martes, 2 de noviembre de 2021

Flores para sí mismo

El denominador común de Viaje de Blues es la autorreferencialidad, algo que era esperable viniendo de Adrián Flores, pero también, y esto hay que decirlo, es un libro necesario para los amantes del blues, porque es la síntesis de la relación de un hombre que, a un costo alto, dejó todo de lado por la música que lo apasiona. En la vida de Adrián Flores, por lo que se desprende de estas páginas, no hay grises, es todo blanco o negro… y ya sabemos qué color elige él.

Viaje de Blues no tiene un hilo narrativo y carece de edición. Eso queda en evidencia con los múltiples saltos temporales y geográficos; y por temas a los que le falta desarrollo y quedan colgados. Pero de todas maneras resulta un libro ameno. Y ese es un gran mérito de Javier “Ciego” Goffman, que realizó una tarea titánica en captar la voz de Flores y plasmarla en papel. Al pasar las páginas, el lector no piensa en que lo escribió otro, sino que hasta puede percibir el vozarrón de Flores en cada una de las historias. Es Flores en todo su esplendor: dogmático, irascible e intolerante, pero también coherente consigo mismo, agradecido con sus amigos y muy comprometido con su causa.

Es cierto que todas las historias están repletas de subjetividades y es probable que otros protagonistas de esos hechos tengan recuerdos distintos, sin embargo, lo llamativo son los detalles que rescata, como por ejemplo que un músico tenía la camisa manchada o lo que decía otro cuando se quejaba de lo mal que se maneja en Sudamérica. Y esos pequeños detalles engrandecen al libro.   

Años de Vendimia (1985)
En las primeras páginas, el relato se centra en los comienzos de Flores con la música: cómo un disco de Creedence Clearwater Revival le cambió la vida y luego uno de Elmore James lo zambulló en el mundo del blues. Reconoce la influencia de Max Hoeffner en ese proceso de descubrimiento y también destaca a la primera formación de Memphis la Blusera. También recuerda, desde su óptica, la formación de sus primeros grupos, Gris, Años de Vendimia, La Mississippi y Blind Lemon, en un período que abarcó desde fines de los setenta hasta comienzos de los noventa (algo que abordamos con Gabriel Grätzer en Bien al Sur-La historia del blues en la Argentina); bandas que, más allá del éxito posterior de La Mississippi, navegaron una época en la que el blues era muy de nicho.

Su vocabulario clásico, como “monigote”, “chingui chingui”, “turistas”, “salchicha”, "toca huevos" “pizzero”, “viudas de bogan” y “barbudos”, que utiliza en exceso en redes para descalificar, aquí aparece en cuenta gotas lo cual es otro mérito de Goffman, que no necesitó recurrir a esas palabras para darle forma a la voz del protagonista.

Adrián Flores y James Cotton (1994)
Flores expresa cierto altruismo con muchos de los bluesmen estadounidenses que trajo y deja entrever que fueron más las veces que perdió dinero produciendo shows que las que ganó (“Empatar es ganar”, es una de sus máximas). No oculta cierto rencor por músicos como Buddy Guy u Otis Rush, que rechazaron sus propuestas, y también, aunque en menor medida, por John Primer, debido a ciertas desavenencias que tuvo a lo largo del camino. Muestra un desprecio manifiesto por la gente con la que, según él, tuvo disputas comerciales, aunque en la mayoría de los casos prefiere no mencionarlos por sus nombres y recurre a apodos como “Señor Pesto”, “Bordonaro” o “Rata Cagoso”, tal vez para evitar demandas legales. Al que también le pega sin pudor en varios pasajes del libro es a Pappo, pero en este caso no disimula su identidad.

Otra cosa que se desprende de la lectura es que a lo largo de los años hubo mucha improvisación de su parte en la organización de shows, especialmente por falta de previsión en aspectos contractuales y logísticos. Lo más llamativo es que revela que en algún momento le ofrecieron producir un show de John Fogerty en la Argentina y lo rechazó porque solo se quería dedicar a traer músicos negros de blues, algo que cumplió a rajatabla salvo por una producción que se atribuye de Bruce Ewan.

El libro viene acompañado por fotos, que lamentablemente no se aprecian porque la calidad de impresión no es la mejor, aunque son las mismas que publica desde siempre en su perfil de Facebook. 

Pero las anécdotas con los bluesmen, tanto aquí en Buenos Aires como en Chicago o en Brasil, son muy interesantes. Logró retratar sus estilos de vida, especialmente en la ruta, pero la falta de hilo narrativo, que nos lleva de acá para allá, con saltos hacia adelante y vueltas atrás, por momentos desorienta. El problema más evidente de la falta de edición vuelve a aparecer sobre el final cuando por segunda vez relata la anécdota en la que “David Espectro”, como llama a Dave Specter, se olvidó de invitar a tocar a Lurrie Bell en un evento en Chicago.

Viaje de Blues es un libro que Flores pensó para reivindicarse a sí mismo, pero que Goffman logró volverlo más placentero con su pluma. Más allá de los conciertos que organizó, los discos que produjo y los programas de radio que condujo, lo más interesante está en sus historias con los músicos, eso que probablemente ningún otro argentino, vivió tanto como él.

6 comentarios:

Jorge Cordi dijo...

Este es el pajarón ese de la mafia del blues?

Luis Mielniczuk dijo...

Bien Martin.

Freddy Muñoz dijo...

buena crítica, espero leerlo pronto... saludos Martín !

Benjamín Aquino dijo...

A veces uno ve un partido tipo Talleres-Belgrano y se pone a fantasear con alguna manera en la que los dos pierdan 2 a 0.

Gustavo Pollo Zungri dijo...

Admirable reseña Martín y el titulo "Flores para si mismo" de antologia 😆

Claudio Duarte Oviedo dijo...

Felicitaciones al redactor de un libro tan necesario cómo parte del registro historiográfico del Blues en Latinoamérica y doble mérito porque lo hace como una especie de un ícono insufrible (no lo conozco personalmente pero se de sus manejos en Mafia Blues) y no debe ser poca cosa tratar de generar un hilo conductor en una narrativa. Y usted Sassone excelente gesto de justicia y altura con quién s usted y Gabriel Graztser sólo recibieron palos y desmeritos en su trabajo "Bien al sur"