Primera aclaración para quienes no los conocen: Blues Traveler no es una banda de blues, aunque en sus comienzos se nutrieron de esa música. Así que no esperen doce compases cuando los escuchen. La agrupación neoyorquina se formó en 1988 y, aunque todavía falte un año, ya están celebrando su 25º aniversario. Es que siempre fueron unos adelantados, especialmente por el sonido único de la armónica de John Popper, sin dudas el sello que los distingue de cualquier otra banda surgida en los albores de la década del 90.
Suzie cracks the whip es un disco alegre, vital y apasionado. Las canciones tienen melodías pegadizas, con cierta orientación pop, pero no son un pastiche comercial. Muestran la capacidad del grupo para seguir haciendo temas agradables en los que Popper y el guitarrista Chan Kinchla pueden lucirse con solos novedosos, como lo hicieron en otros grandes discos como Save his soul (1993) o Four (1994).
Los dos primeros temas –You don’t have to love me y Recognize my friend- tienen ritmos atrapantes y letras gancheras, ambas pensadas para convertirse en hits, o al menos en referencia para sus fans. El álbum sigue con la armónica de Popper volando entre la melodía de Devil in details, que parece haber nacido de una canción de Santana, más que nada por el sonido de la guitarra de Kinchla. All things are possible tiene cierta aura reggae y en Things are looking up la banda retoma la senda del rock and roll con la voz y la armónica de Popper distorsionadas por un efecto del micrófono. Love is everything (That I describe) es una balada romántica con un solo dulce y efusivo del voluptuoso armonicista.
El álbum sigue con otro de los temas que apunta a liderar los rankings de las FM. Don’t wanna go tiene una melodía contagiosa, con aires de viejo soul mezclados con un incipiente country swing, en el que el que la voz del cantante se fusiona con la de Crystal Bowersox, figura surgida del reality American Idol, cuyas influencias son Melissa Etheridge y Janis Joplin. Nobody fall in love with me tiene un dejo campestre más pronunciado, mientras que con Cover me, Saving Grace y Big City girls recuperan su sonido rockero más característico. El disco termina con Cara let the moon, en el que a Popper parece tratar de emular al Billy Joel más clásico acompañado solo por el piano de Ben Wilson. Con todo, el undécimo disco de estudio de los Blues Traveler mantiene la identidad que supieron forjar durante más de dos décadas, gracias al talento de uno los armonicistas más notables e innovadores.
3 comentarios:
uhhh hace mucho que no escucho un disco de blues traveller... antes no me gustaba popper para nada, me llevo mucho tiempo entenderlo un poco... y la verdad es unico, muy original y tiene cosas (sobre todo tècnicmente) increibles
Sí señor, es un discazo; con un Popper soberbio, contenido e inspirado. El trabajo de las guitarras es magnífico. Uno de los discos del año. Saludos!
muy por el contrario de lo que dice Nico, a mi lo primero que me conquistó de esta banda, fue la armónica. Creo que el disco Four lo escuché 15874 veces. Es una gran banda, con grandes canciones
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