Nick Hornby escribe con música. En cada uno de sus libros hay decenas de referencias al rock and roll. Alta fidelidad es, tal vez, su obra cumbre en ese sentido. Ahora, el trono que ostentaba la novela que protagonizaba Rob Fleming, un frustrado vendedor de discos en crisis, se ve amenazada por la aparición de Juliet, desnuda, una novela contemporánea y magistral en la que una pareja que roza los cuarenta se encuentra ante una crisis matrimonial profunda. En medio de esa historia cotidiana el rock and roll se hace presente con toda la fuerza posible: Duncan, el protagonista, es un fanático desquiciado de Tucker Crowe, un músico que desapareció de la escena en 1986, luego de lanzar su disco más formidable: Juliet. Hasta entonces, Crowe era comparado con Dylan, Bruce Springsteen y Leonard Cohen, y desde su desaparición voluntaria pasó a ser un mito entre un grupo de seguidores dispersos por el mundo.
La aparición de Internet hizo que esos locos fanáticos se congregaran en un foro y empezaran a especular las más diversas hipótesis sobre qué había pasado con Crowe. La historia cobra vuelo cuando una compañía discográfica edita Juliet, desnuda, un álbum acústico con las versiones iniciales de los temas que luego conformarían Juliet. Annie, la mujer de Duncan, escribe una reseña sobre ese disco que capta la atención –desde el otro lado del Atlántico- del mismísimo Tucker Crowe. Entonces las historias se empiezan a cruzar y el misterio de la desaparición de Crowe sale a la luz. Nick Hornby escribió una novela divertida, atrapante y dinámica en la que todos nos encontraremos reflejados en algún punto.
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