Cyril Neville – Magic Honey. El más blusero de los hermanos Neville, la familia musical por excelencia de Nueva Orleans, acaba de editar un nuevo disco para el sello Ruf. Magic honey es un caleidoscopio sonoro, una obra rutilante y muy disfrutable. “Estoy muy orgulloso de este álbum”, declaró Cyril Neville, quien se tomó un respiro de las giras con Royal Southern Brotherhood para concretar su nuevo proyecto personal. Esencialmente es un disco de blues, pero encasillarlo sería recortarle sus múltiples facetas: el funk está presente, al igual que el soul y hasta brotan algunas incursiones reggae. El productor David Z rodeó a Neville con una banda muy ecléctica: Cranston Clements (guitarra), Carl Dufrene (bajo), Norman Caesar (teclados) y Mean Willie Green (batería), y además lo reforzó con talentosísimos invitados: Dr. John aporta todo su groove tocando teclados en Swamp funk; Allen Toussaint se sienta al piano en Another man; Walter Trout le saca fuego a su guitarra en Running water; y Mike Zito, uno de los violeros de RSB, suma su talento en Money and oil y Working man. Magic honey es un disco bárbaro y para mi amigo Guillermo Blanco Alvarado, “uno de los dos o tres mejores del año”.
Anders Osborne – Peace. Su tercer disco para el sello Alligator –sin contar el EP, Three Free Amigos- es tal vez su trabajo más introspectivo, una odisea espiritual en el que desnuda todo su caos emocional. En sus palabras: “Peace es la luz que nace de la oscuridad”. Más allá de la portada, rara, porque no refleja el espíritu del álbum, el disco tiene 11 canciones en las que Anders Osborne combinó su virtuosismo con la guitarra con sus dotes como poeta. El primer tema, que da nombre al álbum es casi como si se lo hubiese pedido prestado a Neil Young y Crazy Horse. Empieza con una guitarra distorsionada que va ganando en intensidad hasta el límite de lo tolerable hasta romper con una melodía suave y una base semi acústica muy agradable. Cada una las canciones tiene esa pertenencia al lugar que lo adoptó como su hijo pródigo: las calles del French Quarter, las orillas del Río Mississippi, los bares de Frenchmen St., los tranvías de Canal; los olores, el gumbo y, principalmente, el collage de sonidos con el cual expresa sus sentimientos. Peace es una obra magnífica en la que el blues se muestra tímido, pero en realidad está bien enquistado en el núcleo del alma de Osborne.
Johnny Sansone - Once it get started. En las afueras de Nueva Orleans aparecen los pantanos, swamp como se le dice en inglés. Allí ese paisaje define un tipo de sonido. Sansone es uno de los bluesmen más respetados de esa ciudad. Al igual que Osborne, nacido en Suecia, Sansone es un nómade que se adaptó muy bien a la ciudad Creciente. Sus orígenes están en Nueva Jersey, pero por el trabajo de su padre vivió en decenas de estados. Empezó a tocar la armónica obsesionado con el sonido de Jimmy Reed cuando tenía 13 años. Su primer trabajo importante en la música fue como miembro de la banda de Clifton Chenier, una leyenda del zydeco. Con el correr de los años, Sansone fue perfeccionando un estilo visceral y viscoso. Canta de manera rasposa y utiliza el mic de la armónica para darle más fuerza a su voz. Este nuevo disco sigue la línea del extraordinario The Lord is waiting and the Devil is too, de 2011. Aquí también lo acompaña Osborne en guitarra, que despunta muchísimo más blues que en sus proyectos personales. Once it get started suena auténtico, es uno de esos discos que no pretende ser otra cosa más que lo que es: la expresión compartida y el amor por la música autóctona.
2 comentarios:
Me quedo con el de Johnny Samsone, una gozada. El de Cyril Neville lo tengo pendiente y el de Osborne, realmente, no me convence, me encanta su guitarra y los discos que produce de Samsone; pero no acabo de cogerle el punto a sus últimos discos -sí son buenos los primeros con un sonido N. Orleans muy acertado- me aburren. Estupendas reseñas maestro. Salud!
¿En esa portada de, Cyril Neville, no está recordándonos a Arthur Lee de los LOVE?
A mí me parece que sí.
Saludos
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