domingo, 10 de junio de 2018

Del Delta a los cueros


Es notable cuando un músico se reconvierte por pura convicción artística. Este es el caso de Goyo Echegoyen, quien hasta hace unos años se destacó como uno de los intérpretes de country blues más crudo de la escena local. Una serie de golpes en la vida lo forzaron a un largo retiro y ahora volvió transformado, pero con el mismo espíritu: se puso los cueros, enchufó la resonadora, se rodeó de grandes músicos y grabó sus propias canciones.

Goyo Delta Blues es historia, al menos por ahora. Goyo Echegoyen es el presente y Vive es su obra más elaborada. En sus discos anteriores, más allá de alguna composición propia, sobresalían covers de Son House y Robert Johnson. Aquí son todos temas que llevan su rúbrica y con letras en español. En la mitad de las canciones lo acompañan Daniel Chusit en bajo y Pato Raffo en batería. Y en la otra mitad la rítmica está a cargo de Mariano D’Andrea y Juanito Moro.

Vive comienza con Yace la verdad, ya sé la verdad, un tema inspirado en el sonido clásico de Howlin’ Wolf con Goyo cantando desde las entrañas y Leo Garay, violero que colaboró con La Renga, se presenta con un solo demoledor. Luna de invierno tiene una melodía compradora y un punteo memorable del maestro Daniel Raffo. Cuando ladra el perro es otra interpretación visceral, con mucho slide y distorsión de su exquisita resonadora en la línea de lo que suele grabar Eric Sardinas. Abeja reina, en cambio, es una balada que podría considerarse como el Juntos a la par de Goyo, con un gran trabajo en guitarra de Fer Couto y el acompañamiento en coros de su sobrina Valentina Echegoyen.

El barco se hunde es como si Andrés Calamaro se juntara a componer con George Thorogood: una buena melodía y mucho houserocking. Vive, que le da nombre al disco, es el tema más ambicioso. Comienza con una sofisticada introducción de guitarra y deriva en una interpretación con mucho clima que se extiende por siete intensos minutos. Potro salvaje, con León Medina en bajo, es otra gran composición, con cierto feeling instrumental del Hill country blues, y una letra con tintes místicos. Perro rabioso es un boogie descarnado en el que Pato Raffo convierte la batería en un tren a toda marcha. Llueve en Buenos Aires muestra el costado más urbano de Goyo, al tiempo que Esteban Chavez se suma con un discreto solo de guitarra.

En ¿Quién enciende al dragón? vuelve sobre el sonido de Howlin’ Wolf y una letra que queda a libre interpretación del oyente: “Ya comienza la función, hagan fila, la gente se acomoda y embotella su ilusión”. La melodía de Olivia destila buena onda mientras Goyo se anima a combinar su guitarra con su armónica. El disco termina con Rufina, una interpretación acústica e instrumental en la que se perciben rastros de la gloriosa Albatross de Fleetwood Mac.

Goyo se tomó su tiempo para volver al ruedo. Y lo hizo de la mejor manera: con un álbum auténtico en el que combina su experiencia como interprete con la frescura de sus nuevas canciones.


3 comentarios:

Juan Rubio dijo...

Goyo un lujo muy generoso musico de country blues ¡¡¡¡

Danny Chusit dijo...

El mayor orgullo! Gracias querido Goyo por permitirme compartir tu música! Te felicito! Abrazo gigante

Graciela dijo...

Que decir??? es mi hermano!!! grande Goyo... HACER CON PASION LO QUE UNO AMA NO TIENE PRECIO