miércoles, 13 de abril de 2011

Funk attack

Estamos ahí saltando como locos, algunos más desaforados y otros con más onda. Todos hipnotizados por el sonido ardiente de ese funk arrollador, que baja sudando notas y vibraciones desde el escenario. La cosa parece no acabar. Es difícil intentar alejarse del parlante. El pum, pum, pum del bajo sacude y sacude. El baterista golpea y corta. Golpea, golpea y corta. La guitarra marca el ritmo sin sobresalir demasiado. Esa es la base de esta estructura musical demoledora. Eso es lo que nos mantiene bailando y moviendo. Entonces aparecen los teclados y la música se convierte en una máquina del tiempo: sonidos retrofuturistas que recuerdan al Hancock de Man-Child o a lo más psicodélico de George Clinton y su legión de funkadélicos.

Los vientos merecen un párrafo aparte. El trombón, la trompeta y el saxo suenan ensamblados y mimetizados cuando arrasan en tándem. Limpios, profundos y espontáneos, en cambio, cuando encaran un solo. Los protagonistas de este engranaje de locura pegadiza son los New JB’s y el maestro Fred Wesley. La palabra groove existe gracias a tipos como Wesley. Él integra el mismo equipo que Pee Wee Ellis, Maceo Parker, George Clinton y Bootsy Collins. Disculpen la analogía futbolera: son como el Barcelona del ritmo y la fiesta. (Y James Brown, claro está, sería como Pep Guardiola).

Noche de martes en La Trastienda. Arde. La primera parte del show es bien instrumental. “Están calentando motores”, me dice el responsable del evento, Mariano Cardozo, quien ya los vio en vivo en Neuquén y en Venado Tuerto. La gente todavía está sentada. Hay un solo del bajista Dwayne Dolphin en el que me parece que cuela algunas notas de So what, de Miles Davis. Cada uno de los músicos se luce en el momento en que le toca. Escuchar el trombón de Wesley es un viaje por senderos que se bifurcan entre Nueva Orleans, Alabama, St. Louis, Detroit y Nueva York.

Mientras Keith Jarret improvisa su lírica musical en el Teatro Colón y Motorhead incendia el Luna Park, en La Trastienda el funk gravita entre la perfección rítmica y la herencia de una revolución cultural y social que estalló hace unos 40 años.

La segunda parte del recital se vuelve bien loca. Wesley, el trompetista Gary Winters y el saxofonista Ernie Fields Jr. empiezan a cantar a coro en todos los temas. Se produce un diálogo con el público, que se mueve con una cadencia sensual. Todos bailan. Arriba y abajo. Entonces la banda interpreta Fourplay, Breaking bread, Trick bag, Gonna have a funky good time y House party, todas canciones que Wesley toca desde hace años. En algún momento bajan un cambio e improvisan unos solos más jazzeados, pero solo por un momento. La fiesta no tarda en volver a despegar. El grand finale es con Bop to the boogie. La noche se va danzando y el groove, esa palabra que tiene más significado en un escenario o un disco que en un diccionario, se queda adherido a los sentidos, luego de ese feroz ataque de funk.

7 comentarios:

Rafael Nasta dijo...

Gran Interpretacion Martin!!

Juli Villegas dijo...

como se llama el pianista? es lo mas grande que vi

Vicky Zapata dijo...

Un éxito anoche !!!!

Mariano García Elias dijo...

voy a tratar de ir hoy. Ya vi a Maceo Parker dos veces y me reventó la cabeza.

Nina Portela dijo...

El mejor show en mucho tiempo....excelente cada segundo del show!!! no hay palabras para describir la emocion que sentii...una fiesta del Funk...PERFECTA

Roberto Porzio dijo...

lo de anochee fue algo tremendo nunga visto en argentina ¡¡¡ hoy voy de nuevooooooooo ¡¡¡¡¡

Anónimo dijo...

Es exáctamente lo que viví en Nqn!!
Cuando Dolphin comenzó el show (con su bajo)todos entendimos que sería una fiesta...y así fué...
Gracias:...A los organizadores, por este evento y a los altos mandatarios celestiales, por el funk.

Luis Arriaga