El 18 de octubre de 1996 enloquecí. Fue en la cancha de River. Estaba parado en el campo de juego, de la mitad para atrás, con Hueso y otro personaje que el tiempo decantó y no viene al caso siquiera mencionarlo. Cuando digo que enloquecí no exageró. En aquella época estaba muy metido en el blues, y el rock para mí era el de los sesenta. Pero tampoco tenía la cabeza en un pozo y, pese a que los doce compases me absorbían casi todo el tiempo, compré la entrada y fui a ver a AC/DC. Y fue tremendo. Sentí que la cabeza me giraba como a Linda Blair en El Exorcista, que las venas se me hinchaban como a Hulk enojado y que gritaba como un hincha enfervorizado. Tanto pero tanto me impactó ese recital que está entre los diez mejores recitales que vi.
Ahora, trece años después me volví a contagiar de la fiebre rocanrolera que te produce AC/DC, la banda más fiel a su estilo, la que define la esencia del ROCK AND ROLL con mayúsculas. La misma vieja fórmula. La música, las canciones, las corridas y el trajecito de Angus, la boina de Brian Johnson y un poco de pirotecnia. Eso es todo. No hay trucos.
Nos costó llegar a River. Libertador y las demás calles estaban colapsadas. Sabíamos que empezaba a las nueve en punto. Así que con Nacho y Mariano corrimos y corrimos. Más o menos desde Pampa y Libertador hasta Udaondo. Entramos transpirados y agitados caminando a paso redoblado. Las luces todavía estaban encendidas y por los parlantes sonaba Buddy Guy. Me sentía bien. Nos ubicamos por la mitad y saltamos durante casi todo el show. Puntualidad inglesa. Dos horas clavadas: empezó a las 9 y terminó a las 11.
El comienzo fue genial con el dibujo animado del tren y las chicas malas. La explosión y el Rock n’ Roll Train que descarrila a toda velocidad. Siguieron algunos temas de Black Ice y después todos su hits: Hells Bells, You Shook Me All Night Long, Whole Lotta Rosie, T.N.T, Thundertruck y Back in Black. También tocaron The Jack mientras algunas chicas se animaban a mostrar las tetas para las cámaras. Vale aclarar que muchas de esas chicas estaban entre los de más adelante, amontonadas y subidas a los hombros de vatos locos. Todo bien extremo. Pero es como dijo Pomelo: “rocanrol nenene”.
En los recitales de blues a veces me molesta cuando algún energúmeno grita constantemente “Oyeaahhhh” sin considerar a la gente que tiene alrededor. Bueno aquí fue distinto. Estuvo lleno de energúmenos. Eran el denominador común. Uno al lado del otro. Nosotros también. Contagiados. Mimetizados. Acá vale cantar, gritar y saltar. Así es la música de AC/DC. Hubo lugar para todo: dos flacos vendían Fernet con la coca que le compraban al cocacolero; una turba persiguió y golpeó a un punga; una chica linda y fanática bailaba sacada junto a su novio metrosexual; los pepeados hacían un círculo de pogo y abrazos; pendejos y viejos rockeros; cuernitos luminosos y helados de agua.
Angus Young es la imagen del rock roll. En un momento se fue casi hasta la mitad del campo por una pasarela y las luces cruzadas producían un fulgor legendario sobre su silueta. Para los bises tampoco hubo sorpresas y eso fue tan extraordinario como todo lo demás. Primero Highway to Hell y después la clásica despedida con For Those About to Rock (We Salute You). A paso lento salimos, entre la mar de gente y los vendedores de posters, remeras, gaseosas, remeras, posters, gaseosas, remeras…
Trece años después, mientras camino de regreso a casa pienso que, pese a que las piernas duelen más y los oídos zumban un poco, la locura es la misma. Larga vida al rock and roll.
3 comentarios:
excelente crónica!!!
Rocanrol nene
Los primeros dos o tres temas me parece que el sonido estaba un poco saturado pero lo corriegieron rápido. Son unos monstruos como pocos. Gran show. Mañana voy de nuevo
Me encantó el informe mi querido energúmeno...!!!!!!!!!!!
Publicar un comentario