jueves, 5 de diciembre de 2013
El holandés
Hans van Lier es uno de esos tantos músicos europeos de blues de los que por acá no tenemos ni idea que existen. Nacido en la ciudad holandesa de Groningen, en 1961, Van Lier es un guitarrista lírico y efusivo al mismo tiempo, dueño de una sensibilidad especial para la melodía, que combina distintos estilos de blues. Sus principales influencias son Albert Collins, Buddy Guy, Elmore James, Luther 'Guitar' Johnson y Stevie Ray Vaughan.
Como muchos músicos del género, es un autodidacta que tomó por primera vez una guitarra eléctrica cuando tenía 14 años, y cuando descubrió la escala de blues orientó su música en esa dirección. Van Lier se hizo bien de abajo: fue violero de distintas cantantes locales, participó en concursos de guitarristas y recorrió infinidad de bares holandeses. Con el tiempo se expandió a países vecinos y eso lo llevó a participar en festivales. Hace unos años su carrera terminó de despegar cuando logró el ensamblaje de los Sidekicks una banda consistente que lo respalda con un preciso sentido del ritmo.
El flamante disco se llama tal como él y tiene su historia. Aquí no lo acompañan los Sidekicks porque fue grabado hace diez años, antes de la formación de la banda. En aquél entonces lo lanzó de manera independiente y sólo vieron la luz un número reducido de copias. Susan Tedeschi tuvo mucho que ver: vio a Van Lier en Europa y quedó muy impresionada con su estilo. Ella arregló para que él viajara a Minneapolis donde conoció a los Double Trouble, Chris Layton y Tommy Shannon, aunque finalmente los tres grabaron en un estudio de Austin Texas. El álbum se completó en Holanda, en su ciudad natal, donde se sumó el ex guitarrista de los Rolling Stones, Mick Taylor, para aportar su slide en algunas canciones. Van Lier alternó el canto con Magic Frankie, Marcel Kapteijn e Inki de Jonge. Otra media docena de músicos locales aportan sus dotes en teclados, armónica y rítmica. El sonido es bastante ecléctico. Hay blues de raíz texana, aproximaciones al estilo de Mississippi y algo de Chicago. La mayoría de los temas son propios y todos son cantados en inglés.
El holandés nos muestra, una vez más, la universalidad y el poder de penetración absoluto que tiene el blues en el mundo. No hay fronteras, ni razas, ni idiomas, ni coyunturas que lo limiten, porque el blues es puro sentimiento expresado en doce compases.
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2 comentarios:
a ver che.. me interesa escucharlo. gracias Martin
Discaso!
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