Louis Armstrong en Canal 7 |
Claudio Parisi |
Grandes del Jazz Internacional es una obra coral: sus casi 350 páginas se nutren de los relatos en primera persona de más de un centenar de entrevistados entre los que sobresalen Leandro “Gato” Barbieri, Gustavo Bergalli, Bernardo Baraj, Javier Martínez, Carlos Inzillo, Lalo Schifrin, Herménegildo Sábat y Walter Malosetti, algunos de ellos ya fallecidos. “Todo el material salió de las entrevistas -dice Parisi-. En muchos casos algunos de los músicos tenían tantas historias que tuve que hacer más de una entrevista. Otros, en cambio, eran menos memoriosos y aportaron lo que pudieron”.
“Traté de transcribir textualmente como me iban contando las historias. Incluso se debe notar que hay distintos personajes que hablan de distinta manera que otros. Y respeté textualmente lo que me contaron”, explica Parisi. Hubo dos personajes que fueron clave para que la obra cobrara vida. Uno fue el periodista y difusor del jazz Nano Herrera, conocido en el ambiente como el “merodeador del jazz”, y el otro fue el contrabajista y dueño de Jazz&Pop, Jorge “Negro” González. “Sin ellos –agrega el autor- este libro no habría sido posible. Los dos tenían una memoria prodigiosa”. Ambos murieron antes de que Parisi terminara el libro y por eso la dedicatoria principal es para ellos.
Osvaldo Fresedo y Dizzy Gillespie |
Al año siguiente, desembarcó en el país el gran Louis Armstrong que, según el autor, “era un ícono que trascendía al jazz tradicional y su visita entonces solo es comparable con la de los Rolling Stones”. Parisi logró reconstruir con más de una docena de entrevistados como fueron las semanas que Armstrong estuvo por estas tierras. La llegada de Satchmo provocó un verdadero delirio en el aeropuerto de Ezeiza que hoy sería impensado: cientos de fanáticos coparon la pista de aterrizaje y rodearon al avión, a tal punto que los bomberos tuvieron que ayudar al trompetista y sus músicos a desembarcar.
Armstrong y su esposa se alojaron en el Hotel Plaza, en Retiro, y durante días una multitud se congregó en Plaza San Martín para verlo o saludarlo. Pero él también se las rebuscó para salir y poder disfrutar de la ciudad. Así fue como, por un buen plato de comida judía, que era su debilidad, terminó en la casa del baterista Leo Vigoda, en Recoleta, comiendo varénikes y luego zapando con él y su familia en el living. La música atrajo a vecinos y curiosos que se concentraron frente a la casa tipo chorizo de la calle Tucumán al 2100 para escucharlo. El bochinche fue tal que los Vigoda y Armstrong terminaron todos demorados en la comisaría.
No todas las anécdotas fueron amigables. El trompetista Gustavo Bergalli contó la decepción que sintió cuando quiso conocer a uno de sus ídolos. “De repente paso por un barcito chiquito, que estaba unos locales más del allá del Teatro El Nacional, miro y lo veo sentado en uno de esos bancos altos de las barras a Coleman Hawkins. Estaba solo. ¡No lo podía creer! (…) Entonces me digo: ‘Tengo que ir a hablar con él’ (…) le digo con la voz temblando y en mi pobre inglés de aquel momento ‘¿Mister Coleman Hawkins?’. El tipo se da vuelta, me mira y me dice, en inglés y a los gritos, ‘¡¡¡Fuera!!! ¡¡¡Fuera de acá!!!’. Mierda. Eso fue como un trompazo, una trompada impresionante en el medio del pecho, del corazón. Un dolor terrible”.
La actitud sombría y malhumorada de Nat King Cole, que poco antes de llegar a Buenos Aires se enteró que tenía una enfermedad terminal; la galantería y los buenos modales con los que Duke Ellington sedujo a los argentinos en sus dos visitas; la emoción de Oscar Alemán cuando conoció al “Duque”; el regalo que Lionel Hampton le envió a Jorge López Ruíz a través de Paloma Efrón y que ella nunca lo entregó; las borracheras de Paul Gonsalves; el tema que Johnny Hodges le dedicó a la cerveza cordobesa Río Segundo; o el desplante que le hizo John Lewis a Sergio Mihanovich en Nueva York son otras de las tantas historias que Claudio Parisi rescató de los confines de la memoria de los testigos privilegiados de aquella época en la que el jazz enloquecía a los porteños y los músicos extranjeros se enamoraban de Buenos Aires.
Nota publicada en La Agenda de Buenos Aires
2 comentarios:
Muchísimas gracias Martín!!!! Abrazo gigante
Muy buena Martín!! El libro es hermoso.
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