viernes, 22 de mayo de 2009

La batea

Harry Manx – Mantras for madmen (2005). Acá tenemos a este tipo, Harry, que es de la Isla de Man y es muy bueno. Tan bueno que le gustó a mi amigo Brutus D.K., ¡realmente! El clima del disco es tan exquisito y melodioso que por momentos necesita unos interludios humosos para darle complejidad y ahí Harry se despacha con algún raga hindú. La verdad… me arrodillo ante este tipo. Where fools die, Never the Twain o Nothing fails like success son esos temas que cuando los escuchás no podés entender cómo no los habías oído antes. Y ni hablar del cover de The Band, It makes no difference. Superlativo. Harry es un maestro de la Mohan Veena , guitarra que sólo otro occidental pudo tocar con destreza: George Harrison.

Bruce Springsteen – Working on a dream (2009). Me gusta El Jefe. Pero no soy un fan. Me gustaba mucho en los ochenta. Me parecieron muy buenos sus discos folkies de hace un par de años. Y eso es todo. No esperaba mucho de éste, es más ni pensaba escucharlo. Pero vi la película El Luchador, con Mickey Rourke, que cierra con el mismo tema que este disco, The Wrestler, y le di play. Dicen que si Magic –su álbum de 2007- fue su alegato contra la era Bush, Working on a dream representa la nueva esperanza de Obama. Más allá de la política (los bombardeos siguen) la música de este disco es genial. Son hermosas canciones que no están destinadas a ser hits, por suerte. El primer tema, la épica Outlaw Pete, es de lo mejor que el jefe haya grabado en su carrera.

Ryan Bingham – Mescalito (2007). Recorría una disquería de Roma asombrado por la variedad y preso de los precios cuando vi la tapa de Mescalito. El hombre sentado en una ruta desierta, con el sombrero que le tapa la cara. Siempre me gustó la combinación música y rutas. Lo empecé a escuchar. Me quedé escuchándolo todo lo que pude. Me lo compré. No pude esperar, lo confieso. Los 13.99 euros se fueron de mis manos. Por suerte. Cuando lo escucho salgo de viaje: pienso en un joven Bob Dylan deambulando por la frontera entre Texas y México o en algún guitarrista tocando con slide en un bar cercano a Nashville. Bingham pertenece a una nueva generación de cantautores que respetan la tradición, suenan bien y merecen ser escuchados.

Marc Ford & The Neptune Blues Club (2008). Casualidad. El disco de Ryan Bingham fue producido por Marc Ford. Yo pensaba en Mark Ford, el hermano de Robben que toca la armónica. Pero estaba equivocado. Es el Marc Ford que tocó con los Black Crowes. Este disco no es decididamente un álbum de blues, pero sí tiene una perpetua atmósfera blusera. La guitarra de Ford es explosiva. Es psicodélica. Es hendrixiana. Es profunda. Es southern style. Todo el disco es muy bueno pero lo mejor está en el power de Main Drain, el trance de Freedom Fighter y el sentimiento de Mother’s Day.

Von Freeman – Good forever (2007). Me pasó algo parecido a cuando compré el disco de Ryan Bingham. Caminaba con V por las calles de Amsterdam. Estábamos relajados, disfrutando, cuando en nuestro camino se nos cruzó una pequeña disquería, pero inmensa en realidad. El cartel decía “Blue Note”. No había nada más que preguntar. Entramos. Sólo discos de jazz a precios no muy accesibles. Me empezaron a transpirar las manos. Quería diez o veinte. Pero eso no era posible. No. Entonces creo que agarré uno de Miles Davis que estaba en oferta. Mientras revisaba las bateas no pude dejar de oír lo que sonaba en el local. Pregunté quién era. Me cautivaba el swing de ese cuarteto. El sonido de ese saxo. No era barato, pero V me convenció y me lo llevé igual. Alto disco de jazz. Gran recuerdo.

Ian Siegal - Yo' Edjumikashun (1998). Este tipo es groso Y el disco es demoledor. Potente. Siegal es un violero fantástico. Tiene una voz tan naturalmente blusera que parece que empezó a cantar hace 50 años en el Delta del Mississippi. Pero no, es un inglés de mediana edad que entiende los blues, que se crió con el rock, que sabe apreciar el buen soul. Con o sin slide. Eléctrica o acústica. Da igual, es una bestia. Hay tres covers que son impresionantes: Tumbling dice, Papa was a rolling stone y Come rain or come shine.

Steve Earle – I feel alright (1996). Yo sé que éste y el anterior, el de Ian Segal, son de la década pasada. Pero los escuché por primera vez hace muy poco. Me excuso. Steve Earle es un sobreviviente del rock. Hace poco vi la serie The Wire y ahí tiene un pequeño papel, hace de un adicto en recuperación. Un personaje basado en su historia. Estuvo hasta las manos (como Clapton, como Winter, como tantos otros), un tiempo guardado. Este disco vino después, cuando ya estaba recuperado. Música de calidad. Piensen en una mezcla de Tom Petty, Townes Van Zandt, Hank Williams y los Rolling Stones de Sweet Virginia. Más o menos eso es I feel alright. Y la yapa es el último tema: un dueto con Lucinda Williams.

Wilco – Sky blue sky (2007). Mariana Iglesias, mi vecina de escritorio, me insistió: “Te presto el último de Wilco que te va a gustar”. Tenía razón. El segundo tema, You are my face, es como si lo tocara un Pink Floyd surgido del corazón de Texas. Either Way y Hate It Here son dos perlas. Después de escuchar este disco le di la oportunidad a otros de la misma banda, pero no me gustaron o me aburrieron. Pero Sky blue sky es muy relajado, introspectivo y melancólico. Es un disco al que, me parece, sólo se puede llegar a través de una recomendación.

Ray Davies – Workingman’s Cafe (2007). Me enteré de que había salido este disco un domingo leyendo a Rodrigo Fresán en Radar. “Bien, ese disco que acaba de aparecer, se llama Workingman’ s Café y se cuenta entre lo mejor que jamás haya grabado Ray Davies”, escribió Fresán. En la nota también contó que el álbum antes de salir a la venta fue entregado junto al Sunday Times del domingo. Me enamoré de este Workingman’s Cafe desde el principio. Tiene canciones tan buenas, tan alucinantes que, sumadas a la larga producción que tuvo con los Kinks, hace de Ray Davies uno de los mejores compositores de la historia del rock. Cuando escuchen este disco se van a dar cuenta que no exagero.

Donavon Frankenreiter - Recycled Recipes (2007). Este es un EP acústico de seis temas. El amigo Donavon, amigo de Jack Johnson, amigo de todos. Surfer, cool, buena onda. Las canciones aquí son todos covers y muy buenos. Empieza con Wondering where the lions are, de Bruce Cockburn. Sigue con Theologians, de Wilco, y Such a night, de Dr. John. La más conocida de todas es , tal vez, Fortunate son, de Creedence. Y las últimas dos son mis favoritas: It make no difference, de The Band, y Don't think twice, It's alright, del freewhelin’ Bob Dylan. Imperdible.

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