domingo, 10 de julio de 2011

El poder de Zora

(Foto: Néstor López)

En la Argentina no hay nadie que cante blues como Zora Young. Ninguna mujer. Y menos un hombre. Ella lleva el blues en los genes y su registro vocal es tan poderoso que no se lo podría contener ni con una orden judicial. Zora nació en West Point, Mississippi, así que es casi seguro que haya escuchado sus primeros blues cuando ni siquiera sabía hablar. Todo eso se notó arriba del escenario de La Trastienda. El sábado a la noche, en plena veda electoral y con dos candidatos a jefe de Gobierno en la sala, la voluptuosa y carismática Zora inundó de blues la Ciudad.

La música tiene esas cosas: por un lado están los virtuosos, fríos y analíticos, capaces de tocar las notas más espectaculares. Y por el otro lado están los músicos pasionales, que ponen el alma, la sangre y las tripas en lo que hacen. Zora es de esta clase de intérpretes: ella canta desde sus entrañas con una fuerza demoledora. Es la hererdera de Koko Taylor y Valerie Wellington y su figura hoy es solamente comparable con las de otras cantantes como Shemeika Copeland y Sista Monica.

El repertorio tuvo sus sorpresas. Más allá de las canciones esperables –Sweet Home Chicago, Rock me o Let the good times roll - Zora interpretó una muy buena versión de Natbush City limits, de Ike & Tina, con unos coros femeninos que le realzaron su costado más soul. Pero lo mejor fue cuando cantó Summertime. Está muy bueno cuando los artistas sorprenden al público con alguna canción que nadie espera.

La banda que la acompañó comenzó con algunas dudas pero con el correr de los temas se fue acomodando. Todos los que estuvieron arriba del escenario ya tienen sobrada experiencia tocando con figuras extranjeras. Roberto Porzio pasó del slide en Dust my broom a los punteos al mejor estilo B.B. King en The thrill is gone. Matías Cipilliano, en la otra guitarra, también tuvo varios solos encendidos. Por ahí el que estuvo más contenido fue el tecladista Nicolás Raffetta, no tuvo muchos solos pero sí acompañó bien haciendo un colchón melódico. Eduardo Muñoz, en bajo, y Patricio Raffo, en batería, fueron los encargados de que el ritmo se mantuviera en movimiento. También estuvo presente Nicolás Smoljan, uno de los mejores armoniquistas del país a la hora de interpretar el sonido de Chicago.

El show de Zora fue el final del Festival de Invierno Ciudad Blues, que durante los últimos tres sábados reunió en La Trastienda a La Mississippi, Blues & Trouble, Daniel Raffo, los Easy Babies, La Vieja Ruta y La Luka Blues Band. Una muy buena iniciativa de las chicas de Gondwana Producciones que en un año ya trajeron a Shirley King, Nina Van Horn y ahora a Zora.

El final encontró a la cantante agotada, tal vez por la apretada agenda que está llevando en Buenos Aires, pero Zora, que tiene unos 63 años impecables, sacó fuerza de muy adentro, y cantó, como si fuera el comienzo del show, Messin’ with the kid y Key to the highway. Se fue en medio de la ovación de un público que de poco va comprendiendo la importancia y la necesidad que hay de que sigan viniendo este tipo de músicos de primera línea.

3 comentarios:

MC dijo...

Muy bueno Martin, felicitaciones, gracias por apoyar siempre al blues. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Deborah Dixón tiene un registro vocal de la hostia, Martin.
Convengamos que a vos los artistas locales no te mueven un pelo. No sé... me parece... quizás me equivoco.

Salud!

Marcelo Almada dijo...

Muy buen relato, me hubiera gustado verla, tengo su disco Travelin' Light que es alucinante