viernes, 20 de marzo de 2015

Un viejo blues


El canto profundo de Osvaldo Ferrer revive a los viejos maestros del blues. Es la voz de la historia, que se reestrena por la calidez de sus interpretaciones. Ferrer recrea a Leroy Carr, Bessie Smith, W.C. Handy y clásicos de la Era dorada del blues con absoluto respeto y pasión. Pero sus versiones no son meras copias, sino que logra adueñarse de las canciones. Su personalidad arriba del escenario y su cabellera blanca son las más claras evidencias de que el viejo cantante no es ningún improvisado y, pese a que su nombre siga siendo prácticamente desconocido para muchos del ambiente del blues, el tipo es un verdadero libro abierto.

El jueves a la noche se presentó en Thelonius junto a Debluvan, el trío conformado por Santiago “Rulo” García en guitarra, Nicanor Suárez en contrabajo y Timothy Cid en batería, para presentar su flamante álbum, Blues. A las 22, el maestro apareció en escena con un chaleco negro, camisa blanca y pantalón oscuro. Los músicos lo esperaban arriba de la tarima y comenzaron con Mean mistreater mama.

Ferrer buscó todo el tiempo un diálogo con el público. Se mostró como un viejo storyteller. Entre tema y tema, contó una breve anécdota de la canción que estaba por interpretar o tradujo alguna parte de la letra. Musicalmente la banda sonó muy ensamblada y precisa. La rítmica fue muy discreta y nunca avasalló el tono soberbio de Ferrer. Lo de Rulo García fue excepcional, tanto con la guitarra acústica como con la dobro, recostada sobre sus piernas, y siempre con su slide afilado y punzante.

El repertorio, que se balanceó entre el blues rural y el sonido urbano de comienzos de los 40, incluyó I’m gonna move to the outskirts of town, Trouble in mind, Ain’t nobody business, Careless love, Down hearted blues y Louisa. En Blues before sunrise y Midnight hour blues, la banda sumó a Sol Bassa en segunda guitarra. Ella, con la humildad que la caracteriza, aportó su notable técnica para darle más vigor a las cuerdas, mientras Ferrer elevaba su voz cargada de penas y amores no correspondidos. El cantante descansó promediando la mitad del show y dejó que sus músicos improvisaran sobre la base de St. Louis blues, por momentos con un leve ritmo de mambo, y con mucha impronta jazzera.

La presentación de Osvaldo Ferrer y Debluvan fue un claro ejemplo de que el viejo blues se mantiene vivo. El pasado se hace presente y avanza de cara al futuro.

4 comentarios:

Oscar Castro dijo...

Me lo perdí...el disco es, sencillamente hermoso.

Victor Hamudis dijo...

por suerte fui , un show calido y de calidad internationale

Gonzalo Alliegro dijo...

Santiago Rulo Garcia la proxima estamos ahi, esta me la perdi, abrazo

Santiago Rulo Garcia dijo...

Dale Gonzalo Alliegro, igualmente hay que decirle a Carlos Landa y juntarnos a tomar unos copetes, en lo posible a la brevedad