miércoles, 11 de julio de 2012
Pecados capitales
El frío estanca, domina las sensaciones, adormece. Por estos pagos no estamos tan acostumbrados a las bajas temperaturas. Menos de diez grados se sienten como cientos de dardos filosos pinchándonos la cara. Los labios se agrietan, las narices se ponen coloradas, la piel se reseca y las manos quedan tiesas. Como escribió un colega ayer: “La tarde se puso ideal para al menos tres pecados capitales, los mejores. Por orden alfabético: gula, lujuria y pereza”. Se puede disentir sobre cuál es el mejor, pero difícilmente se podría cambiar uno de esos pecados por alguno de los otros cuatro. Una hermosa mujer, un ambiente cálido y un buen plato de comidas suman para pecar sin culpa. Y nada mejor que un vino para que todo sea mucho más impune. Quieto calza a la perfección. Es un blend (50% cabernet franc, 30% malbec, 20% cabernet sauvignon) delicado, con un leve aroma a madera, que muestra sin pudor sus tonos oscuros con reflejos púrpuras. Es perfecto para cuando la tarde se tiñe de noche y se puede pecar acaloradamente.
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