Si el jueves había música en cada esquina, ayer, sábado, se multiplicó por cien. Pequeños escenarios montados por todos lados, los bares abiertos desde temprano y cientos de músicos callejeros formaron un combo sonoro en el que el jazz, el dixieland, el blues, el zydeco, el cajun, el funk, el rock y el R&B se entremezclaban entre sí. Miles de personas inundaron las calles del Barrio Francés, desde la calle Canal hasta Esplanade y especialmente en la zona de Jackson Square y la ribera del río. Algunos iban disfrazados, otros luciendo los típicos collares del Mardi Gras y la mayoría con sus vasos de cerveza al tope. Un verdadero desfile multicolor.
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Kermit Ruffins |
El clima del tercer día estuvo perfecto como los anteriores: calor pero con un viento que lo hizo más ameno. Di vueltas por varios lados escuchando un poco de todo hasta que me detuve en el escenario Abita para ver a Kermit Ruffins and The Barbecue Swingers. Ruffins es muy popular aquí en Nueva Orleans y desde que apareció en la serie Treme se hizo mucho más conocido afuera de la ciudad. Ayer dio un show bárbaro. Ruffins es uno de los exponentes más fieles del sonido tradicional de la Crecent City y heredó su forma de tocar la trompeta de Louis Armstrong. También es un showman fascinante que no tiene drama en cambiar la rutina. Abrió con Sunny side of the street y después siguió con Big Chief, acompañado por un verdadero jefe indio Mardi Gras. What a wonderful world, Mardi Gras mambo, St. James Infirmary y un curioso medley que pasó de If you want me to stay, de Sly & The Family Stone, a Roxanne, de The Police. Luego invitó a varios cantantes a escena. Primero, una morenita que no entendí su nombre cantó I don't know why, de Norah Jones, y luego su propia hija hizo una interesante versión de Summertime.
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Nayo Jones |
Pero merece unas líneas aparte la cantante Nayo Jones, quien consiguió una ovación tremenda cuando cantó el clásico de Etta James, At last. El cierre fue raro. Desde un costado lo apuraban para que terminara pero Ruffins estaba decidido a no irse. Primero hizo bailar a todos con el tema original de la serie Treme y luego sorprendió con un cover de Black Eyed Peas, I gotta a feeling, claro que sin ninguna base electrónica: apenas teclados, bajo y batería.
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Little Freddie King |
Los plomos tardaron 15 minutos en acomodar el escenario para lo que seguiría después: Little Freddie King apareció vestido con un traje gris y un sombrero que le daba aire de cafiolo retirado. Little Freddie no es un virtuoso, pero sin dudas es un tipo con mucho blues. Aporrea las cuerdas de su Gibson ES 339 con rudeza y logra un sonido rústico que no es más que una combinación de lo que mamó en el Delta, la influencia del neón de una gran ciudad y su temprana fascinación por el verdadero Freddie King. El tipo tiene mucha onda. La gente estaba fascinada con su show. Blues crudo pero muy ameno. Tocó su clásico Bad chicken, Mean old woman y una versión labriega de Hideway.
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Walter "Wolfman" Washington |
Luego di más vueltas por las calles y volví al escenario Abita para ver de nuevo a Walter “Wolfman” Washington, esta vez con otra formación. La onda de la música fue similar a la del viernes, jazz y funk, aunque sonó muy distinto debido a que se presentó con un sexteto y no con un trío. La gente aullaba con cada solo del
hombre lobo y éste parecía disfrutar mientras la noche ganaba terreno y el Mississippi se iluminaba con las luces de las embarcaciones.
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Eden Brent |
Por la noche me alejé del circuito turístico. Esperé 20 horas un tranvía que por alguna misteriosa razón nunca llegó y finalmente compartí un taxi con una parejita muy amable que iba hacia el mismo lado que yo. Mi destino era el Chickie Wah Wah, un hermoso bar que está sobre la calle Canal a unos tres kilómetros del Barrio Francés. La cita era con la pianista nacida en Greenville, Mississippi, Eden Brent. Su show duró casi tres horas. Ella y el baterista Bobby Walker tocaron casi todos los temas de su disco Ain’t got no troubles. Pero también hicieron varios covers: Someone else is steppin’ in, Caldonia, What I’d say y una notable versión de Trouble in mind. “Me encanta el jazz. Estudié tres años en una universidad de Texas pero no aprendí nada. ¿Por qué toco blues? Porque soy del Mississippi”, dijo y luego arremetió con un furioso boogie woogie. Cerca de la una de la mañana dejé el Chickie Wah Wah, busqué un taxi y volví al hotel. La noche de Nueva Orleans seguía tan activa como durante la mañana.
1 comentario:
que buenas fotos dado, se viene el Libro Diario de un blusero?
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