sábado, 17 de mayo de 2014

El último rugido del león


El título del nuevo álbum de Leon Russell sugiere que será el último y las notas que lo acompañan reafirman esa suposición. “Este es el disco de mi viaje musical por la vida. Refleja partes de cosas que he hecho y cosas que nunca hice por distintas razones.”

Life journey tiene doce canciones que son una síntesis perfecta de su carrera de más de cinco décadas. Comienza con Come on in my kitchen, una de las 29 canciones de Robert Johnson que ha sido versionada hasta el hartazgo, aunque ésta se destaca por encima de la media por la tremenda interpretación vocal de Russell y por su ritmo más acelerado. Ese y Fool’s Paradise son los únicos blues del álbum. El resto de los temas se orientan más al R&B o al jazz, más algunos pequeños guiños al country rock, una especialidad de la casa. En tres de las canciones, entre ellas Georgia on my mind y I got it bad & that ain’t good, el viejo pianista está rodeado por la orquesta de Clayton-Hamilton. La otra es el clásico de Billy Joel, NY state of mind. Entre tanto cover hay dos temas nuevos: Big lips y Down in Dixieland.

El productor ejecutivo del disco fue Elton John, quien hace un par de años rescató a Russell del olvido al grabar juntos el álbum The Union. Pero aquí el productor no es T-Bone Burnett como en aquel, sino Tommy LiPuma, un tipo acostumbrado a trabajar con músicos de jazz. Así lograron darle a este disco un sonido más robusto y vívido que el anterior. El aporte de algunos músicos fue clave. Robben Ford desenfunda sus solos en That lucky old sun y Fool’s Paradise. Greg Leisz, de vasta trayectoria junto a artistas tan diversos como Sheryl Crow, Wilco o Joe Cocker, suma su pedal steel guitar en tres temas. Willie Weeks, bajista de George Harrison, Ron Wood y Donny Hathaway, entre otros, aporta un swing brutal en media docena de canciones.

Life journey también entra por los ojos. La foto de la portada, tomada por Ryan Roth, es un retrato cautivante. Ese primer plano en blanco y negro resalta una mirada adusta atravesada por los pliegues de su rostro y su pelaje mullido y canoso. En algún punto me hizo recordar a la de Miles Davis en Tutu.

A los 72 años, y luego de una carrera notable, más un tiempo sumido en el ostracismo, Leon Russell parece despedirse a lo grande, con un disco que recaptura la vieja mística de la era Shelter y los setentas. Es el rugido del león que dice adiós.


3 comentarios:

Maria Heer dijo...

gracias martin!

Iván Salomonoff dijo...

gracias martin

Anita Fabiani dijo...

Gracias!!!!