Por estas horas lo único que se sabe es que Lou Reed murió. Todavía nadie sabe cómo, aunque se presume que podría tener que ver con el transplante de hígado al que se sometió hace algunos meses. Más allá de ese dato, que terminará de conocerse en las próximas horas, su muerte es un duro golpe para toda una generación.
Nos dejó un legado inmenso: la Velvet Underground y grandes canciones, mágicas, que editó tanto con la banda como en su etapa solista: Perfect day, Walk on the wildisde, Satellite of love, Sweet Jane y Heroin. En particular, a mí siempre me gustó su disco New York, de 1989, y especialmente dos temas de ahí: Dirty blvd. y Romeo had Juliette. Sin dudas fue uno de los más grandes cantautores de la historia del rock.
Este extra que quedó de la película de Win Wenders, The soul of a man, una de las que conformó la colección de documentales The Blues, producidos por Martin Scorsese, es una buena manera de despedirlo. Se trata de su versión de See that my grave is kept clean, del legendario Blind Lemon Jefferson, que dice así: "Hay un último favor que te quiero pedir / fíjate que mi tumba este limpia".
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