Rod Stewart
es como la birome Bic o el Magiclick, símbolos de una época que, lejos de
extinguirse, siguen cumpliendo su función con una eficacia casi poética. El
cantante británico también desafía al paso del tiempo. Ni la tecnología, ni las
modas, ni los años han podido corroer su brillo. Con su melena rubia intacta y
una energía que parece inagotable, Rod Stewart demuestra sobre el escenario que
lo clásico no pasa de moda: simplemente se perfecciona con la experiencia.
En poco más
de una hora y media, Rod Stewart dejó el alma en el Movistar Arena con una selección de canciones
que todos conocen, una combinación de grandes éxitos propios y versiones de
otros que hizo suyas. El segundo de los tres recitales porteños de su gira One
Last Time 2025 comenzó con Having a Party,
tema que marcó el pulso festivo de la noche.
Vestido con
un traje de cebra —el primero de los cuatro que luciría durante el show—, el
cantante siguió con Tonight I’m Yours
y This Old Heart. En un giro
inesperado para quienes lo asocian con sus discos de baladas y estándares,
rindió tributo al blues con una poderosa versión de Rollin’ & Tumblin’, de Muddy Waters, mientras en las pantallas
LED desfilaban imágenes de leyendas del género como Albert Collins y Howlin’
Wolf.
El
espectáculo fue tan visual como musical: luces, pantallas e instrumentos
brillaron en un montaje digno de un show de Las Vegas. Ya con una camisa negra
y pantalón a tono, Stewart atacó It Takes
Two, el tema que grabó con Tina Turner, y continuó con los clásicos The First Cut Is the Deepest y Tonight’s the Night. Antes de Forever Young, detuvo a la banda para
pedirle al personal de seguridad que permitiera al público acercarse y tomarle
fotos.
La energía
no decayó con Baby Jane, Young Turks
y la gloriosa Maggie May, mientras
una docena de músicos —entre ellos seis coristas y multiinstrumentistas—
rotaban en escena, aportando violín, mandolina, arpa y percusión. En un momento
de emoción, Rod Stewart dedicó I’d Rather
Go Blind, de Etta James, a la memoria de Christine McVie, y luego
interpretó Downtown Train, de Tom
Waits. Durante un breve interludio, sus coristas Holly Brewer, Joanne Bacon y
Becca Kotte mantuvieron el ritmo con una versión vibrante de I’m So Excited, de The Pointer Sisters.
El cantante regresó vestido íntegramente de rojo, con una rosa cursi en el ojal, para entonar I Don’t Want to Talk About It e If You Don’t Know Me by Now. Luego, acompañó You’re in My Heart con imágenes del Celtic, su amado club escocés, antes de ceder el centro del escenario a sus coristas, que desataron el baile con Proud Mary. La recta final lo encontró enfundado en un smoking brillante para recorrer su etapa ochentosa y disco con Some Guys Have All the Luck y Da Ya Think I’m Sexy?, momento en el que lanzó al público algunas pelotas de fútbol vintage y también un poco de demagogia con la bandera argentina ocupando buena parte de la pantalla gigante. Los bises fueron Sailing y Love Train, con una imponente suelta de globos multicolor.
El show
mantuvo una estructura similar al de GEBA en 2023, aunque el Movistar Arena
ofreció una acústica mucho más envolvente, donde cada instrumento y matiz de su
voz encontraron un mejor lugar.
A los 80
años, con más de medio siglo sobre los escenarios, Rod Stewart sigue cantando,
bailando y disfrutando. Aunque el título de la gira sugiera una despedida, todo
indica que mientras pueda moverse y sonreír, no habrá “última vez”. Porque, al
final, el tiempo pasa, pero quienes hacen lo que aman nunca se retiran del
todo.
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