domingo, 3 de mayo de 2020

La absurda muerte de Curtis, el Rey

Tuvo una muerte absurda e inesperada, como tantas otras muertes. Pasó cuando estaba en el mejor momento de su carrera. Cuando su nombre era sinónimo de talento y prestigio. Desde entonces sus restos descansan en el Pinelawn Memorial Park, en Farmingdale, Nueva York, el mismo en el que están enterradas dos glorias del jazz: John Coltrane y Count Basie.

King Curtis fue un emblema del saxo. A diferencia de tantos otros músicos extraordinarios, Curtis nunca se encasilló en un género o estilo. Tocó rhythm and blues, rock and roll, soul, blues, funk y jazz, y grabó infinidad de discos como solista o acompañando a músicos como Wynton Kelly, Buddy Holly, Champion Jack Dupree, The Coasters, Aretha Franklin o John Lennon. Era un saxofonista sofisticado, con altas dosis de swing en sangre y un groove irreprochable. Se lucía tanto con el saxo tenor, el alto o el soprano.

John Lennon y King Curtis
Era texano, de la ciudad de Forth Worth y si bien todos lo llamaban Rey, su verdadero nombre era Curtis Ousley. Había nacido el 7 de febrero de 1934 y no tardó mucho en mostrar sus inclinaciones musicales. Empezó con el saxo cuando todavía era un niño y nunca más lo dejó. Por aquella época escuchaba lo que podía en la radio. Así fue como descubrió a Lester Young y a Louis Jordan, sus máximas influencias. El instrumento se convirtió en una extensión de su ser. Tanto que lo hizo dejar la escuela para sumarse, con 16 años, a la banda de Lionel Hampton. En 1954, se instaló en Nueva York donde se convirtió en uno de los músicos de sesión más buscados de la ciudad. Un día podía grabar con Sam Cooke y al otro con Bobby Lewis.

Duane Allman y King Curtis
Los sellos discográficos se peleaban por él. Grabó como solista para Atco, entre 1958 y 1959, y para Prestige, entre 1960 y 1961. Uno de sus singles, Soul twist, de 1962, editado por Enjoy Records, fue número uno del ranking de R&B. Los dos años siguientes grabó para Capitol Records y en 1965 lo hizo para Atlantic. Memphis soul stew y Ode to Billie Joe son sus hits de esa época. Trabajó codo a codo en la producción con Jerry Wexler y se comprometió de lleno con Aretha Franklin para liderar su banda, The Kingpins. Cuando la década del 60 se encaminaba hacia su ocaso, Curtis grabó con dos de los guitarristas más extraordinarios que hayan pasado por este mundo: Jimi Hendrix y Duane Allman.

La calurosa noche del 16 de agosto de 1971, Curtis estaba en su departamento de Nueva York, sobre la calle 86, con algunos amigos. El aire acondicionado estaba al máximo y uno de sus invitados le pidió que lo bajara un poco. Para eso, Curtis tuvo que e ir hasta el sótano del edificio. Cuando bajaba las escaleras se encontró con dos adictos que se estaban escondiendo para consumir heroína. Curtis les dijo que se fueran de allí, pero uno de ellos se resistió. Hubo insultos y un forcejeo. El desconocido sacó una navaja y le asestó una certera puñalada en el pecho, a la altura del corazón. Herido, Curtis le arrebató la navaja y le provocó seis cortes a su atacante. El músico quedó tendido en el piso, mientras que el otro escapó. Una ambulancia trasladó al músico al Hospital Roosevelt, pero llegó muerto. El agresor, identificado como Juan Montañez, de 26 años, logró sobrevivir y fue detenido al llegar por sus propios medios al mismo centro médico. Tiempo después fue condenado por homicidio. Así de triste y repentino fue su final.

Su muerte causó una gran conmoción y el funeral fue una verdadera celebración a su vida y su música. El sermón lo realizó el reverendo Jesse Jackson, importante líder político y social de los EE.UU., y Aretha Franklin y Stevie Wonder lo despidieron cantando. El Rey ha muerto ¡Viva el Rey!

3 comentarios:

Mississippi Danny dijo...


bonita reseña, triste final

Juan Urbano López dijo...

Buena historia, Martin. King Curtis además produjo y tocó en los dos discazos de Freddy King en Cotillion, la subsidiaria de Atlantic. Un verdadero genio.

Cristina Aguayo dijo...


Ok subscribo.