domingo, 29 de mayo de 2016

Sale el Sol


Hace algunos años la revista Rolling Stone la ubicó entre los 100 mejores guitarristas argentinos. Una distinción importante para una chica que es reconocida dentro del ambiente del blues aunque no tanto por quienes están fuera de ese circuito. Sol Bassa estudió con Botafogo y Rafa Nasta, tocó con las Blusettes de Ciro Fogliatta y, por sobre todas las cosas, se hizo habitué de cuanta jam blusera surgiera en Buenos Aires. Allí, entre músicos, empezó a demostrar que es dueña de una técnica exquisita y que se atreve a desafiar a los convencionalismos del género, curiosamente, manteniendo un nexo fuerte con la tradición. Teniendo en mente ese background, y después de escuchar varias veces su flamante álbum, es cuando uno logra comprender, en toda su dimensión, la literalidad del título. Dedos negros es mucho más que una frase suelta o un enunciado. Es su designio.

Dedos negros son los de Sol Bassa cuando empiezan a recorrer las cuerdas de su guitarra en ese primer tema que acapara mucho blues y lo moldea como quiere, como si fuera plastilina, y luego lo devuelve a su estado original. Estira las cuerdas, agita la palanca, mientras la armónica de Ximena Monzón serpentea entre acordes y riffs demoledores. Un comienzo fulminante. El gato y el ratón, la canción que sigue, fue el adelanto del disco que Sol Bassa hizo circular por las redes sociales. En un mismo tema, de poco menos de cuatro minutos, ella logra distintos climas, algo así como varias canciones en una misma, con unos solos de antología.

En Mambo vehicular, combina el poder de su slide con las teclas de Ciro Fogliatta y un toque latino que recuerda a las interpretaciones instrumentales de Rick "LA" Holmstrom. En Guitarrería 1480 deja la eléctrica de lado y se sumerge en notas campestres con una acústica. Bajo los cielos de Turdera tiene un comienzo bucólico con slide que va ganando en intensidad como si Ry Cooder estuviera arengándola, pero hay un corte y un cambio en el que la batería de Rodrigo Benbassat marca el nuevo pulso de la canción con el vibrante acompañamiento del bajo de Nicolás Silva.

En #41, esta vez con el pulso certero de Florencia Rodríguez en el contrabajo, Sol Bassa elabora un intrínseco ritmo de blues , con retazos country y, por momentos, un leve feeling hawaiano. Con Alí el campeador endurece el marco armónico, la guitarra suena férrea y los punteos son de una intensidad sobrenatural, los teclados de Fogliatta surgen a la mitad del tema y dan un respiro hasta que Sol Bassa contraataca con vigor zeppelinezco . Entre cables mantiene una correlación con el tema anterior en cuanto a la dinámica interpretativa, aunque aquí la guitarra suena un tanto más funky. El final del disco la encuentra acompañada por uno de los mejores exponentes del slide, el lap steel y el country blues del país, Santiago "Rulo" García. Juntos, más el toque místico de los teclados de Anahí Fabiani, se sumergen en la balada Canción para Guadalupe. Pero no dejes de escuchar en cuanto termine porque aparece una sorpresa, un track oculto en el que le conocemos la voz a Sol Bassa y da la sensación de que es el comienzo de su próximo álbum.

El disco, de principio a fin, está lleno de matices, diferentes texturas y una paleta colorida de influencias musicales que, sobre el lienzo de la partitura, pasa de la forma a lo abstracto y vuelve sobre sí mismo una y otra vez. Además del talento de la artista fue clave el rol de Daniel De Vita en la producción y masterización.

Sol Bassa logró dos cosas importantes: una es que su disco debut merezca la máxima calificación; y la otra es que un álbum instrumental no resulte aburrido o repetitivo, sino todo lo contrario. El amanecer de esta joven guitarrista es un buen augurio para el futuro. Siempre es bueno cuando sale el Sol.


sábado, 21 de mayo de 2016

Pappo, ¡presente!


Y ahí estaban todos ellos, con su historia a cuestas, que sintetiza buena parte de la gran historia del blues local. Juntos, arriba del escenario, cantando Sube a mi voiture y Longchamps boogie. Tres guitarras entrelazadas, una armónica solitaria y decenas de palmas aplaudiendo y arengando al público que ya para entonces había dejado la comodidad de las butacas para agitar al ritmo de la música. Y todo por Pappo, el emblema de la guitarra blusera argentina. El hombre que nos dejó un cancionero único e inigualable. El Carpo del pueblo. El de los bluseros, el de los rockeros, el de los fierreros.

Jueves a la noche en el Teatro ND. La sala estaba prácticamente llena para ver un espectáculo emotivo y solidario. La presentación en vivo del CD y DVD El Blues local más vivo que nunca, El evento, organizado por Guille Krassner, tuvo dos objetivos claros: honrar a la memoria de Norberto Napolitano y recaudar dinero para la obra Don Orione.

La apertura del show estuvo a cargo de La Vieja Ruta con un tema de la última época de Pappo, Rock & roll y fiebre. Y así comenzaron a pasar los músicos y las canciones: Gady Pampillón, Sarcófago, Daniel Raffo, Los Chevy Rokcets, Krassner, Solitario Juan, Con Elvira es otra cosa, Tomé demasiado, Katmandú, Martín Luka, Matías Cipilliano, Perro Gorosito, Claudio Kleiman, Conejo Jolivet, Claudio "Catiti" Cabral, El tren de las 16, Nunca lo sabrán, Carlos Gardellini, Willy Quiroga. Entre tema y tema, un par de auxiliares corrían contrarreloj para acomodar los instrumentos de los músicos que vendrían después. Como para matizar las esperas se pasaron algunos de los videos del DVD con músicos que no pudieron asistir a la velada como por ejemplo el fallecido Negro García López, Litto Nebbia o el español Javier Vargas.

Los momentos más celebrados de la noche fueron la presentación de Ricardo Tapia que, con una guitarra resonadora, su armónica y el acompañamiento de Krassner en batería, regaló una exquisita versión de Gris y amarillo; y la aparición del Claudio Gabis junto a la renovada versión de Memphis, la Blusera, para interpretar el tema más versionado del Carpo, Desconfío. Gabis, además, junto a Frans Banfield, hicieron el clásico de Manal, Una casa con diez pinos, que Pappo hizo propio en su disco Blues local.

"Y dale Pappo, dale dale Pappo", cantaba el público con ganas. Hubo mucha emoción, pero para nada empalagosa. En la platea estaba Liliana, la hermana de Pappo, y muchos de los músicos le hicieron la reverencia. Claudia Puyó y el Tano Marciello rockearon fuerte con Adónde está la libertad y el cierre quedó en manos de Alambre González que, con su voz tan particular, impuso presencia con Whisky malo. Los bises tuvieron su anticipo cuando Puyó cantó El hombre suburbano -"Es la primera vez que voy a cantar esta canción", dijo- con Alambre incendiando su viola.

Pappo lo debe haber disfrutado. Porque estaban muchos de sus amigos y porque sus canciones, a más de diez años de su muerte, están más vigentes que nunca.

Pappo, ¡presente!

lunes, 16 de mayo de 2016

Cinco estrellas


Darío Soto & Soulville - I came from the south. La altura interpretativa que logró Darío Soto junto a los músicos que lo acompañan en su flamante álbum es sorprendente. Todo encaja a la perfección: el sonido cuidado, la elección de los temas, el ensamble y los solos de cada uno de los protagonistas. El disco comienza con la sublime How blue can you get, en la que el guitarrista Juanma Torres se lleva toda la atención con unos punteos exquisitos. La banda se sumerge en Judgement day, de Snooky Pryor, con Hernán Fridman marcando la introducción con el contrabajo para que Soto entre en escena soplando su armónica con la fuerza de un viento huracanado. El resto del disco sigue entre el blues y el soul. Soto eleva su canto apasionado tanto en la animada Ain't that love, de Ray Charles, como en un blues lento y profundo como This time I'm gone for good. Tavo Doreste aporta su toque al piano, a veces de manera sutil y discreta, y otras, como en Something you got o Remenber me, con un protagonismo exclusivo. En ambos casos, cumple su rol a la perfección. I came from the south (Vine del sur), el único tema propio y que da nombre al disco, tiene un entusiasta clima soulero apuntalado en el hammond de uno de los invitados, Nandu Aquista, y los solos refinados de Torres. El tema es tan bueno que debería ser la piedra basal de la próxima etapa de composición de la banda, que completan el bajista Pablo Martinotti y el baterista Gody Napol. Otros músicos que participan en el álbum son Nico Raffetta en hammond, Mariano Slaimen en armónica y Santiago "Rulo" García en guitarra con slide. Soto, elogiado por el mismísimo Tad Robinson, tiene un registro brillante que combina la escuela de Stax con la de Motown. Es por eso que se anima a interpretar temas de Otis Redding, Sam Cooke o Stevie Wonder con absoluta confianza y mucha destreza. Y le sale muy bien.

César Valdomir - Working for the blues. El disco de César Valdomir merece también cinco estrellas. Este armoniquista y cantante porteño radicado en Córdoba, que aprendió con Adrián Jiménez y Rubén Gaitán, tiene un estilo más volcado al blues de Chicago. Si bien por momentos se nota que busca un sonido bien tradicional, se permite algunas licencias que hacen que el disco resulte muy ameno e interesante. Como si fuera un equipo de fútbol ofensivo, Valdomir ataca desde el minuto uno con una enérgica versión de Rocker, de Little Walter. La presión adelante es férrea con el instrumental de su autoría, Working for the blues, que ratifica más adelante con un tema dedicado a su mujer, Lore blues (Midnight hour) y un tributo al gran George "Harmonica" Smith. La banda que lo respalda es una selección de verdaderos talentos jóvenes. Además del guitarrista Alejandro Saúl, su violero cuando juega de local en Córdoba con los Blue Midnight, participan Dany De Vita (guitarra), Mauro Diana y Mariano D'Andrea (bajo), Pato Raffo y Walter Loscocco (batería) y, aquí también, Nico Raffetta y Rulo García, entre otros. Pero hay un invitado que acapara toda la atención, un jugador experimentado de nivel internacional que suma para el equipo. John Primer colabora con su toque clásico de guitarra y canta en dos canciones de Muddy Waters: Take the bitter with the sweet y Walking thru the park. Valdomir suena de manera convincente cuando contraataca con Baby what you want me to do o como cuando se defiende con la dulce melancolía jazzera de I left my heart in San Francisco. Al disco le queda una jugada más: la interpretación vocal de John the Revelator que rinde culto a la tradición del gospel y el blues más profundo, en la que lo acompañan Matías Lubrina, Meli Gutiérrez, Lucas Salvatierra, Juli Villarreal, Juano Maldonado y Malen Panichelli, integrantes del Coro Gospel Kumbaya. De punta a punta, es un álbum de blues en estado puro interpretado con mucha garra.

lunes, 9 de mayo de 2016

Mucho más que dos


¡Si habremos visto el VHS de este concierto a comienzos de los 90! Era uno de los pocos recitales fr blues que circulaban por aquí entre los que, por entonces, descubríamos un mundo nuevo alrededor de la música surgida en el Mississippi. Johnny Winter era el héroe de la guitarra alternativo a la locura que despertaba Stevie Ray Vaughan, y Dr. John era una figura enigmática para la gran mayoría. La buena noticia es que MDV Visual acaba de editar en CD la mítica presentación que el albino y The Night Tripper realizaron para la televisión sueca en 1987.

Ese año, Winter finalizaba su contrato discográfico con Alligator Records y estaba en uno de los mejores momentos de su carrera. Eso queda de manifiesto desde el mismo inicio del show cuando el tornado texano arremete con Sound the bell, del disco Serious business. Armado con su guitarra Lazer lanza unos solos lacerantes mientras Jon Paris sostiene el ritmo con el bajo y Tom Compton golpea con una fuerza inusitada la batería. La banda redobla el temperamento inicial en Don't take advantage of me: más de diez minutos en los que el blues y el rock alcanzan uno de sus momentos de mayor intensidad.

El trío se lanza con Mojo boogie. Winter suena feroz y eterno. El slide acribilla como una metralla. El ritmo es denso y Jon Paris sobrecarga el flujo musical con un solo de armónica brutal. Es entonces cuando Winter presenta a Dr. John. Los primeros acordes del piano así lo confirman. Su voz inconfundible surge de inmediato con la letra de You lie too much, mientras que Winter y Paris sostienen los coros. Winter y Dr. John se reparten estrofas de Sugar sweet y Paris vuelve con la armónica que fluctúa entre los solos de piano y guitarra. El ritmo frenético se toma un descanso de siete minutos mientras otras vez la dupla combina voces en Love, life & money. El final con Jumpin' Jack Flash es tan demoledor que después prácticamente no quedan fuerzas para seguir con otra cosa.

Este disco captura la energía, la tenacidad y el talento de dos de los más grandes músicos de la historia de la música popular norteamericana, y me animo a decir que es una de las dos o tres grabaciones en vivo más excitantes de Johnny Winter. Un álbum que nadie debería dejar pasar.


domingo, 1 de mayo de 2016

La primera grabación de Muddy Waters

Henry "Son" Simms y Muddy Waters
"Oímos hablar con frecuencia de esos momentos decisivos en que se descubre un gran talento creativo, pero es muy poco habitual que podamos ser testigos de cómo se desarrolla todo el proceso, paso a paso. Daríamos una fortuna por tener la posibilidad de seguir a Brian Epstein, el 9 de noviembre de 1961, cuando fue al Cavern Club a escuchar a unos chicos de Liverpool que acababan de empezar a actuar con el nombre de los Beatles. O por escuchar la prueba que hizo Elvis para Sun Records en la casa de Scotty Moore el 4 de julio de 1954 (...) Cuando Keith Richards se encontró con su amigo de la infancia Mick Jagger en un tren en 1961...". En su libro, Blues- La música del Delta del Mississippi, el músico e investigador Ted Gioia compara esos hitos de la historia del rock con el día en que Alan Lomax descubrió a Muddy Waters en una precaria cabaña de la plantación Stovall, en las afueras de Clarksdale. La diferencia entre todos los otros acontecimientos y éste es que Lomax grabó ese encuentro y lo inmortalizó.

En pocas semanas se cumplirán 75 años de ese histórico momento.

Plantación Stovall
McKinley Morganfield había nacido el 4 de abril de 1913 en Rolling Fork, un poblado del Mississippi ubicado sobre la ruta 61, al sur de Clarksdale, aunque algunos investigadores señalan que el año de nacimiento pudo haber sido 1914 o 1915 y el lugar la pequeña comunidad rural de Jug's Corner, en el condado de Issaquena, cercana a Rolling Fork. Su madre murió cuando tenía tres años y entonces el pequeño se fue a vivir al norte con su abuela. Cuando Lomax llegó a Stovall en busca de un joven de talento similar al de Robert Johnson al que llamaban Muddy Water -se lo conocería por el plural tiempo después- se encontró con un muchacho de veintitantos que había pasado gran parte de su vida manejando tractores, recogiendo algodón y cosechando maíz.

Alan Lomax
A fines de agosto de 1941, Lomax y el profesor de la Universidad Fisk John Work, que estaban registrando músicos del Delta para la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, descargaron de su auto el pesado equipo portátil de grabación frente a la cabaña en la que vivía Muddy Waters. Tras una breve presentación, en la que Lomax lo convenció de que no era un agente gubernamental que lo buscaba por contrabando de moonshine y tocó algunos acordes con una guitarra Martin que llevaba consigo para tranquilizarlo, el músico aceptó que lo grabara. En esa espontánea y trascendental sesión, Muddy Waters grabó tres canciones: Country blues, I be's troubled y Burr Clover farm blues, esta última acompañado en segunda guitarra por Henry "Son" Simms. Además, Lomax grabó la entrevista en la que Muddy Waters respondió preguntas sobre cómo compuso los temas, la técnica del slide y quiénes eran sus influencias, entre otras cuestiones relacionadas con lo musical.

Muddy Waters quedó realmente sorprendido cuando se escuchó a sí mismo y eso fue la llave que abrió la puerta de una gran carrera, que lo llevó, algunos años más tarde, a convertirse en el padre del blues de Chicago.

Lomax volvió al año siguiente y lo grabó de otra vez, ahora acompañado por Simms en violín y guitarra, y otros músicos de la zona como Charles Berry, Louis Ford y Percy Thomas. Recién en enero de 1943, la Biblioteca del Congreso editó Country blues y I be's troubled bajo el nombre de McKinley Morganfield. Muddy recibió un pago de 20 dólares. Ambos temas serían parte de su repertorio durante gran parte de su carrera aunque bajo otros títulos y con la letra sensiblemente diferente: Feel like goin' home y I can't be satisfied.

En 1966, el sello Testament editó el LP Down on Stovall Plantation con esas grabaciones. Pero la versión definitiva apareció recién en 1993 cuando Chess/MCA lanzó el CD The Complete Plantation Recordings, una obra que incluye los tres temas de 1941, más otros 15 de de 1942 y parte de las entrevistas realizadas, en las que incluso se pueden escuchar los pasos de Alan Lomax recorriendo el rústico piso de madera de la cabaña en la que vivía Muddy Waters. Esas grabaciones junto con las de Robert Johnson en San Antonio y Dallas en 1936 y 1937; y las de Charlie Patton, Son House, Willie Brown y Louise Johnson para Paramount en 1930 son las más importantes de la historia del blues del Delta de pre guerra. Son, efectivamente, el comienzo de todo lo que vino después.