domingo, 14 de octubre de 2012

Brooklyn Traveler

El Brooklyn Bowl está en el corazón de Williamsburg, a 100 metros del East River y frente al Whyte Hotel. Allí, en un viejo depósito de ladrillos a la vista, se combinan dos pasiones por estos pagos: el rock and roll y el bowling. Mientras algunos se concentran para lograr un strike en una de las tantas boleras, otros se agolpan contra el escenario. La noche del viernes no fue distinta a muchas otras, aunque esta vez los animadores fueron los Blues Traveler, la banda liderada por John Popper que está celebrando sus 25 años en la ruta.

Jason Gallagher, de Leroy Justice
La cita es a las 20. Media hora antes junto al escenario hay un par de fanáticos mientras que el resto está encimado contra la barra. Salen cervezas en vasos de plástico y jarras. En punto, y sin dilaciones, suben al escenario los teloneros. Leroy Justice es un quinteto con dos guitarras al frente, teclados discretos y una sección rítmica poderosa, con influencias que van de los Black Crowes a Led Zeppelin. El primer acorde acerca a la gente al espectáculo. La banda suena intensa, aunque el cantante y guitarrista, Jason Gallagher, tiene el síndrome del rock star en ascenso y por eso su ego es más imponente que su talento. Igual las canciones están bien, el otro guitarrista toca de manera aceptable y los arreglos son interesantes y bien trabajados.

John Popper
Apenas uno o dos minutos antes de las 21.30 aparece John Popper seguido por los demás Blues Traveler. “Hello Brooklyn, ¡let’s boogie!”, dice Popper luego de anunciar que el tema con el que van a abrir, Gina, está dedicado a su road manager. Popper desmenuza el sonido de su armónica con un micrófono especial, cuyo mango está hecho a medida y viene con una botonera, que le permite acomodárselo y buscar el efecto deseado como le plazca. El violero Chan Kinchla mete unos solos bluseros pero rápidamente se contagia del juego psicodélico que propone el hammond de Ben Wilson. Tad Kinchla golpea su bajo de seis cuerdas y logra un balanceo más funky por encima de los golpes de la batería

Chan Kinchla
Tocan canciones de todas sus épocas y también del flamante álbum Suzie cracks the whips como You don’t have to love me, Recognize my friend, All things are possible o Cara let the moon, un tema inspirado en una camarera del Brooklyn Bowl a la que Popper intentó seducir sin éxito. En uno de esos temas el cantante se anima a mezclar estrofas de The Gambler, de Kenny Rogers, y después canta una gran versión de What I got, de Sublime.

Popper tiene mucho carisma arriba del escenario y bebe con esmero. Empieza con un té caliente, sigue varios vasos de agua y al final se sacude siete shots de whisky. “A esta altura juro que ayuda a mi voz”, se justifica. El show dura dos horas y sobre el final se sube su amigo DJ Logic con su bandeja móvil para combinar su técnica del scratch con los solos ondulantes de Popper. Los Blues Traveler acaban antes de que el reloj cruce la barrera de la medianoche. Afuera, está fresco. El viento que sopla del norte se siente más fuerte cerca del East River y se leva los últimos acordes de un estilo de rock and roll que se moldeó en el último cuarto de siglo.
DJ Logic & John Popper





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