Fotos: Carlos G. Vertanessian |
“¡Al fin! Hola Argentina”, fueron las palabras en español que eligió Graham Nash para dar comienzo al show y luego los tres arremetieron con tres clásicos: Carry on, tema que abre su disco Déjà vu, de 1970; Marrakesh express y Long time gone, de su excelente álbum debut de 1969, en los que Stills estremeció con unos solos de guitarra punzantes. “Gracias por venir a vernos. Lo sé, lo sé… 43 años”, comentó Nash cuando desde la platea alzaron un cartel que decía el tiempo que los estuvieron esperando.
Siguieron con una tanda de temas menos conocidos. Primero con Military madness, de la etapa solista de Graham Nash; luego con Southern cross, del disco Daylight again (1982) y después con Lay me down, escrita por el tecladista James Raymond y editada en el álbum de Crosby y Nash, de 2004. Una versión vibrante de Almost gone (The Ballad of Bradley Manning), con un coro casi Stone, reveló al público argentino la historia del militar estadounidense que fue detenido en Irak acusado de haber filtrado información a Wikileaks. Wasted on the way, también de Daylight again, y Radio, una canción nueva, precedieron a tres clásicos que cerrarían la primera parte del show: Bluebird, escrita por Stills cuando estaba en Buffalo Springfield, Déjà vu –Nash se destacó con un solo de armónica- y Wooden ships.
Déjà vu derivó en una especia de improvisación jazzera en la que todos los músicos que los acompañan hicieron un pequeño solo. A los tecladistas James Raymond y Todd Caldwell se le suman tres profesionales de alto rango: Shayne Fontaine, guitarrista que tocó con Bruce Springsteen y Sting; Kevin McCormick, bajista de Jackson Browne; y Steve Distanislao, baterista de David Gilmour.
El intervalo duró poco más de 15 minutos. “Vamos a hacer unas canciones tranquilas”, anunció Nash nuevamente frente al micrófono. El trío, sin la banda en el escenario, con Stills tocando la guitarra acústica, emocionó con una versión intimista de Helplessly hoping. Así, en soledad, demostraron una vez más que fueron, son y serán la Selección de las Armonías Vocales, rubro en el que sólo los Beatles podrían hacerle competencia. Otro tema solista de Nash, In your name, dio pie al único cover de la noche. “No sabemos si tocar canciones de otros porque nosotros tenemos muchas, pero este es un gran tema de Bob Dylan”, anticipó Crosby antes de que empezaran a cantar una bucólica versión de Girl from the north country.
Y así siguieron saltando en el tiempo, cruzando temas propios de épocas distintas: As I come of age, de Stills solista; Guinevere, del disco de 1969; Jesus of Rio, de Crosby y Nash; So begins the task, de la época de Stills con Manassas; y Cathedral, grabada en 1977 para el álbum CSN. El final trajo un hit detrás de otro. Our house, de Déjà vu, fue la primera canción que el público coreó el estribillo con devoción. Almost cut my hair bañó de setentismo al Luna Park y Crosby se lució con un registro vocal memorable. Luego vino Love the one your with, que también tuvo una participación contundente de la gente. Los bises fueron el clásico de Buffalo Springfield, For what is worth, y la archiconocida Teach your children. Los músicos volvieron a dejar el escenario. Pero la ovación fue tan fuerte que volvieron una vez más. Tal vez pensaron que 43 años fue mucho tiempo y por eso nos regalaron un epílogo sensacional con Suite: Judy blue eyes. Fue una noche mágica e inolvidable. La historia viva del rock delante nuestro, al fin… y apenas una semana después que Dylan. ¿Qué más se puede pedir?
2 comentarios:
"Excelente, keep on blogging" Chan, chan.
Sos mi gran inspiracion. Alegria!
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