sábado, 15 de julio de 2017

Por los caminos del blues


El GPS me llevó hasta un punto muerto sobre la ruta 7. Detuve el coche y me bajé . A mi alrededor, algunos pocos árboles y cables de alta tensión se rebelaban en un paisaje chato de campos sembrados. La primera señal de vida se presentó unos kilómetros más adelante. Me acerqué hasta unas viejas cabañas que rodeaban un granero pero allí no había nadie. Sólo apareció un perro que comenzó a ladrar en cuanto me vio. Empecé a dar vueltas por los caminos rurales, levantando polvo aquí y allá, hasta que llegué a la tranquera de una imponente granja. Un vaquero y una mujer, de unos 40 años ambos, estaban junto a una camioneta 4x4. Parecían de una publicidad de cigarrillos de la década del setenta. Les pregunté si sabían dónde quedaba la cabaña de Mississippi John Hurt y, aunque parecieron un tanto sorprendidos por mi pregunta, me respondieron que sí. Me dieron indicaciones de cómo llegar y se despidieron cordialmente. Mientras los escuchaba sabía que en cuanto arrancara el auto me iba olvidar toda la explicación. Y así fue. A la segunda o tercera curva que tomé estaba completamente perdido.

Es curioso como en una pequeña comunidad como Avalon, en el sur profundo de los Estados Unidos, en la que viven decenas de familias que ni siquiera fueron censadas, puede resultar tan difícil encontrar la cabaña de una leyenda del blues. ¿Cómo habrá hecho Tom Hoskins para dar con él en 1963? Supongo que la respuesta se resume en dos palabras: perseverancia y voluntad. Al cabo de varias vueltas me topé con una hermosa casa de dos plantas, con una imponente ligustrina y un prolijo jardín al frente. Un hombre ancho, que llevaba una camisa a cuadros ajustada, jeans y usaba anteojos vintage, se acercó para ver qué buscaba. También se tomó su tiempo para explicarme, con su inconfundible acento sureño, cómo llegar hasta el lugar buscado. No era lejos, pero tampoco era sencillo. Tenía que agarrar un camino de tierra hasta no sé dónde y de allí un sendero en dirección hacia algún lugar que no recuerdo. Me perdí de nuevo. La siguiente parada fue una casa prefabricada, con un sillón en el porche y la bandera confederada colgando de una ventana. No me animé a bajar. Imaginé a un redneck poco amigable saliendo con una escopeta. Toqué bocina varias veces pero nadie respondió y seguí adelante.

Tras más de dos horas dando vueltas por Avalon, con la señora del GPS insistiendo con su "recalculando", finalmente tomé un camino repleto de pozos hacia una colina en la que había un par de casas, una choza abandonada y un viejo almacén. Allí, en medio de una vegetación espesa, encontré la precaria cabaña de Mississippi John Hurt. Las pocas referencias que tenía es que allí funcionaba un museo. Pero por ser domingo estaba cerrado y no había nadie a quién preguntarle. A un costado de la cabaña había una vieja y oxidada camioneta Chevrolet de la década del cuarenta y también la silueta recortada del artista. Fui hasta el auto, puse el CD Last session, subí el volumen y dejé la puerta abierta. Me senté en una de las dos mecedoras que estaban en el porche y me dediqué a escuchar. Imaginé que John Hurt estaba sentado al lado mío. Me invadieron un sinfín de emociones y tal vez se me escapó alguna lágrima.

En aquél sitio olvidado me conecté con el pasado del blues y con la música de un artista único e irrepetible. Su dulce voz y la melodía de Poor boy, long way from home se esparció por el terreno mientras una tenue brisa acariciaba con suavidad el pasto y las hojas de los árboles. Respiré hondo y el olor de la primavera ingresó en mis pulmones como un huracán. Me quedé algunos minutos más contemplando ese paisaje bucólico pero no tenía mucho tiempo más. Todavía tenía que pasar por Bentonia antes de llegar a Jackson. Caminé los 30 o 40 pasos de regreso hacia el auto mientras dejaba atrás la cabaña de John Hurt. Me di vuelta y pude verlo en el porche, apoyado contra una columna de madera, con su sombrero puesto y sosteniendo la guitarra. Imaginé que me saludó y le dije adiós.


Avalon, Mississippi. Abril de 2012.

6 comentarios:

Jorge Senno dijo...

Increible.... una proeza haberlo encontrado. Es uno de mis favoritos... me pase muchos años estudiandolo y difundiendolo

Nat Cambre dijo...

Que lindo!

Oscar Castro dijo...

Qué bueno, man.

Guillermo Blues dijo...

Que linda anecdota!!

Fernando Toral dijo...

Unir esos álbumes que uno lleva décadas escuchando, con el ambiente de donde probablemente surgieron sus canciones, conecta forma con materia.

Mariano Cardozo dijo...

Muy bueno Martín Sassone , abrazo grande !!!