Melvin Taylor – Sweet taste of guitar. El flamante álbum del guitarrista formado en Chicago tiene muy poco que ver con los discos que grabó durante los 90 para el sello Evidence junto a la Slack Band. Por aquellos años, Taylor estaba completamente absorbido por la figura de Stevie Ray Vaughan y eso lo dejó plasmado especialmente en el álbum Dirty pool. Sweet taste of guitar es un disco de jazz, en el que Taylor da rienda suelta a toda su versatilidad. Hay algo de blues, claro, pero es la excepción. Por ejemplo That’s my blues tiene una base clásica pero cuando la guitarra de Taylor empieza a volar los doce compases hacen un esfuerzo por no esparcirse. El álbum tiene un par de particularidades: una es que Taylor grabó todos los instrumentos y la otra es que es completamente instrumental. Sweet taste of guitar parece su tributo al sonido de grandes guitarristas como Wes Montgomery, Kenny Burrell y George Benson, pero donde también se nota el espíritu de Albert King y Otis Rush.
Pat Travers – Blues on fire. Pat Travers siempre se movió entre el hard rock y el blues recargado. Desde comienzos de los 70, su forma de tocar la guitarra siempre estuvo ligada a la potencia, el virtuosismo y la velocidad. Y eso no cambió nada. Lo que fue variando, con el paso del tiempo, fue la selección de material que decidió interpretar. Ahora, por primera vez en su larga trayectoria, afrontó un repertorio repleto de clásicos del blues de las décadas del 20 y del 30. Pero Travers no se amolda al sonido de preguerra, sino que reconvierte las canciones en piezas que derraman electricidad y ferocidad. Así, por ejemplo, una enérgica versión Nobody’s fault but mine, de Blind Willie Johnson, cobra nueva vigencia. El resto del álbum, editado por el sello Purple Pyramid, se nutre de temas de Blind Blake, Bessie Smith, Tampa Red y Blind Lemon Jefferson, entre otros. La versión de Death letter, de Son House, es la única en la que baja hasta el quinto infierno del blues deslizando el slide por las cuerdas de una guitarra dobro. Un disco óptimo para los que buscan solos profundos y arrolladores.
Debbie Davies – After the fall. Debbie Davies surgió del riñón de Albert Collins. Maduró musicalmente como guitarrista rítmica de la banda del legendario violero texano y, poco antes de que éste muriera, ella pudo editar su primer disco solista. Picture this fue lanzado en 1993 y desde entonces grabó alrededor de una docena de discos para los sellos Blind Pig, Shanachie Records, Telarc y Blueside. Su debut para M.C. Records es extraordinario. Su guitarra suena efectiva, tanto cuando se zambulle en un shuffle o cuando intenta un blues al estilo Chicago o una balada melódica. Su voz es suave y aguerrida a la vez, y eso le da más vitalidad al combo de canciones elegidas, compuestas en su mayoría por ella con la colaboración en algunos tracks de su baterista Don Castagno. Es clave también la participación de Bruce Katz con el hammond B3. After the fall es un disco sentido para Davies, dedicado a una amiga que murió hace un par de años y donde además se posiciona de cara al futuro, como una referente indiscutida de la guitarra blusera.
1 comentario:
Es tremendo el nuevo disco de melvin taylor, exquisito
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