La locura por Michael Bloomfield me agarró en el 94. No me acuerdo cómo conseguí el primer disco de la Paul Butterfield Blues Band, pero sí el efecto que causó en mí: quedé alucinado con el sonido de la banda y, especialmente, con la primera guitarra. Tiempo después –semanas o un par de meses, quién sabe- compré en el Tower Records de Costa Mesa, al sur de Los Angeles, dos discos que fueron decisivos en mi formación musical: A long time comin', de Electric Flag, y Super Session, de Bloomfield, Stephen Stills y Al Kooper. Me acuerdo que primero puse el del trío. Comienza con un solo de Bloomfield impresionante en el tema Albert’s shuffle, luego se suma el hammond de Kooper adornado por una tromba de instrumentos de viento. La guitarra de Bloomfield vuelve a poseer la estructura de la canción para darle forma definitiva. Recuerdo que me costó comprender cómo ese muchacho blanco, muerto desde hacía 13 años, había logrado tocar de esa manera. Parecía bendecido por Magic Sam y Otis Rush, poseído por el influjo del West Side de Chicago.
Esos tres discos son de lo mejor de la década del sesenta y esenciales para quienes estén entrando al mundo del blues y del rock clásico. El primero de Paul Butterfield es un decálogo de blues. Fue grabado en 1965 y se erigió como la respuesta más contundente de los jóvenes blancos estadounidenses a la avanzada blusera que venía desde Gran Bretaña, encabezada por los Stones, John Mayall, Alexis Korner y unos jóvenes guitarristas que apenas empezaban a sacarle filo a sus solos como Clapton, Peter Green y Jeff Beck. El segundo, A long time comin', de 1968, es más funky y rockero. Tiene soul y country. Electric Flag fue un súper grupo -integrado por Bloomfield, Nick Gravenites, Buddy Miles y Barry Goldberg, entre otros- que duró poco, pero que en ese breve lapso, dejó una huella imborrable. Finalmente el de Bloomfield con Kooper y Stills, también del 68, es blues y psicodelia en su máxima expresión. Una obra de arte formidable y superadora que fue gestada en base a la estructura y complejidad de los discos de jazz. Además del solo de Albert’s shuffle, lo que Bloomfield toca en Really es de un nivel extraordinario.
Pero todavía me faltaba algo más. En aquellos años la información no fluía como ahora. Había que conseguir revistas o libros para ir uniendo datos e historias. Así fue como llegué a Highway 61 revisted, tal vez el disco más trascendental de la carrera de Bob Dylan y probablemente de la historia del rock. Corría el año 1965 y Dylan, influenciado por los Beatles, dio un cambio radical a su música. Dejó el sonido folk que lo había hecho famoso y se convirtió en un rocker. Primero en su presentación en el festival de Newport y luego con la edición del álbum que sacudió al mundo de la música: Like a Rolling Stone. Y para ello contó con la colaboración de Bloomfield en guitarra, claro.
A partir de ahí empecé a bucear en el mondo-Bloomfield. No fue difícil conseguir East-West, el segundo álbum de Paul Butterfield Blues Band. Para el año 66, Bloomfield ya había desarrollado un estilo propio que iba más allá del blues de Chicago. En su forma de tocar se cruzaba el jazz, el rock, el raga hindú, la psicodelia. Sí se me hizo más complicado conseguir sus discos como solista de la década del 70 ya que su discografía es un tanto desordenada. Compré The Roots of Blues, un compilado interesante del sello LaserLight y después Blues, Gospel and Ragtime (Guitar instrumental), del sello Shanachie, con el que conocí otra cara de Bloomfield, acústica y más reflexiva.
En otro viaje por los Estados Unidos conseguí Triunvirate (1973), de Bloomfield junto a Dr. John y John Hammond. Aunque después de escucharlo unas cuantas veces me quedó un sabor amargo. La grabación de ese disco fue una idea comercial del sello Columbia, pero los tres músicos no tuvieron la química adecuada y el resultado es apenas discreto. Pero el mercado se fue abriendo y casi sin escala aterrizaron en mi equipo de audio Live at The Old Waldorf y Living in the fast lane. Excelentes los dos. Depués compré uno de Barry Goldberg en el que tocaba Bloomfield, y la banda de sonido de la película The Trip (1967), con música de Electric Flag, y The Paul Butterfield Original Lost Elektra Sessions. El círculo se cerró hace pocos años cuando Columbia reeditó The Live Adventures of Mike Bloomfield and Al Kooper y Fillmore East: Al Kooper & Mike Bloomfield – The Lost Concert Tapes 13/12/68, en el que quedó registrado un momento histórico: cuando invitan al escenario a un joven y desconocido Johnny Winter, quien tiempo después ficharía para Columbia.
Mike Bloomfield fue un músico brillante, tanto con la Telecaster como con la Gibson Les Paul. Casi no usaba efectos ni distorsión. Tocó en el festival de Monterey (1967). Y, además de con Bob Dylan, grabó con Janis Joplin, Muddy Waters, John Cale, Taj Mahal y Moby Grape. Conoció el éxito a fines de los sesenta en San Francisco, la meca por entonces, pero su adicción al alcohol y la heroína lo llevaron a la tumba antes de cumplir los 38 años (el 15 de febrero de 1981). Ahora su música volvió a mí con todo. Saqué los discos que tengo desde hace mucho y empecé a escuchar uno tras otro. Así, sin explicación aparente, quedé bloomferizado.
2 comentarios:
pues si, era bueno este bloomfield. personalmente me pellizcan mas los guitarristas negros, sobre todo freddie king, albert king,..pero de los blancos es de los mejores...una pena tanta droga tio...
Tremenda la paul butterfield Blues Band! Gran nota, te felicito
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