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Stewart Copeland, el histórico baterista de The Police, se presentó en el Teatro Gran Rex con una propuesta tan novedosa como provocadora: Police Deranged for Orchestra. “Deranged” significa trastornado, y el concepto atraviesa todo el espectáculo: tomar canciones consagradas, sacarlas de su forma original y reconstruirlas en un diálogo permanente entre rock, música contemporánea y orquesta.
El escenario reunió a las cantantes Sarah Jane, Alta Gracia
y Rachel Melanie, que vinieron junto a Copeland; al bloque rítmico de Eruca
Sativa con Lula Bertoldi en guitarra, Brenda Martin en bajo y la participación
ocasional de Gabriel Pedernera en batería, cuando Copeland abandonó su puesto
para empuñar la guitarra eléctrica. El marco sinfónico estuvo a cargo de Nico
Sorín, quien dirigió una orquesta de más de 20 músicos que funcionó como un
organismo vivo, siempre en tensión.
El teatro estuvo colmado por un público mayoritariamente de
entre 50 y 60 años. Para todos ellos —para nosotros— las canciones de The
Police formaron parte de la banda sonora de la adolescencia y juventud. El show
comenzó minutos antes de las 21 y Copeland abrió con Demolition Man, uno de los temas menos populares del repertorio,
una elección que funcionó como una clara declaración de principios.
El recorrido alternó melodías reconocibles con pasajes
completamente desarticulados. Spirits in The
Material World fue una de las más fieles a la original, mientras que otros
temas brillaron por arreglos exquisitos y sorprendentes. No faltó un guiño
demagógico —“Buenos Aires tiene la mejor audiencia del mundo”— que fue premiado
con otra ovación. “Las canciones de Sting son muy intelectuales”, lanzó
Copeland, siempre entre la ironía y la admiración.
De regreso a la guitarra, anunció a “Metallica interpretando
a Stravinsky” para Orc Jam y, sin
soltarla, encaró The Bed’s Too Big
Without You. “Yo era una rock star
y ahora soy un abuelo, así que tengo permitido tomar agua”, bromeó mientras se hidrataba
de regreso a la batería.
El tramo final fue a puro hit: Don’t Stand So Close to Me, Message in a Bottle y Can’t Stand Losing You, en las que el
público acompañó coreando los estribillos. En los bises, Bertoldi cantó una
versión poderosa de Magoo, tema de
Eruca Sativa grabado en 2010, con Copeland en guitarra. “Es un tipazo, nos
pidió que toquemos una de Eruca”, agradeció. El cierre, intenso y emotivo,
llegó con Every Little Thing She Does Is
Magic.
El show combinó energía rítmica, melodías emblemáticas y la
complejidad sonora de una orquesta conducida con precisión por Sorín, bajo la
batuta —literal y simbólica— de un Copeland tan irreverente como lúcido.
Más que un homenaje, Police Deranged for Orchestra fue una
relectura sin concesiones: Copeland no vino a reproducir el pasado sino a
discutirlo, a ponerlo en crisis y volverlo presente. Entre el pulso visceral
del rock, la arquitectura sinfónica y un humor que descomprimió toda
solemnidad, el ex Police confirmó que el verdadero riesgo no está en trastornar
los clásicos, sino en dejarlos intactos.



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