Hay discos que superan el paso del tiempo. Que están por encima de cualquier calificación. Hay discos –apenas un puñado selecto- que son mucho más que discos. No sólo definen un estilo de música, sino que influyen en el desarrollo de otros estilos musicales e incluso en otras artes. Pasan a ser tan clásicos como incuestionables. Cómo se llega a obtener un álbum así. Cómo estaban alineados los planetas cuando se grabó; qué pasó para que se produjera un momento tan magnífico en la historia que haya dejado tamaño legado. Ciertos hombres se juntaron un día bajo la batuta de un prohombre. Hace 50 años. Allá por marzo y abril de 1959. Miles Davis, con su trompeta, y una selección de almas que definieron el jazz moderno -Coltrane, Cannonball Adderley, Bill Evans, Paul Chambers y Jimmy Cobb- abolieron la rigidez con un arma insoslayable: la flexibilidad. Y se llamó Kind of Blue.
En ese disco está la respuesta a todo. Música modal, hard bop. Cada canción es un sublime camino al infinito. Cada solo, un devastador encuentro con la perfección. Cada nota parece una porción de cielo. Pensé en su música y pensé en un vino. Claro que no hay un vino perfecto, bueno por ahí algún Chateau Lafite u otro caldo afrancesado que jamás probaré. Pensé en algo más cercano. Por sabor y por cuerpo. Su nombre y esa etiqueta, el blend… misterio. Pensé en Alma Negra. Quiero brindar por el medio siglo de Kind of Blue. Levantar la copa y brindar por Miles, con Miles.
2 comentarios:
Qué buen aporte Martín. Es un disco que me llevo a donde vaya. Te mando un abrazo.
Brindo por este disco y lo inconmensurable de su aporte, su carga, su estilo, su viaje hacia las entrañas del jazz modal y la completa indiferencia de Miles que como una mueca pregunta -a coro con sus músicos- "So what?".
Salud, Martín, Miles.
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