viernes, 29 de noviembre de 2019

La gala de Blues en Movimiento


Bob Stroger cerró el “Mes del Blues” de Blues en Movimiento en Lucille. Ese hombre, al que arriba del escenario le gusta decir que él es el blues, fue la certificación de que los chicos están haciendo las cosas bien. No es fácil organizar este tipo de eventos en la Argentina de hoy, pero ellos lo hicieron y el saldo fue muy positivo. Un emblema del blues local como Javier Martínez comenzó con el ciclo un mes atrás y una leyenda del blues Chicago lo cerró. Más no se puede pedir… bueno sí, que sigan adelante y no aflojen.

La noche del miércoles congregó a decenas de fanáticos del blues que fueron sin una idea clara de lo que iban a ver y escuchar, porque, a diferencia de los miércoles anteriores, la grilla del último show era una incógnita. Lucas Gavin y Mauro Diana, caras visibles de Blues en Movimiento, jugaron al misterio hasta último momento. La noche comenzó con Nacho Ladisa y Mariano Valdés, los Bluesmakers, con su propuesta de blues acústico inspirada en Sonny Terry y Brownie McGhee. Luego siguió la presentación vodevilesca de La Escuela de Armónicas, con Matías Fernández y Alejandro Yaques al frente, y Germán Pedraza, reconocido baterista de la escena local, esta vez acompañando en teclados. Siguió Xime Monzón con su blues de Chicago respaldada por Fede Verteramo y Juancho Hernández en guitarras, Florencia Rodríguez en bajo y Rodrigo Benbassat en batería. La banda hizo lo suyo, mucho Jimmy Reed y Walter Horton, y Aires de blues, el proyecto de Francisco Nemiña y Valeria Tiffenberg, acompañó bailando arriba y abajo del escenario. De a poco, los bailarines fueron contagiando su onda danzante al público que se extendió hasta el show siguiente, el del maestro Bob Stroger.

El viejo y querido Bob apareció en escena mientras Roberto Porzio, Mauro Diana, Anahí Fabiani y Gabriel Cabiaglia interpretaban los primeros acordes de Don’t you lie to me. El rumor de que Bob iba a salir a cantar ya se había instalado en gran parte del público, pero cuando apareció se pudo ver algunas expresiones de sorpresa en muchos de los asistentes. Con su voz repleta de blues interpretó Standed, de Little Junior Parker, y luego Bad boy, el clásico de Eddie Taylor. Siguió con Blind man, esta vez tocando el bajo, y luego se sumergió en una versión low down de Key to the highway, con la que aprovechó para bajar a cantar entre el público, besar a algunas mujeres y, para que no haya celos a la vista, presentar a su esposa. El público pidió una más y Bob y la banda respondieron con Sweet Home Chicago.

Después hubo unos sorteos -vinilo de Keith Richards, un whisky, slides, clases en la Escuela de Blues, una cena- que los organizadores trataron de transparentar, aunque la presencia de un escribano como el recordado Prato Murphy no hubiese estado de más. Y la noche siguió con una jam de la que participaron músicos de Los Gardelitos, Gastón Videla (de Viticus), Julián Kanevski, Camilo Petralia, Juani Saullo, Miguel Ángel Romeo y Yair Lerner, entre otros.

Fue una gran velada blusera, la gala de Blues en Movimiento, en la que además de muy buena música y una leyenda del blues en vivo se pudo compartir la hermandad detrás de un proyecto independiente que no para de crecer.

lunes, 11 de noviembre de 2019

Fuimos reyes


¿Somos los argentinos el mejor público de rock del mundo? La creencia popular así lo indica y algunas figuras internacionales, no exentas de demagogia, lo afirmaron en varias ocasiones. Ramones, Megadeath y Motörhead son algunos ejemplos y AC/DC selló su amor incondicional por nosotros cuando en 2011 editó el DVD Live at River Plate. Y ahora nos honran los Rolling Stones, nada más y nada menos que ellos, la banda más grande de la historia del rock. Eligieron su show del 5 de abril de 1998 en el Monumental para lanzar un nuevo álbum: Bridges to Buenos Aires.

La relación de los Stones con los argentinos se remonta a casi sus inicios. En 1965, cuando la banda británica llevaba apenas un par de años en escena, Los Gatos Salvajes, con Litto Nebbia al frente, grabó una versión de Little red rooster. Si bien el tema es un blues compuesto por Willie Dixon, los rosarinos se inspiraron en la versión que ese mismo año habían grabado Jagger, Richards y compañía. Desde entonces, ese vínculo fue creciendo y consolidándose.

A mediados de los ochenta, surgieron los “rolingas”: pibes con flequillo y jardinero que comenzaron a multiplicarse como gremlins en los barrios porteños y del conurbano. Y aparecieron los grupos que le dieron voz: Ratones Paranoicos, Los Piojos, Blues Motel, Viejas Locas, todas bandas que reproducían el sonido stone pero con letras propias.

Mick Taylor fue el primer stone en venir al país, aunque ya no estaba en el grupo desde hacía varios años. Lo hizo como telonero de Eric Clapton en 1990. Dos años después, el 7 de noviembre de 1992, llegó Keith Richards y con su visita firmó un pacto de amor para siempre. Tres años más tuvieron que pasar hasta que la banda completa vino a Buenos Aires para presentar en River el disco Voodoo Lounge y repasar sus viejos clásicos. Fue la primera de cuatro giras: volvieron en 1998, 2006 y 2016, esta última mudaron sus imponentes shows de Núñez al Estadio Único de La Plata.

En todo ese tiempo la relación con el público fue adquiriendo un carácter sagrado. A un fanático no le alcanzaba con ir a verlos a un solo show, sino que se compraron entradas para todos los conciertos que dieron. Algunos viajaron a Montevideo, San Pablo, Río o Santiago de Chile para verlos también allí. Y después aparecieron personajes como Diego Perri, que siguió a la banda por todo el mundo e incluso escribió un libro, República Stone, en el que relata sus travesías y la relación de los Stones con el público, la prensa y los políticos en la Argentina. Pero no es el único libro de edición local vinculado a ellos: José Bellas y Fernando García escribieron 100 Veces Stones-Historias Argentinas de sus Majestades Satánicas; Javier Sinay publicó Cuba Stone, una crónica de la presentación de la banda en la isla caribeña; y Juan Cruz Revello lanzó por Gourmet Musical Ediciones La Lengua Universal-Fans de los Rolling Stones Alrededor del Mundo. Hubo -y hay- bares temáticos como 40x5 Tributo Bar, y decenas de clubs de fans. También están los coleccionistas, esos locos que capaces de vender hasta un riñón por una grabación pirata de un concierto o que buscan todas ediciones que puedan conseguir de un mismo álbum -la estadounidense, la europea, la japonesa, la argentina- por más que tenga los mismos temas.

Hace unos meses, los Stones iniciaron una nueva gira mundial luego de que Mick Jagger, el sempiterno Mick Jagger, se sometiera a una cirugía cardíaca que obligó al grupo a postergarla algunas semanas. En uno de esos conciertos, en el estadio MetLife de Nueva Jersey, unos fanáticos se hicieron presentes con una bandera que decía “Argentina… The most ‘Stone’ country in the world” (“Argentina… El país más 'Stone' del mundo”) que captó la atención de Keith Richards. El guitarrista tuiteó la imagen y escribió: “Saw you guys! (Los vi chicos)”. En 2016, en Las Vegas, sucedió algo similar con otro grupo de fans argentinos. Le arrojaron una bandera a Jagger y el cantante la tomó y la puso arriba del bombo de Charlie Watts. Ese mismo año, pero después del último show en el Estadio Único, el cantante tuiteó directamente en español: “¡Gracias Argentina por estas increíbles tres noches en La Plata! ¡Definitivamente acá hacen el mejor pogo del mundo!”.

Ahora, con el dólar por las nubes, que aleja la posibilidad de que vengan en el corto plazo debido a los altísimos costos, la banda desempolva de los archivos aquel concierto magnífico que dieron en River y que nos remonta a 1998, durante el ocaso del menemismo. Lo interesante de este show -que salió a la venta en formato de cd doble con DVD o Blu Ray y LP un tanto costosos- es que nunca había circulado ni siquiera como pirata, como sí había ocurrido con otros recitales suyos en nuestro país. Sólo habían registrado oficialmente la canción Saint of Me grabada en River en el álbum No Security.

La presentación del lanzamiento de Bridges to Buenos Aires se hizo en el microcine del estadio de River y asistieron unos cuantos fans luciendo sus característicos flequillos, sus remeras con la clásica lengua stone y otras imágenes icónicas de la banda.

El comienzo del recital lo encuentra a Jagger activo como siempre, contorneándose, saltando y corriendo de punta a punta del gran escenario, mientras canta (I Can’t Get No) Satisfaction y luego Let’s spend the night together. Richards y Ron Wood arremeten con esos riffs demoledores sin dejar de fumar, muy relajados, como si estuvieran solos en un bar y no ante 70 mil personas. La cámara toma al público. La marea humana es imponente. Se mece al ritmo de la música como en trance. En algún plano más corto se ve a esos jóvenes hace 21 años, hacinados contra la baranda, a metros de sus ídolos. Los ojos desorbitados de felicidad, todos transpirados y rezando las letras como si fueran el Padre Nuestro.

“Qué bueno es estar aquí de vuelta”, dice Jagger en un español dificultoso, pero entendible. En Gimme Shelter sobresale la voz y la figura imponente de Lisa Fisher y la ovación del estadio se funde con los aplausos de los fans que están en el microcine del estadio. Saint of me y Out of control van de la mano y el estadio enloquece. Pensar que en ese momento eran temas nuevos que habían salido en el disco Bridges to Babylon y ahora ya son parte del interminable listado de clásicos de la banda. Cuando termina Miss you aparece en escena Bob Dylan y la foto de ese instante es historia pura. El grupo de rock más grande del mundo y al cantautor más importante del siglo XX. En Buenos Aires. Juntos a la par. Hoy, 21 años después, se los puede volver a ver y escuchar. No importa el arranque en falso de Dylan en Like a Rolling Stone. Eso es apenas un detalle. Lo trascendental fue aquella ofrenda de la banda para su público. Para nosotros. Porque podrían haber elegido cualquier otro show de los muchos que dieron en años alrededor del planeta. Pero no. Eligieron éste, un momento único entre los pastores y su rebaño que hoy se ve en todo el mundo y es una certificación de que somos el país más stone de todos.


Nota publicada en La Agenda Revista

martes, 5 de noviembre de 2019

Los mejores temas de los Stones cantados por Richadrs


Una de las características esenciales de las canciones de los Rolling Stones es la poderosa y distintiva voz de Mick Jagger, pero en la vasta discografía de la banda aparecen algunas joyas que no fueron cantadas por él. En esos temas, que no superan la veintena en más de 50 años de rock & roll, sobresale la voz rasposa y cautivante de Keith Richards. Acá los diez mejores:

10 - Connection (Between the buttons, 1967). En la versión original, editada en Between the buttons, Richards hace las armonías vocales, pero con el tiempo el tema se volvió uno de sus emblemas en vivo. De hecho, la cantó decenas de veces durante el Voodoo lounge Tour y el Bigger Bang Tour, así como en su gira solista de 1988. La letra refleja lo que los Stones vivían por aquél entonces: muchos viajes, aeropuertos y requisas de sus maletas en busca de drogas en cada una sus “conexiones”.


9 - Salt of the earth (Beggars banquet, 1968). Keith canta el primer verso de este magnífico tema cuya letra está dedicada a la clase trabajadora. “La sal de la tierra” refiere a un fragmento de la Biblia: «Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres» (Mateo 5:13). Sobresale el slide de Richards, el piano de Nicky Hopkins y la majestuosa irrupción vocal del Watts Street Gospel Choir.


8 - The Worst (Voodoo lounge, 1994). Es una balada acústica de aire campestre en la que Ronnie Wood toca el pedal steel guitar y Frankie Gavin aporta el sonido de su violín. En la letra, Richards le advierte a un amigo o amante que se mantenga lejos de él porque es “el peor tipo de hombre para tener cerca”: “No deberías pegarte a mí / Confías demasiado en mí, ya verás / Quédate con todo el dolor / Es tuyo de todas maneras”.


7 - Can’t be seen (Steel wheels, 1989). Fuerza demoledora y melodía pegadiza. Sobre un riff infernal de guitarra y unas líneas de bajo de Bill Wyman memorables dice: “Ni siquiera puedo dormir contigo / Siempre estoy despierto / No puedo ser visto con vos / Es por tu propio bien / Vos sos mejor que todos modos”. También quedó registrada en el álbum en vivo Flashpoint (1991).


6 - Thief in the night (Bridges to Babylon, 1997). La canción, que recurre a una expresión bíblica sobre lo impredecible, fue escrita por Jagger, Richards y su técnico de guitarra Pierre de Beauport. Según explicó el propio Keith, el tema refiere a muchas de las mujeres que pasaron por su vida. Las primeras tomas las grabó Jagger, pero nunca encontró el tono exacto y el productor Don Was se inclinó por la vocalización del guitarrista, que en el mismo disco es la voz principal en You don’t have to mean it y How can I stop.


5 - This place is empty (Bigger bang, 2005). Otra hermosa balada agridulce con el sello de Keith. Comienza con unos acordes de piano y enseguida se suma la guitarra -ambos tocados por él mismo- mientras su voz entona las primeras estrofas. Luego llega la base rítmica con un coro sutil que acompaña la profunda entonación, al tiempo que Mick Jagger toca la guitarra con slide.


4 - Before they make me run (Some girls, 1978). La letra está relacionada con su arresto en Toronto en 1977 por posesión de heroína y el tratamiento de desintoxicación que comenzó después para poder afrontar el juicio. Él cantó, tocó la viola y el bajo, mientras que Ron Wood se encargó del pedal Steel guitar, Charlie Watts de la batería y Jagger acompañó en coros.


3 - Happy (Exile on Main St., 1972). Según contó Richards, compuso este tema en la mansión que tenía la banda en la villa Nellcôte, en el sur de Francia, en 1971, y cuatro horas después la grabaron. La formación es curiosa: Keith en bajo y guitarra, Mick Taylor en guitarra, Bobby Keys con maracas, Nicky Hopkins en piano, Jimmy Miller en batería y Mick Jagger en coros. La tocó una infinidad de veces en distintas giras de los Stones y también como solista.


2 - Little T & A (Tattoo you, 1981). Esta debe ser una de las canciones más stone que la banda haya editado jamás. Rock & roll en estado puro, guitarras al frente y la voz de Richards cantándole a “todos los buenos momentos que viví con personas a las que vi una o dos veces en mi vida”. Con los nacimientos de sus hijas Theodora (1985) y Alexandra (1986), la canción cobraría un nuevo significado: las pequeñas T & A. Aunque Richards aclaró que cuando escribió la canción sus hijas no eran ni siquiera un proyecto.


1 - You got the silver (Let it bleed, 1969). Es la primera canción de los Stones cantada enteramente por Keith Richards. La letra está inspirada en Anita Pallenberg, quien por aquel entonces era su pareja. Además, es una de las dos últimas canciones en las que tocó Brian Jones. Durante las sesiones de grabación, Jagger cantó una versión que finalmente fue descartada, pero se volvió un clásico de los bootlegs. La canción tiene un ritmo distinto a todas las del álbum y sobresale por la guitarra de slide de Richards y el piano de Nicky Hopkins. Sin dudas, el tema más emocional y conmovedor de Keith.



La nota fue publicada en el sitio Rockomotora