viernes, 27 de julio de 2012

Honrarás a tu padre

Ese es el mandamiento que Mud Morganfield respeta a muerte. El nombre de Muddy Waters pesa como ningún otro en el mundo del blues. Y Mud lo sabe bien. Carga con un apellido que resume buena parte de la historia del blues. El año que viene se cumplirán 30 años de la muerte del legendario padre del blues de Chicago y Mud llegará más preparado que nunca a ese homenaje. Anoche, ante una Trastienda colmada, demostró una vez más que es un artista sensacional, carismático y respetuoso de la tradición.

La noche tuvo un componente extra: sirvió para que muchos músicos locales se mostraran ante un público más amplio que el que suele seguirlos por los bares de Capital y el Conurbano. Ese fue el caso de Nacho Ladisa Blues Club, una banda de chicos jóvenes que está dando que hablar. Hace poco editaron su primer disco y con esta presentación demostraron que están para grandes cosas. Ladisa y Federico Verteramo en guitarras y Hughis López en armónica se recostaron sobre la rítmica contundente de Homero Tolosa y Cristian Ferreira. Estuvieron acompañados por el experimentado Machi Romanelli en teclados, que cubrió el lugar que ocupó Gustavo Doreste en el álbum. Fueron cinco temas tocados con mucha pasión. Comenzaron con Money marbles & chalk y siguieron con Goin’ away baby, Bright lights big city y Five long years, en el que hubo filosos solos de Ladisa y el zurdo Verteramo. El cierre, brutal, fue con Take a little walk with me, de Robert Lockwood Jr.

A las 21.30 subió a escena la segunda banda de la noche, la que habría de acompañar a Mud y sus blues. Roberto Porzio y Toto Palacio comenzaron con un par de instrumentales, junto a la armónica de Rubén Gaitán, y el colchón rítmico del hammond de Walter Galeazzi. Mariano D’andrea y Gabriel Cabiaglia sostuvieron la estructura en bajo y batería. Diez minutos después, Roberto Porzio presentó al hombre que todos esperaban ver. “Cierren los ojos e imaginen a Muddy cantando. Con ustedes, ¡el Hijo del Blues!”, anunció el guitarrista. Mud apareció en escena con un traje que parecía blanco pero que en realidad era de un lila, luciendo aros y anillos de oro y con una toalla en su mano, con la que se secó la cara más de una vez. Se sentó en una banqueta y comenzó a entonar la letra de Walkin’ thru the park, uno de los clásicos de su padre.

El repertorio estuvo equilibrado entre temas propios y algunos covers de Muddy Waters. De su último disco, Son of a seventh son, las más destacadas fueron la balada blusera Midnight lover y luego Catfishing, en el que invitó al escenario a tres mujeres para que bailaran para él. Luego hizo que la gente eligiera una ganadora. Y la que ganó no fue la que mejor bailó, sino la que se animó a tomarlo de la mano y hacerlo bailar a él. Ella se llevó un disco autografiado.

Mud hizo que sus músicos aprovecharan la oportunidad para mostrarse. “Mr. Robert play the blues”, le dijo a Porzio, quien empezó a deslizar el slide para una gran version de You can't lose what you ain't never had. Lo mismo pasó con Hoochie coochie man. Rubén Gaitán hizo reír a Mud más de una vez con algunos trucos de su armónica. Y Toto Palacio, que tenía hinchada propia, dio siempre un paso al frente para sacar unos punteos profundos.

Hubo un pequeño incidente: Mariano D’andrea tuvo problemas con la ficha de su bajo que provocó unos sonidos molestos. La solución fue el contrabajo que había usado Cristian Ferreira. Pero, como dice el dicho, no hay mal que por bien no venga: Mud y Roberto Porzio improvisaron una versión de Forty days and forty nights, en la que Mud mostró que las aguas del Mississippi fluyen por sus venas.

Un gran momento fue cuando Mud contó la historia de su novia Caldonia, a la que su madre no quería para nada. “Yo era un nene de mamá”, dijo para justificar que no siguió su relación con ella pese a que Muddy Waters lo incentivaba. Entonces se lanzó con una animada interpretación del clásico de Louis Jordan. Así, bien arriba, llegó el final. Primero con Got my mojo workin’ y una poderosa versión de Manish boy para el bis. Blues de Chicago en estado puro y buena onda fueron los ejes de una gran noche, en la que el hijo del blues honró la memoria de su padre.

4 comentarios:

Marcos Lenn dijo...

Grosoo! Nunca mejor el mandamiento Martin!! Abrazo!!

Mariano Cardozo dijo...

Que noche Muddy Waters increible . Gracias Martin, un abrazo. Baires Blues.

Luis Mielniczuk dijo...

Excelente cronica....un amigo que fue me lo describio de igual manera...abrazo.

Mariano dijo...

Excelente show. En un momento, tuve que sincerarme, pararme y gritar "Te amo negroooo"... Una de las mejores noches de mi vida.