Guardé esta botella durante más de un año. Mi idea era descorcharla en una ocasión especial. Y qué más especial que la llegada de un amigo que vive lejos y al que veo pocas veces al año. El viernes pasado, cuando el día había cedido paso a la noche, saqué a la botella del rincón en el que reposaba y la descorché. Para no perder esa costumbre que teníamos, de la época en la que conducíamos el programa de radio El Descorche, acompañamos el vino con un exquisito queso de cabra que potenció todos los sabores. La Braccesca, Vino Nobile di Montepulciano, cosecha 2006, cumplió con todas las expectativas. “Mirá el color teja”, dijo Maxi mientras agitaba la copa y olía el aroma frutal que emanaba el caldo. Cuando ya nos habíamos acabado la mitad de la botella –aunque todavía quedaba la otra mitad optimista- llegaron las empanadas. Fue un gran reencuentro, noble, con un vino italiano delicioso del corazón de la región de la Toscana, uno de los suelos más generosos del mundo.
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