martes, 24 de mayo de 2011

Bob Dylan, 70

"Bob Dylan es uno de esos personajes que sólo aparecen una vez cada 300 o 400 años".
(Leonard Cohen)


Hoy Dylan cumple 70 años. En estos días se publicaron cientos de notas sobre su figura desde todos los ángulos posibles: su música, su rol en los sesenta, sus incursiones en el cine, sus amores y divorcios, su cambiante relación con las religiones, su intrincada personalidad, el Nobel que nunca le dieron, etc. Supongo que muchos de sus admiradores deben tener a mano decenas de anécdotas relacionadas con el viejo Bob. Estas son las mías:

1) La primera vez que lo vi en vivo fue en 1998 cuando se presentó como telonero de los Rolling Stones en River. Por entonces yo no estaba tan metido en su nueva música y, si bien había escuchado mucho sus discos de los sesenta, no disfruté tanto el show. Tal vez porque estaba en la popular y se veía y escuchaba mal o porque me traicionaba la ansiedad por ver a Jagger y compañía. Pasaron los años y mi interés por su música y su historia creció en forma desmedida. Y Dylan no desapareció, sino que se convirtió en el trovador de los tiempos modernos y en el guardián de la tradición musical más profunda. En abril de 2007 lo volví a ver en vivo. Fue en el Palais Omnisport de París y esa vez si que lo disfruté mucho. El contexto, ya de por sí era muy alentador y su show fue muy intenso, similar al que dio un año después en Vélez. Esa noche fresca, a pocos metros del Sena, me encontré con un Dylan parco, auténtico y genial. Presentó sus nuevas canciones y, a su forma, se burló del público y del tiempo: las reinterpretó a todas y algunos ni se dieron cuenta que estaba tocando It ain't me babe, Like a rolling stone o All along the watchtower. Mercy, Bob.

2) Dylan editó más de cuarenta álbumes oficiales y las discográficas lanzaron al mercado más del doble de compilaciones. Es difícil enumerar cuántas canciones compuso Dylan en medio siglo de carrera. Lo cierto es que debe haber unas 20 o 25 que tranquilamente podrían estar entre las 100 mejores de la historia del rock. Me preguntaron muchas veces cuál es para mí el mejor disco de Dylan. Antes de responder siempre hurgo en mi cabeza en busca de un par de razones para no elegir Highway 61 revisted, pero no las encuentro. Con ese disco hizo su primera reconversión: dejó el folk acústico por el rock bien eléctrico. Además es un álbum que tiene canciones alucinantes como Like a rolling stone, Desolation row, Just like Tom Thumb's blues y Ballad of a thin man, y el guitarrista es nada más y nada menos que Mike Bloomfield. Pero a la hora de elegir cuál de sus canciones es mi favorita, mi respuesta varía según el momento que yo esté atravesando: puede ser Don't think twice, is all right, One more cup of coffee o Gotta serve somebody. Hoy me quedo con Changing of the guards.

3) Esta es una anécdota gloriosa que me contó mi amigo Horacio Aizpeolea, un fanático absoluto de Dylan. Cuando el viejo Bob vino en 1998, Horacio era redactor de Información General de Clarín y José Aleman, su jefe, lo mandó a cubrir la llegada al aeropuerto de Ezeiza. Lo que apenas iba a ser una foto epígrafe se convirtió en una cabeza de página porque Dylan en vez de esperar que fueran a buscarlo los organizadores, paró un taxi y se fue al hotel. La curiosidad periodística picó a Horacio como nunca antes le había sucedido y luego de algunas averiguaciones encontró al taxista. Consiguió data de primera mano para su crónica, pero lo mejor de todo fue que también se quedó con un souvenir invalorable: las cinco colillas de cigarrillos Merit que Dylan había fumado arriba del taxi.

"Yo sólo soy Bob Dylan cuando tengo que ser Bob Dylan. La mayor parte del tiempo quiero ser yo mismo. Bob Dylan nunca piensa sobre Bob Dylan. Yo no pienso en mí mismo como Bob Dylan. Es como dijo Rimbaud: Yo soy el otro."

2 comentarios:

Grace Pousá dijo...

de 10.!

Anónimo dijo...

el rey Bob