martes, 6 de mayo de 2014

Las rarezas de Junior Watson


Es un tipo raro. Su barba espesa, que oculta una cicatriz, es como el nido de su cabeza desnuda. El traje le queda grande y se queja que le duele la espalda. Dice un chiste en inglés, que a algunos les parece malo y otros no lo entienden, aunque un par se ríen de compromiso. “No se enojen conmigo, yo no lo inventé sólo lo cuento”, retruca. Transpira bastante. Se seca la cara y la calva con una toalla una y otra vez. Le gusta contar breves historias. Se jacta de que descubrió a John Nemeth en Idaho. Muestra su amuleto, una púa que era de Hendrix. “Yo lo vi en vivo”, revela con cierto orgullo que no puede disimular. Recuerda que tiene sangre latina porque su madre era portuguesa. Cuenta que en Buenos Aires se comió el mejor bife de su vida y que, tras un mes de gira por Brasil y Argentina, se siente cansado y con ganas de volver a su casa.

Ese es Junior Watson entre tema y tema. El resto es música. Cuando el tipo empieza a rasgar las cuerdas de su Spaguetti Western diseñada por Dan Dunham las palabras quedan a un lado. Su gran virtud es que no recurre a ningún tipo de cliché a la hora de tocar. Maneja las armonías, los ritmos y los punteos con una naturalidad asombrosa. Anoche, en el Be Bop Club, en San Telmo, demostró una vez más que puede salirse del molde tradicional sin apartarse del jump blues, el estilo que lo caracteriza desde hace décadas. Fue una noche íntima. El público estaba conformado en un 90 por ciento por músicos de blues, desde Alambre González y Rafa Nasta, hasta Mariano D’Andrea y Nicolás Smoljan. Watson estuvo acompañado por el brasileño Rodrigo Mantovani, bajista de Igor Prado; Pato Raffo en batería; y Tavo Doreste, rebautizado “Gustav” por el guitarrista al momento de presentarlo, en piano.

Más allá de que a Watson no le gustó mucho el amplificador que le dieron, en líneas generales el sonido fue bueno. Como en su visita anterior, cuando abrió la primera edición del Buenos Aires Blues Festival en La Trastienda, optó por un repertorio variado. Tocó algunos blues de su disco If I had a genie, de 2002, y un par de su trabajo más reciente, Jumpin' wit Junior. También mostró algunas rarezas como su aproximación a la bossa nova; una breve versión instrumental de Michelle de los Beatles; o el medley de música surf que incluyó extractos de Link Wray, Dick Dale y del grupo sueco The Spotnicks. Y claro que no faltaron sus versiones latinas de Chicago Cha Cha, Cuban getaway y Tequila.

La banda lo acompañó con precisión y mucho swing. Pato Raffo y Mantovani conformaron un rítmica sólida y justa, mientras que Tavo Doreste lo siguió desde el piano o los teclados con mucha atención y aprovechó los momentos que Watson le dejó para mostrar lo suyo, como por ejemplo en el Dragnet blues, el clásico de Johnny Moore que la mayoría le atribuye al pianista Charles Brown. Lo mejor de la noche vino al final: Watson homenajeó a Pee Wee Crayton con su Blues after hours, llevó a todos bien abajo para luego subirlos abruptamente. Quemó las cuerdas y hasta tocó con la guitarra arriba de los hombros. Pero más allá de esa exhibición de talento, todo el tema estuvo atravesado por un profundo sentimiento y una técnica exquisita.

3 comentarios:

Eduardo Barlesi dijo...

uau!!!

Virgy Basso dijo...

MUY BUENO!!!!!

Chueco Morales dijo...

muy bueno Martin !!!