martes, 23 de octubre de 2012

Trasandinos

En los últimos meses vinieron a Buenos Aires un par de amigos chilenos. Y como son buenos amigos me trajeron un tinto cada uno. El primero fue Fucho Cornejo, editor del sitio www.2120.cl, quien vino en un viaje relámpago para ver a Buddy Guy en el Gran Rex. Me regaló un Quintay pinot noir 2010, que guardé con esmero hasta que hace pocas semanas decidí descorcharlo. Las notas de cata decían: “Rojo cereza. Aromas dulces de cereza y frambuesa, ciruelas negras maduras, vainilla fresca. Boca intensa, fresca, con nota floral y buena fruta roja madura”. El tiempo pasa y me sigo preguntando cuánto de chamuyo hay en todas esas descripciones. Mi olfato sigue siendo tan precario como antes y el sabor lo mido desde una perspectiva que es imposible describir. Lo cierto es que el vino estaba muy bueno. Era un pinot a la altura de lo esperado.

En septiembre el que llegó a Buenos Aires fue un personaje entrañable, al que conozco desde hace más de 15 años y con el que, pese a la distancia, supimos apuntalar una gran amistad. Oscar Olarán, reconocido piscolero y animador de eventos, trajo un Casa Rivas carménère, la uva insignia de los hermanos chilenos. El vino, que es uno de los recomendados de la prestigiosa revista Decanter, cumplió con todas las expectativas: voluptuoso, potente y rico. Y así como vinieron se fueron: los amigos volvieron a Santiago y el vino pasó de las copas a mi boca y de allí al infinito.

2 comentarios:

Oscar Olarán dijo...

Cuando quieras te llevo más .

De Barracas Al Mundo dijo...

Estuve en Santiago de Chile hace un mes, el carménère de Undurraga me dio la misma impresión que a vos, pero -no la voy de típico argentino fanfeta- me gusta más nuestro Malbec, si de voluptuosidad hablamos.