¿Qué es lo que me apasiona del blues? Me hice esa pregunta cientos de veces. Es difícil explicarlo en pocas palabras. Supongo que un motivo es su ritmo tan humano y plagado de sensaciones. Tristeza, desamparo, alegría, miedo, pasión, despecho, enamoramiento, recuerdos. Y a veces, cuanto más rústico y descarnado, más lo siento. Esta es una selección brutal de oscuros músicos sureños, tipos de los que se sabe poco y que pasaron gran parte de su vida tocando más que nada en los porches de sus casas. Una buena muestra de por qué el blues puro es un camino sin retorno.
Charles Caldwell – Remember me. Durante décadas tocó en los juke joints de la zona conocida como North Mississippi Hill a cambio de tragos. Y cuando tuvo la oportunidad de darse a conocer murió devorado por un cáncer de páncreas. Su fallecimiento ocurrió en 2003, unos pocos meses antes de que el sello Fat Possum editara su único disco. La grabación no fue nada fácil porque, según contó el productor Matthew Johnson, Caldwell estaba en pleno tratamiento de quimioterapia. De todas maneras logró un álbum atrapante, bien eléctrico, al estilo de Junior Kimbrough o R.L. Burnside, en el que el sonido de la Gibson 135 provoca hipnosis en quien la escuche. La voz de Caldwell suena densa, curtida y allanada por litros de licor. En algunos de los temas está solo con sus seis cuerdas y en otros es acompañado por la batería de Tino Gross. Las once canciones fueron compuestas por él y son las únicas que nos dejó.
Asie Payton – Worried. Hace unos meses, mientras buscaba la lápida de Charley Patton en el cementerio de Holly Ridge, en Mississippi, me topé con la tumba de Asie Payton. El epitafio apenas decía: “Bluesman”, su nombre y las fechas en las que nació y murió: 12 de abril de 1937 y 19 de mayo de 1997. Como no tenía ni idea quién era, en cuanto tuve una computadora a mano empecé a investigar y resultó ser otro artista del que apenas hay un disco. El sello Fat Possum estuvo dos años tratando de hacerlo grabar, pero Payton siempre se mostró díscolo. Luego de mucho batallar apenas lograron capturar su sonido durante una presentación en el juke joint de Junior Kimbrough y en una pequeña sesión en un viejo estudio del condado de Washington. El sello iba a lanzar un demo pero Payton murió antes de que eso sucediera. Entonces, sin más remedio, Fat Possum juntó ambas grabaciones tal como estaban y, en 1999, editó el disco Worried. Es un álbum de blues eléctrico, bien sucio, crudo, caótico y vibrante. Una reliquia del sonido moderno del Mississippi.
Bud Grant - The George Mitchell Collection vol. 14. George Mitchell fue un “cazador” de bluesmen. Durante la década del 60 recorrió el Mississippi, Alabama, Texas y Georgia y grabó a decenas de músicos negros. Entre los más conocidos de su colección están Big Joe Williams, Houston Stackhouse, Sleepy John Estes, Fred McDowell y R.L Burnside. Pero después hay muchos tipos que grabaron apenas una vez y que el tiempo los sepultó. Ese es el caso de Bud Grant. Por suerte, en 2006, Fat Possum editó 45 discos en los que está condensado todo el trabajo de Mitchell. El volumen 14 contiene diez canciones que Grant grabó en Thomaston, Georgia, en 1969. A diferencia de los dos discos anteriores este es bien rural. En la web casi no hay datos de su vida. No encontré su fecha de nacimiento y no sé si está vivo, aunque lo dudo mucho. Pero sus interpretaciones de Trouble in mind, Mean old frisco, Rock me mama y Rattlesnake moan perdurarán por siempre.
1 comentario:
Nuevamente lográs sintetizar el sentimiento de aquellos que escuchamos blues. Excelente explicación (si cabe así llamarle a escribir unas líneas sobre un estado de ánimo) de ese camino sin retorno... you'll never get out of this blues alive.
Sobre el disco de Asie Payton, tengo alguna referencia de que las pistas adicionales no fueron grabadas con su consentimiento. De ahí que ese disco suene a pasticho electrónico, Fat Possum suele contar en su colección con varios experimentos como éste.
Publicar un comentario