Robert Johnson a muchos más oídos. Son grandes versiones de un guitarrista que está obsesionado con el blues desde hace más de cuatro décadas. Si les gusta éste, busquen después su secuela: Sessions for Robert J.

The Gil Evans Orchestra – Plays the music of Jimi Hendrix (1975). También hay varios tributos a Jimi Hendrix, pero éste se destaca por los arreglos de Evans. Nueve temas, no todos de los más conocidos del guitarrista, reinterpretados con una orientación rockera y un toque de improvisación jazzera. Por momentos la orquesta de 18 músicos suena muy funky, tres guitarras, wah-wah, y un sonido setentoso muy cool. A Hendrix le hubiera encantado.

Albert King - Blues For Elvis (1970). Las canciones de Elvis Presley con el sonido de Albert King y su guitarra Lucy. La esencia de Memphis brota desde el comienzo hasta el final. Grabado para el sello Stax, contiene nueve temas del Rey del Rock: desde All shook up hasta una versión sublime de Don’t be cruel. El clásico estilo de Albert King está acompañado por una noble sesión de vientos y la solidez en bajo de Donald “Duck” Dunn. Originalmente el álbum tenía otra portada con el nombre de Blues for Elvis: Albert King does the King’s things.

B.B. King - Let the Good Times Roll (1995). B.B. es el Rey del blues y Louis Jordan fue el Rey del jump blues. Aquí tenemos un disco altamente recomendable, con mucho swing y buen gusto. En los noventa B.B. sacó un disco atrás de otro. Duetos, nuevas versiones y éste homenaje a uno de los músicos más importantes de la década del cuarenta, intérprete de clásicos como Ain't nobody here but us chickens y Caldonia. Hay que señalar que Lucille no tiene un rol protagónico ya que B.B. King se concentró en su forma de cantar.

Gary Moore Blues for Greeny (1995). Cuando Peter Green dejó Fleetwood Mac a comienzos de los setenta le prestó su Gibson Les Paul 1959 a Gary Moore. Tiempo después Moore se la compró. Y en 1995 le rindió tributo al guitarrista que más lo influyó. Blues for Greeny es un gran disco en el que el blues power del irlandés brilla con canciones de Peter Green como If you be my baby, Merry-go-round y Love that burns.

Steve Earle – Townes (2009). Es posible que este sea uno de los mejores discos del año. Esencialmente acústico, Townes es un homenaje del alumno al maestro. Es un disco profundo y sentido. Por momentos despojado y campestre. Solitario. Bucólico. Ningún otro músico podría haber captado el espíritu de Townes Van Zandt como Steve Earle. Un muy buen álbum para descubrir la música de Van Zandt y la magia de Steve Earle.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Superharp

Foto: Dave Glackin

Pasaron 17 años desde la primera vez que lo vi aquella noche de diciembre de 1992 en el Gran Rex. Ese día tocó con Larry McCray, Hubert Sumlin y Pappo, estaba más flaco y cantaba con su voz ronca tan particular. Ahora se presentó con otros músicos, está más gordo y más viejo, y ya no puede cantar por un cáncer que tuvo en la garganta. Pero hay algo que se mantiene inquebrantable a pesar del paso del tiempo: su forma de tocar la armónica.

El blues ha dado grandes armoniquistas. Pero definitivamente hay cinco que están por encima de todos los demás: Sonny Boy Williamson (II), Little Walter, Walter Horton, Sonny Terry y él, James Cotton. Lo de anoche fue un convoy a toda máquina. Puro blues con un Cotton no muy activo, pero sí muy dedicado e inspirado, que dio lugar a que sus guitarristas se lucieran. Slam Allen no sólo demostró que es un excelente violero, inspirado en B.B. King y Buddy Guy, sino que también hizo frente a gran parte del show cantando con mucho soul y sosteniendo unas notas increíbles. Tom Holland, más Chicago style, mató con un solo de slide en That’s Alright, de Jimmy Rogers, al igual que el bajista Noel Neal en la versión funky de Let the good times roll.

La banda tocó unos veinte minutos sin Cotton. Cuando éste entró caminando lentamente, acompañado por un asistente, la gente lo ovacionó de pie. Se sentó en la silla de la que no se movería en casi toda la noche y empezó a jugar con su armónica. Agudos, graves, agudos, graves. Después se largó con todo su sonido marca registrada. Está claro que por su edad y su salud no puede tocar más de una hora, pero en el tiempo que lo hizo demostró porque en algún momento lo apodaron Superharp.

(Este es mi paréntesis dedicado a los imbéciles. Anoche tenía a uno ubicado a un a par de butacas que no paraba de gritar “Ohhhh yeaaah”, “Wuuuujjjuuuu” y aplaudía solo y desacompasado. Un verdadero estúpido que no hizo caso a la decena de veces que le pidieron que se pusiera las pilas. Pero bueno es algo con lo que parece que hay lidiar. En el recital de Bob Margolin me había tocado otro salame atrás)

Para cuando tocaron Baby you don’t have to go, Cotton estaba tan arriba que creo que fue el momento musical de la noche. El climax absoluto del show. “Me siento bien. Es un orgullo estar acá”, dijo en inglés y con una voz apagada y maltrecha. Luego recordó a Muddy Waters y todo el teatro cantó junto con la banda Got my mojo working. Hubo un bis muy corto pero con un buen shuffle instrumental, óptimo para el momento.

El teatro estaba bien nutrido. Había muchos músicos, especialmente armoniquistas –por ahí vi a Nicolás Smoljan y Natacha Seará-, porque como señalé al principio, Cotton es uno de los cinco mejores armoniquistas de la historia. Es una leyenda. Y es el único que está vivo. Como dijo Mariano cuando el show había terminado y nos íbamos caminando por Corrientes: “Tiene todo lo que un blusero viejo tiene que tener”.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Locura por Jason Mraz

Mariano me llamó por la tarde y me confirmó lo que había prometido hacía un par de semanas. Tenía dos entradas para ir a ver a Jason Mraz al Gran Rex. Así que cuando terminamos nuestras respectivas jornadas de trabajo, que fueron bastante densas, tomamos un taxi hasta el Obelisco. Caminamos a través del Pasaje Carabelas, Suipacha y Corrientes, mientras un cielo espeso color cemento amenazaba con explotar.

Llegamos tarde al teatro. Cuando entramos el amigo Mraz ya había tocado tres o cuatro temas. La gente estaba en llamas. No suelo ir a ese tipo de recitales, en los que está lleno de chicas de veintitantos brotadas e histéricas, mostrando esa faceta que ningún hombre quiere conocer, aullando pavadas del estilo “Me caso con vos”, “te amo”, “ídolo”. Igual el público no eran todas chicas. Había también muchas parejas que rozaban los treinta, y más también, que se sabían todas las letras.

Los temas de Jason Mraz son melodiosos y pegadizos. Pero no tienen la típica construcción del pop comercial. Obviamente Mraz no es un músico alternativo y tiene varios hits, pero es alguien que escribe buenas canciones y por sobre todas las cosas canta de una manera fantástica. Es un verdadero maestro del scat y está rodeado por una banda muy sólida: tres pelados en los vientos, violero, bajo, baterista y el ladero de Mraz, Matt Swanson, en la percusión.

Hubo sorpresas en el show: primero invitó a Fabiana Cantilo a cantar Lucky en español. Después llevó a todo el público a hacer el clásico ooommm de la relajación, mientras él afinaba su guitarra. Por momentos bajaba y la banda introducía unos arreglos jazzeros muy interesantes. Su pop se combina con reggae y funky. Es una coctelera de buena onda, soul setentoso, hang loose, aloha, Jamiroquai, hip hop y California. Sus letras son sentidas e irónicas. El tipo canta, baila, arenga, divierte. Con The Dynamo of Volition convirtió el recital en una verdadera fiesta con la gente bailando entre las butacas.

El hit que todos querían escuchar, I’m yours, llegó al final. Mientras los vientos marcaban un leve ritmo de reggae, Mraz hacía delirar a todos con una interpretación vocal de lujo.

Mraz es un compositor innovador y un showman sensacional. Antes de ir pensaba que si lo pudieron a traer a él con una banda de ocho músicos más otros diez tipos, entre managers y asistentes, por qué no lo traen a Jack Johnson. Claramente Mraz tiene al hawaiano entre sus inspiraciones, aunque Jack es mucho menos histriónico.

Fue una buena noche de música, lo admito. Amigos bluseros pueden fustigarme. Me la banco. Terminamos con Mariano a unas cuadras, en Guerrin, comiendo unas porciones de pizza con Stella. Y yo después me volví a casa tarareando bajo un cielo que seguía encapotado.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Under my skin

Meterse en la piel de un músico o una estrella de rock no es una tarea fácil para los actores. Tienen que estudiar al personaje, conocer su historia. Ver sus movimientos y gestos. Escuchar los tonos de su voz y su forma de cantar. Para luego caracterizarse y lograr un parecido físico. Aquí los diez mejores interpretaciones de músicos que vi.

Cate Blanchett – Bob Dylan. I’m not there (2007) es una hermosa biopic de Todd Haynes. Muy poética y sutil, donde distintos actores interpretan etapas de la vida de Dylan. Así, Richard Gere es el Dylan trovador; Christian Bale es el cantautor del Village de comienzos de los sesenta; Marcus Carl Franklin es el pequeño seguidor de Woody Guthrie; Heath Ledger es Jack Rollins, el cantautor convertido al cristianismo. Pero Cate Blanchett se roba la película como el Dylan irreverente que electrifica su sonido y le da a los Beatles su primer porro. Estuvo nominada al Oscar y ganó un Globo de Oro.

Jaime Foxx – Ray Charles. Ray se estrenó en 2004 y con sólo ver la actuación de Jaime Foxx se entiende porque ganó un Oscar. Foxx captó cada movimiento, cada gesto de Ray Carles. Claro que para interpretar ese papel pasó muchas horas junto al músico. Además físicamente se parecen mucho. También está muy bien Larenz Tate como Quincy Jones.

Val Kilmer – Jim Morrison. Recuerdo que fui a ver The Doors (1991) al desaparecido cine Mignon, ahí sobre Juramento. Eramos cinco o seis amigos que en aquella época nos matábamos con los Doors, los Stones, Hendrix y Janis. En aquél momento nos encantó la película. Hace un tiempo la volví a ver en cable y también me gustó. Kilmer está 10 puntos como Morrison. Gracias a la película volvieron a sonar en radios y boliches temas como Light my fire, Break on through y Roadhouse blues.

Beyoncé Knowles – Etta James. Beyoncé aparece a la mitad de la película (Cadillac Records, 2008) y realmente se hace notar, no sólo por su interpretación de Etta James sino porque también canta sus canciones que son de lo mejor de la banda de sonido. Ya había tenido un papel destacado en Dreamgirls (2006), pero aquí se pasa. Preciosa y conmovedora. La película cuenta la historia de Chess Records, en Chicago, donde Etta James fue una de sus principales figuras.

Joaquin Phoenix – Johnny Cash. Phoenix tiene rasgos definidos que conforman un rostro muy particular. Así que, a mi entender, interprete a quien interprete seguirá siendo Joaquin Phoenix. Claro que es un gran actor y, más allá de que no se parezca tanto, está muy bien como Cash en Walk the line (2004), aquí traducida como Johnny & June. Hasta sus versiones del Hombre de Negro son muy buenas.

Diana Ross – Billie Holiday. Lady sings the blues se estrenó en 1972 y contaba la trágica, autodestructiva y triste vida de una de las cantantes más maravillosas de la historia. Esta la vi hace muchos años y no tengo muy presente los detalles (me gustaría conseguirla y verla de nuevo). Aquí tenemos otro rol ganador: a Ross también le dieron el Oscar por su interpretación.

Marion Cotillard - Edith Piaf. Uf, que historia. Muy heavy. Terrible todo lo que pasó Edith Piaf en su infancia, en su adolescencia. En su vida en general. Un océano separó a Billie Holiday de la Piaf. Pero ambas cantaban con la profundidad de su dolor y voces poderosas. La actuación de Marion Cotillard en La Vida en Rosa (2007) le valió también un Oscar y muchos premios más.

Forest Whitaker - Charlie Parker. Dirigida por el jazz lover Clint Eastwood, Bird (1988) cuenta la historia del saxofonista Charlie Parker. Whitaker ganó el premio del festival de Cannes por su extraordinaria representación de Parker. El negro es muy buen actor. Hace poco vi una película (El Ultimo Rey de Escocia) en la que él interpreta con excelencia a Idi Amin, el sangriento dictador de Uganda.

Gary Oldman – Sid Vicious. La estrenaron en 1986, el año en el que Diego le pintó la cara a todos en el Mundial de México. Yo apenas tenía 13 años y fuimos con un grupete, entre los que estaban Carosella y Juki, a ver la película al cine Lido, sobre Cabildo, casi llegando a Puente Saavedra. Gary Oldman nos convenció a todos de que estaba poseído por Sid Vicious. A los pocos días de verla me compré el cassette de Never Mind the Bollocks y fui a la peluquería y me corté el pelo casi, casi como él (no tanto, claro. Me hubieran matado en casa).

Stephen Dorff - Stuart Sutcliffe. Backbeat (1994) cuenta la historia de los jóvenes Beatles cuando todavía el bajista era Stuart Sutcliffe, quien nunca llegó a grabar con ellos. Sutcliffe no era un gran músico, pero sí era muy amigo de Lennon (en la película lo interpreta Ian Hart) y luego abandonó la banda para dedicarse al arte. Murió en abril del 62 por una enfermedad que no le llegaron a diagnosticar. Gran actuación de Stephen Dorff.