martes, 31 de marzo de 2009

Wine song 9


Eric Burdon siempre se caracterizó por su poderío vocal. Desde joven, cuando estaba al frente de los Animals y aullaba las estrofas de la Casa del Sol Naciente, ya todos resaltaban que era un hombre negro en el cuerpo de un joven blanco inglés, más inglés que el té de las cinco. Burdon estuvo cuando murió su amigo Jimi Hendrix y fue uno de rockers más influyentes de la década del sesenta. Luego de la separación de los Animals, y en medio de su carrera solista, se juntó con la agrupación War, con la que en 1970 editó el disco Eric Burdon declares War. Allí figuraba un clásico de clásicos, SPILL THE WINE (Derrame el vino), que trepó hasta el tercer puesto de los charts.




lunes, 30 de marzo de 2009

Melodía



Esta gran foto de J. proyecta una imagen melodiosa, destellante, que me lleva imaginariamente a flotar entre la música. Se ahoga el corcho en el fondo de la copa. El vino se agita. Pura armonía.

domingo, 29 de marzo de 2009

Wine song 8

Los Rolling Stones tienen sus vinos. En 2005 sacaron unas botellas conmemorativas cuya etiqueta era la lengua más conocida del mundo. Una etiqueta que estaba destinada a vender por más que el producto no fuera el de mejor calidad. Pero ahora Jagger y Richards tienen su línea de vinos premiun. Tienen su línea de icewine canadiense (un Riesling y un Pinot Noir) a la que llamaron Sympathy for the Devil. También tienen su vino californiano: un blend de Napa Valley con tres años de barrica denominado Satisfaction. Pero eso no es todo: está el Ex Nihilo Merlot, también canadiense. Tanto vino, tanto vino... no podía faltar la wine song: BLOOD RED WINE, un tema no muy conocido (al menos por los no fanáticos) que fue editado para el cd Greatest Rarities Vol. 1 de 1991. La sangre y el vino, para los Stones, la misma cosa.




viernes, 27 de marzo de 2009

Wine song 7


En 2000 conocí a Andrew Greenlee, un gringo que estaba de viaje de estudios en Buenos Aires. Compartimos algunas cervezas y mucha música. El tipo era hijo de Bob Greenlee, propietario de King Snake Records, un pequeño sello discográfico de Florida, que entre sus artistas tiene una selección de bluseros pantanosos y muy versátiles. Andrew me regaló algunos cd’s, unas compilaciones muy interesantes cargadas de blues. Uno de los músicos top del sello era Ace Moreland, un guitarrista mitad cherokee amante del vino. Digo “era” porque Moreland se fue muy rápido. Murió en 2002 con apenas 50 años. Entre sus canciones figuran un par dedicadas al noble caldo. Aquí una: HIDE THAT WINE.


miércoles, 25 de marzo de 2009

Wine song 6


The Youngbloods tuvo cierto reconocimiento en los sesentas, más que nada por su hit Get Together. Al frente de la banda estaba Jesse Colin Young, autor de THE WINE SONG, un tema no muy recordado de 1967, pero que es un verdadero himno al vino. Aquí lo rescato del olvido. La letra es simple pero maravillosa. "Some folks like whisky, whisky is mighty fine. Some folks like moonshine, and they drink it all the time. My daddy told me, listen to me son, only keep your head in line, drink that wine, wine, wine....". Vale la pena escucharla, vale la pena brindar.




martes, 24 de marzo de 2009

Aprendiendo


Por René Roca


El escarlata líquido rechazaba las fotos que Martín intentaba del vino y de mi rostro. La botella de Rancho Zabaco, no quería ni fama ni bloggerias. Buscaba partidarios y nosotros éramos sus iniciados. El californiano sorprendió. Habló de cómo disfrutar momentos como éste. Nos mostró su espíritu de aromas frutales, de presencia ineludible, similar a la de una hermosa mujer que irrumpe en una fiesta.

Y la magia se hizo sonido. La música forraba las paredes del lugar, como una biblioteca del blues incapaz de pasar inadvertida flotando por el Mississippi. La sombra de Encías Sangrantes bailoteaba, redonda, sobre la pared, fundiendo su saxo en el eco rojizo de la copa del vino nacido de la uva Zinfandel. Habíamos aprendido. El momento estaba siendo disfrutado.


domingo, 22 de marzo de 2009

Wine song 5


Un amor que se derrumba, un hombre que no lo puede soportar. Rumores de que hay otro hombre en la vida de esa mujer. Celos, locura. Y todo se escucha a través de los viñedos, las palabras vuelan entre las uvas como dardos asesinos. I HEARD IT THROUGH THE GRAPEVINE es uno de los clásicos de Motown. Fue compuesto por la dupla Norman Whitfield y Barrett Strong en 1967. La popularizó Marvin Gaye, pero se han hecho cientos de versiones. Desde Gladys Knith & The Pips y The Temptations, hasta Creedence Clearwater Revival y Tina Turner. Es cierto que la letra de la canción no habla de vinos, pero el título es tan seductor como el ritmo.


jueves, 19 de marzo de 2009

Wine song 4


En 1983, el grupo británico UB40 arrasó las listas de los charts de Gran Bretaña y Estados Unidos con el tema Red, red wine, un reggae suavecito con tintes pop que se volvió la canción sobre el vino por antonomasia. Pero pocos sabían por entonces, incluso los mismos miembros de la banda, que el tema lo había escrito un cantautor estadounidense. De hecho, Astro, uno de los cantantes de UB40, dijo que la versión que ellos habían escuchado antes de grabar la suya era la del músico jamaiquino Tony Tribe.

La historia nos lleva a 1967. Neil Diamond, quien con los años se volvería uno de los artistas más populares de los Estados Unidos, compuso el tema y lo grabó en su segundo disco, Just for you. La canción, una balada un tanto sombría, está escrita desde la perspectiva de un hombre que encontró en el vino tinto la forma de sobrellevar sus infortunios. Vino tinto / mantente cerca de mí / No me dejes estar solo/ mi deprimido corazón se está rompiendo a pedazos, dice parte de la letra.

En 1968, Diamond se alejó del sello Bang Records y firmó contrato con Uni Records, subsidiario de MCA. Eso representó un gran saltó en su carrera y un revés económico para la discográfica que había lanzado sus dos primeros discos. A pesar de los contratos, y con cierto despecho, Bang intentó sacar algunos dólares más de su ex estrella y siguió lanzando singles suyos, entre ellos una segunda versión de Red, red wine a la que le agregó unos coros sin la autorización del músico y que pronto cayó en el olvido. Ese mismo año, Jimmy James and The Vagabonds, grupo jamaiquino radicado en Londres, grabó una versión más souleada del tema. Probablemente esta haya sido la que llegó a oídos de Tony Tribe, quien la grabó al año siguiente y le dio la impronta reggae.

Para entonces, Red red wine se hacía popular en Inglaterra y la original se desvanecía en los Estados Unidos debido a que Diamond seguía lanzando un hit detrás de otro. La banda multirracial UB40 comenzó a tener éxito a comienzos de los ochenta y el lanzamiento de su disco Labour of Love, que incluía covers de temas de Bob Marley y Jimmy Cliff, entre otros, los llevó a la cima. Y fue, más que nada, por su versión de Red, red wine, que además de ser una oda al vino se convirtió uno de los temas más festivos de la década. En agosto de 1983, el tema llegó al número 1 en Inglaterra y con los años el disco superó el millón de ventas.

Mientras tanto, el pase de Diamond de una discográfica a la otra había desatado una batalla legal que duraría nueve años. Recién en 1977, el cantante pudo recuperar los masters de las canciones que había grabado para Bang. En 1983, casualmente el mismo año que en explotó la versión de UB 40, Columbia Records editó el álbum Classics: The Early Years en el que compiló los mejores temas de sus años de Bang, con canciones como Solitary man, Girl, You'll Be A Woman Soon, Kentucky woman y, por supuesto, Red red wine. De esta manera, la versión original asomaba la cabeza en medio del suceso bailable en el que se había convertido el cover de UB40.

Con los años hubo otras versiones que no tuvieron el suceso de la de UB 40, pero alcanzó para que sea la primera asociación al vino cuando se habla de música.


martes, 17 de marzo de 2009

Sting DOC

Sting siempre estuvo. Lo primero que recuerdo de él es cuando me compré el cassette de Reggatta de Blanc en una disquería de San Bernardo, en pleno enero. Los ochentas. Me acuerdo cuando pegué un póster de The Police en mi cuarto. O de cuando bailaba Synchronicity en las primeras fiestas. Sting vino a la Argentina con Amnesty. Fragile y las Madres de Plaza de Mayo. River a pleno. Antes o después vi Quadrophenia y Duna. Sus primeros discos solistas marcaron el fin de los ochentas. Ahh… Nothing like the sun, que gran disco, con la memorable Englishman in New York. Después lo olvidé. Por un tiempo. Pero cada tanto aparecía en algún tributo a Hendrix, en la banda de sonido de alguna película o en los Simpsons. En 2001, atravesando una carretera de cuota mexicana escuché, gracias a Pablito, el disco en vivo All this time. La versión de Roxanne tiene muchos buenos momentos. Mágica, suave, profunda, movediza. En ese disco tocan músicos internacionales de primera línea como Chris Botti, Jacques Morelenbaum y Christian McBride. Vale la pena escucharlo. Visita a la Argentina con Sheryl Crow. Vélez. Declaraciones tántricas y alguna exageración también. Un disco malo. Otro raro. Por suerte conseguí un viejo álbum suyo en el Perugia Jazz Festival de 1987 junto a Gil Evans y volví a disfrutarlo después de mucho tiempo. Y un día la noticia de la vuelta de The Police. Otra vez River a pleno. Caja, dos River. Cantamos todos.

El tipo siempre estuvo, la verdad. Y ahora volvió. Tiene su vino, sus vinos. Un Chianti DOC y un blend con mayoría de Sangiovese de la Toscana, nada menos. Sting tiene un castillito allí y es un enamorado de la región. Así que se dio el gusto de tener su propio vino. La producción será de 30.000 botellas y con la difusión que tuvo la noticia estimo que se van a agotar tan pronto como lleguen a las vinerías. No creo que lleguemos a probarlo. En realidad no vamos a probarlo. Pero me gusta la idea de que un tipo así se dedique al vino. Le gusta el campo, las siembras y las cosechas. Lo que puede dar la tierra. Ya tiene su aceite de oliva que dicen que es muy bueno. Le da a su familia lo que le da la tierra. Sin monocultivos, sin pesticidas, declaró una vez. Los medios ya hablan de “vino rockero”, una pavada impulsada por Paolo Rossi, director del emprendimiento rural que lleva adelante el músico, a la que se sumaron todos. Le dijo al Corriere della Sera : "Será un vino rockero. La base es la uva Sangiovese, que tiene un gran carácter. Pero también tendrá swing gracias a las cepas autóctonas, como la del Colorino, y una pizca de pop internacional con el cabernet y el merlot".

lunes, 16 de marzo de 2009

Wine song 3


En 1970, Eric Clapton lanzó su primer disco solista y formó el súper grupo Derek and the Dominos En uno y otro proyecto grabó dos versiones de una canción dedicada al vino.

BOTTLE OF RED  WINE la escribió junto a Bonnie Bramlett y primero salió como lado B del single que en su cara A llevaba el tema Blues Power y luego quedó como primer tema del lago B del Long play debut. Además, registró la misma canción en vivo junto a los Dominos en octubre de ese año en el Fillmore East, aunque recién fue editada en el disco In Concert tres años más tarde.

Se trata de un shuffle en la tonalidad de Do mayor y la letra habla de un hombre que se levanta con una tremenda resaca y le pide a la mujer que le lleve una botella de vino tinto a la cama. Le dice, le implora, que le lleve el vino porque siente que la cabeza le da vueltas y le cuenta que la noche anterior estuvo en una gran fiesta en la que estaban todos sus amigos y que también sintió que ella estaba con él. La versión del LP es un tanto más tranquila que la del Fillmore, pero en las dos sobresalen los profundos solos de guitarra de Slowhand. Otra versión que trascendió de esta misma canción es la que está en el disco pirata Live at Santa Monica 1978, aunque es un tanto más desordenada y no tiene la frescura de las dos primeras.

 Bien sabido es que poco después de la disolución de Derek and the Dominos y tras las muertes de Jimi Hendrix y Duane Allman, la vida Clapton entró en su etapa más oscura, se volvió adicto a la heroína y eso casi le cuesta la vida. Recuperarse le demandó un par de años. Tal vez por eso, más adelante, Clapton casi no volvió a tocar Bottle of red wine. Posiblemente le recuerde esos años en los que el éxito y el reviente iban por caminos paralelos, pero cuyo destino parecía ser un precipicio.

El tema cayó en el olvido y prácticamente no fue versionado, salvo por el cover de Chris Robinson y Marc Ford, en un fugaz proyecto paralelo a los Black Crowes que se llamó Foamfoot y que apenas dejó un disco pirata en vivo el Troubadour de West Hollywood, en 1994.




sábado, 14 de marzo de 2009

Wine song 2



En 2004 The Who editó Then And Now (1964 - 2004), un grandes éxitos con un par de temas nuevos. Uno de esos temas era OLD RED WINE, dedicado a John Entwistle, el bajista de la banda que había muerto dos años antes, en junio de 2002. Entwistle amaba el vino y por eso sus amigos y bandmates, Townshend y Daltrey, compusieron esta canción en su memoria. Por cierto, hoy estuve escuchando Tommy... genial. Es un disco que no debería faltar en ninguna discorgafia.


viernes, 13 de marzo de 2009

Wine song 1





















WINE, un clásico de la Electric Flag, la banda que en los sesentas brilló con los solos de Mike Bloomfield. El año pasado se reunieron algunos ex miembros de la E.F. con otros músicos blancos de blues de la época. Barry Goldberg, Nick Gravenites, Harvey Mandel, Corky Siegel, Sam Lay & Tracy Nelson dieron unos conciertos en Chicago en honor a Bloomfield, con mucho blues y... vino.


miércoles, 11 de marzo de 2009

Frenesí parkeriano

Hace unas semanas leía las aventuras de Dean Moriarty y Sal Paradise en la novela "En el camino", de Kerouac, cuando, entre líneas, se coló el maravilloso mundo del be bop. El nombre de Charlie Parker apareció de inmediato. Juani Sixto (master en periodismo, fana del jazz, viaja en el Roca) me recomendó una serie de tips para llenarme la cabeza de Parker en pocos días.

A sus sugerencias sumé algunas perlas que tenía guardadas en casa y empecé. "El Perseguidor" es uno de los cuentos de Cortázar que está en "Las armas secretas". In memorian Ch. P. Sé fiel hasta la muerte, reza a modo de prólogo. En el cuento Charlie no es Charlie, sino que es Johnny y el narrador es Bruno, crítico de jazz y amigo del saxofonista. Un cuento (más que cuento es una novela corta) para nada sencillo, donde Cortázar se introduce en las profundidades de la personalidad del músico y su compleja relación con la vida. "... a mí me perseguía desde hacía varios meses una historia, un cuento largo, en el que por primera vez yo me enfrentaba con un semejante". Brillante.


Para mechar la prosa de Cortázar con un poco de música, puse uno de los primeros cd’s que me compré. Ahora, que los años han pasado, ya no compro recopilaciones, pero antes sí lo hacía. La tapa del disco sólo dice: “Charlie Parker. Compact Jazz”, del sello Verve. La calidad del sonido es excelente. Se trata de grabaciones de 1948 a 1953, en las que el saxo de Parker está acompañado por monstruos como Miles, Monk, Gillespie, Max Roach y John Lewis. Qué puedo decir a esta altura de las interpretaciones de Bloomdido, Lover man, My little suede shoes o Now’s the time. Bueno, si alguno tiene adjetivos más originales que excelente, maravilloso, memorable o genial que me avise.

Tengo pocas películas en DVD, pero por suerte tengo Bird. La había visto hace muchos años. Tantos que ni me acuerdo, como me pasa con la mayoría de las películas que vi hace muchos años. Muchos, ¡eh!. La actuación de Forest Whitaker es muy buena, el film está bien ambientado y sabiendo el amor demencial que tuvo, tiene y tendrá Clint Eastwood (el director) por el jazz no caben dudas de que es una buena semblanza.

Volví a la discoteca porque quería escuchar algo más. Bird & Diz. Impresionante (con este adjetivo no aporto nada, lo sé). Mis vecinos deben haber vacilado en tocarme el timbre porque el volumen del equipo estaba desquiciado. An Oscar For Treadwell y Mohawk los deben haber enloquecido. Finalmente no lo hicieron, el timbre esa noche se mantuvo virgen y yo escuché el disco como se debe: a un volumen desquiciado y saboreando un Doña Paula Malbec Estate. La armonía de ese vino con la música es casi orgiástica. A Charlie y Chan (la madre de sus hijos) creo que les hubiera gustado compartir una botella de ese malbec.


Faltaba algo más. Una lectura más. Entonces Juani, que debo admitir que se pasó con sus consejos, mencionó con mucho entusiasmo, tanto entusiasmo que creí que desvariaba, Be-bop de Christian Gailly. "¿De quién?", le pregunté. "Gailly, un escritor francés que es un heredero del nouveau roman", me respondió. "Espero que sea barato", le dije. "Es barato", me contestó. Y era barato. Apenas 28 pesos. Para un libro, nada mal. Salvo por una breve interrupción el fin de semana, me lo devoré. “Pienso, se dice, que tal vez sea mejor copiar a un genio como Charlie (Parker), antes que intentar ser un genio y no lograrlo, continúa, y seguir siendo un mediocre, en otras palabras, más vale ser el sosías de un genio que ser un don nadie, ¿en otras palabras?, quiero ser Charlie o nada”.

Para cerrar este frenesí parkeriano, Juani me pasó un disco de tres jóvenes iluminados del jazz actual: Roy Hargrove, Christian McBride y Stephen Scott. Hicieron un tributo a Parker que es admirable. El nombre no es muy original pero si representativo: Parker’s Mood. Ahora estoy terminando con todo esto y vuelvo al viejo y querido Bird. Me voy escuchando Confirmation. Preparo el sacacorchos y un Ciclos Malbec. Saco la copa. Después sigue Night and Day… podría ir pensando con que seguiré después… Parker me lleva a Miles. Miles, a Coltrane. Coltrane, a Ornette… y así, hasta el infinito.

martes, 10 de marzo de 2009

Una puerta en Nueva York



















Diciembre de 2008. Afuera, -19 grados. Adentro, Russell Malone y su guitarra. En la víspera de Navidad, Malone y su banda (Martin Bejerano, piano; Tassili Bond, cotrabajo; Jonathan Blake, batería) dieron cátedra de jazz y swing. El Jazz Standard (27 entre Park & Lexington) estaba a pleno. Las mesas están ubicadas de forma vertical al escenario. Me senté en la segunda silla por lo que tenía a Malone a menos de dos metros. Lástima que estaba prohíbido sacar fotos adentro. Una gran experiencia en un gran bar neoyorquino, con una copa de Douro portugués, aunque no era el lugar para pedir un vino en realidad. Un amigo sommelier, que la vida nos llevó por diferentes caminos, una vez me dijo: "Nunca pidas un vino en un bar que vende poco vino". Y tenía razón. En esos lugares siempre es mejor pedir un Jack D o algún traguete.