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Chubby Carrier |
Domingo. Último día del Festival. La movida musical empezó a las 11 pero yo recién fui a ver el primer show a las 12.30. El sol estaba denso y costaba estar en la calle. Pero eso era algo que sólo parecía importarme a mí. Otra vez, en gran número, la gente copó las calles y bebió cerveza en vasos de plástico como si fuera agua. Yo todavía saboreaba mi café cuando me paré frente al pequeño escenario que House of Blues montó en la esquina de Decatur e Iberville.
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Vagabond Swing |
Allí vi a una joven cantante y tecladista, Amanda Walker, que tiene algún lazo remoto con el blues pero que, más que nada, parece querer seguir un camino parecido al de Dido o Jewel. Luego la onda cambió radicalmente. Subieron unos locos con sus caras pintadas a hacer un poco de ruido y romper las dulces melodías que los precedieron. La música de Vagabond Swing es difícil de clasificar, aunque supongo que en algún punto debe ser similar a lo que hace Emir Kusturica. Estos muchachos son una mezcla de punks, hippies y gitanos. Con instrumentos tradicionales, como el violín, la trompeta, el contrabajo o la mandolina, logran un sonido frenético, extravagante y muy al palo. Los escuché un rato y me fui en busca de algo más acorde a mi gusto.
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Wahshboard Chaz Blues Trio |
Lo encontré en plena calle Royal, paralela a Bourbon. La gente bailaba al ritmo del blues. Si alguien todavía cree que el blues es aburrido debería haber visto a Washboard Chaz. Una tabla de lavar la ropa, una guitarra y una armónica es todo lo que hace falta. Un show formidable de blues tradicional. Washboard Chaz tocó en Playing for change, los videos musicales que se grabaron alrededor del mundo, y eso lo hizo un poco más conocido en el mundo de la música. Junto a St. Louis Slim (dobro con slide) y Andy J. Forest (armónica) tocaron decenas de blues, algunos compuestos por ellos y otros clásicos como Key to the highway y You gotta move.
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Earl Saly y Chubby Carier |
De allí partí raudo hacia un escenario que está a metros del acuario de Nueva Orleans para ver el recital de Chubby Carrier and The Bayou Swamp Band, uno de los máximos exponentes del zydeco actual y ganador de un premio Grammy por su disco Zydeco junkie. Llegué y había un profesor de baile enseñando los pasos típicos del género y minutos después empezó el show. La verdad que me quedé fascinado con lo que vi y escuché. Un ritmo genial y una onda fantástica. El tipo es un capo con el acordeón y la banda es excelente. Zydeco gumbo y funky pantanoso, en buenas manos, hacen bailar a cualquiera. Si bien no me aprendí los pasitos no pude evitar moverme a mi manera. Chubby Carrier es el hijo del legendario Roy Carrier y sigue su legado, así como también el de otro maestro del acordeón, Clifton Chenier. Me gustó mucho cuando tocó I want to get back to Louisiana, Shake it baby y Cisco Kid. En la formación es vital Earl Saly, que toca el washboard y tiene un ritmo muy contagioso. También hubo blues: una versión alegre de Rock me baby y el cierre fue con un clásico del soul: Turn on your love light. “Peace, love and zydeco for everybody”, se despidió Carrier. ¡Tremendo!
El cierre del festival tuvo como protagonista a Trombone Shorty, el músico que mataba de envidia a Antoine Batiste (el personaje de Wendell Pierce) en la serie Treme. Ayer comprobé que un trombonista también puede ser una estrella de rock. Creo que fue el show que más público reunió. Troy Andrews, su verdadero nombre, es dueño de una energía asombrosa. Funky 100%. En algunos solos –tanto con el trombón como con la trompeta- sus mejillas se inflaban y contraían tanto que parecían que iban a explotar. Recostado en una banda furiosa, hizo estallar el Woldenberg Riverfront Park. Tocó muchos temas de su último disco, For true, y un cover de Ray Charles, I got a woman. Cantó, rapeó, bailó e hizo bailar a sus músicos y a todos. Alucinante. Fue el
grand finale de un festival inolvidable que convocó a miles y miles de personas en una ciudad que sigue luchando, años después, contra el tendal de muerte y destrucción que dejó el huracán Katrina. Y en ese proceso de reconstrucción la música juega un rol vital.
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Trombone Shorty |
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