Anoche fuimos con Max, Francine y Paulo a ver el show de Funk como le gusta, una banda demoledora que, como su nombre lo indica, toca puro funky, aunque por momentos lo matizan con un poco de samba, rap y hasta ritmos caribeños. El show duró poco más de dos horas. Lo mejor fue que entre las mesas, y junto al escenario, había un espacio que no tardó en llenarse de gente bailando. Como les gusta a los brasileños moverse y danzar. Me deus!!!!
Tomamos unas cervezas, comimos unos sandwichs y disfrutamos de un recital fantástico que incluyó un duelo de batería y percusión, solos de trompeta, saxo, trombón, una guitarra funky muy caliente y una base rítmica completamente adictiva. El final fue genial y sorprendente: los músicos dejaron el escenario y cuando todos esperábamos que volvieran a escena salieron por la parte de atrás en fila, cruzaron las mesas y llegaron hasta la pista de baile: el baterista y el percusionista, junto con el guitarrista, el bajista y el tecladista tocaban bombos y tambores, mientras que los de la sección de vientos soplaban y soplaban. Hicieron una ronda, con toda la gente alrededor mientras iluminaban con linternas ajustadas a unas vinchas, como las que usan los mineros. El ritmo seguia y nadie quería dejar de bailar.
La música se fue cerca de las dos. Salimos al calor abrazador de la noche paulista todavía sacudiendo el cuerpo por inercia. Atrás quedaron el Bourbon Street, Funk como le gusta y la sana costumbre de los hermanos brasileños de pasarla bien.
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