miércoles, 25 de abril de 2012

Down south

Salí bien temprano de Little Rock y tomé la carretera que va a Memphis, pero al cabo de varios kilómetros me desvié hacia el sur para llegar a Helena, una pequeña ciudad que está a orillas del Mississippi, pero del lado de Arkansas. Helena tiene una larga tradición blusera. Allí, en la década del 40, Sonny Boy Williamson condujo el programa de radio King Biscuit Time, de enorme trascendencia para el desarrollo del género. Llegué al mediodía y parecía un pueblo fantasma. No había ni un alma en las calles. Fui hasta el Museo del Delta pero estaba cerrado. Saqué unas fotos a unos murales y contemplé el río hasta que el viento me obligó a volver al auto para seguir con mi viaje. Tardé 40 minutos en llegar a Clarksdale. Fui derecho al cruce de las rutas 61 y 49 para almorzar en Abe´s Bar B Q. Pero no pedí un sándwich de cerdo con barbacoa con una Budweiser como lo haría cualquier blusero. Lo mio fue lo más light posible: ensalada de pollo con salsa ranch y una Coca Diet. Es que todavía tenía un largo viaje por delante y no quería llenarme demasiado.

La cabaña de Mississippi John Hurt
La ruta 82 me llevó hacia el sudeste. Pasé por Greenwood y crucé el río Yazoo. En ese mismo instante abandoné la región del Delta. Tardé como una hora en llegar al poblado de Avalon, en el condado de Carroll. Y tardé como dos horas más en hallar la cabaña en la que vivió el legendario Mississippi John Hurt. Aunque parezca mentira, en ese páramo alejado, donde ahora el GPS no logra hacer pie, Tom Hoskins pudo dar con él en 1963. Después de meterme en caminos de pedregullo y levantar polvo a lo loco la encontré. Claro que no había nadie, pero me gustó llegar hasta ahí. Me senté en una de las mecedoras y contemplé el lugar donde uno de los bluesmen más interesantes que yo haya escuchado vivió gran parte de su vida casi en soledad. Su estilo es notablemente diferente y más melódico que el de sus contemporáneos debería ser declarado patrimonio de la humanidad.

Blue Front Cafe, Bentonia
De Avalon me fui a Bentonia, el pueblo en el que nacieron Skip James y Jack Owens. Las únicas referencias que hay de ellos son unos carteles que los recuerdan. Pero está el jukejoint más antiguo y famoso del Mississippi, el Blue Front Café, propiedad de Jimmy "Duck" Holmes. Pero, para completar mi día de suerte, también estaba cerrado. Un dato importante si llegan a hacer este viaje es que tienen que evitar llegar a estos lugares los domingos. Seguí rumbo al sur, por rutas en las que más que nada se ven camiones como los de BJ y casas rodantes, y se me hizo de noche al llegar a Jackson, la capital de estado. Me alojé en un Travelodge, comí algo rápido y me fui a acostar temprano.

Summit Street, McComb
Al día siguiente, antes de irme de Jackson, di unas vueltas por el Downtown para ver el Capitolio y el City Hall. Luego tomé la autopista 55 hacia al sur. Primero paré en Hazlehurst, donde nació Robert Johnson. Lo único que lo recuerda es un cartel de los Mississippi blues trails que está en la estación de trenes. La ruta me llevó luego hasta McComb, la cuna de Bo Diddley. Me di una vuelta por Summit Street, que durante gran parte de la primera mitad del siglo pasado, en plena segregación racial, fue una calle central en la vida de los negros. Hoy, es apenas una arteria que une una parte de la ciudad, en la que se ve más pobreza que otra cosa.

Lil Red & Big Bad
Por la tarde llegué a Nueva Orleans. Me alojé en un Motel 6 y me fui al Barrio Francés. Compré unos cd’s en una disquería que está frente a House of Blues y luego empecé a caminar en busca de música en vivo. Para ser lunes había bastante movimiento. En la esquina de Decatur y Esplanade, en un bar llamado BMC, escuché que estaban tocando blues y entré. La cantante era una colorada movediza que se hacía llamar Lil Red, acompañada por el trío Big Bad. Me sorprendió el repertorio en el que interpretaron tres temas de Magic Sam. Cuando terminé mi copa de vino me fui. Caminé dos cuadras hacia el lado de Frenchmen Street y me metí en The Three Muses, un bar muy cool en el que me tomé una copa de zinfandel californiano con una pizzeta muy gourmet mientras escuchaba al cuarteto de jazz del trompetista Mario Abney.

Fue el final de un viaje sensacional: :recorrí 2500 kilómetros, atravesé cuatro estados, conocí trece ciudades y pueblos y, por sobre todas las cosas, escuché toda la música que pude. Y eso, al fin y al cabo, es lo más importante de todo.

3 comentarios:

zorzales dijo...

Grande Martín desde Lima con una Cuzquena bien helada Jorge un placer leerte

Baires Blues dijo...

Martin, que buen viaje, hice algo similar en el 2000. New Orleans es alucinante , lo mismo que viajar por el estado de Loiusiana y Mississippi . Te felicito por el viaje. Una brazo. MC

Diego E dijo...

Que gran experiencia, gracias por compartirla Martín. Saludos desde Colombia.