Uno. Xavier Dphrepaulezz nació en el ocaso de los 60 en el seno de una familia musulmana en la zona rural de los Berkshires, en Massachusetts. Siendo aún un niño, su familia decidió mudarse a la otra costa de los Estados Unidos y recaló en Oakland, al norte de California. Pasó de una vida conservadora y aislada escuchando a su padre de origen somalí tocar música africana, a la revolución sonora de Funkadelic, los albores del hip hop y los avatares de la vida urbana. A los 20 años, de manera autodidacta, ya tocaba cuanto instrumento llegara a sus manos. Empezó a mezclar música en grabadoras de cuatro pistas y los cassettes los repartía con los raperos locales. La calle lo llevó a las drogas y las drogas al frío cañón de un arma que puso su vida al filo del precipicio.
Dos. A comienzos de los 90, tomó la carretera al sur y así llegó a Los Ángeles. Hollywood, glamour, drogas y deseos de convertirse en un rock star se convirtieron en un combo casi fatal. Un amigo lo puso en contacto con Joe Ruffalo, ex manager de Prince, quien le arregló un contrato millonario con Interscope Records. Así fue como, en 1995, bajo el nombre de Xavier, grabó X Factor, un álbum que combinaba R&B, club dance y hip hop. Para la compañía fue un desastre comercial y para él representó la pérdida de su identidad. En 1999, con su carrera musical a la deriva, sufrió un accidente automovilístico que lo tuvo en coma un mes y que lo obligó a una larga trabajosa recuperación.
Tres. Dejó la música, volvió a Oakland y se casó. Empezó a cultivar marihuana, plantar vegetales y criar pollos. Así comenzó a repensar su vida, sus valores y su futuro. Nació su hijo Kyu y el blues se cruzó en su camino. Los discos de Skip James, Charley Patton, Son House, Leadbelly y R.L Burnside lo motivaron a volver a componer y tocar. Y así fue como nació Fantastic Negrito. “Fuck a popstar. Fuck pandering. Fuck fakeness. Fuck fear”, se convirtió en su nuevo lema.
Ahora, tras la reconversión, acaba de lanzar un EP, que absolutamente nada tiene que ver con X Factor. Negrito preserva el sonido de los pioneros del blues, los tamiza con su propia experiencia y genera, mediante samplers y loops, puentes hacia la modernidad. En Night has turned to day, relata su paso por la oscuridad como si el espíritu de James Brown renaciera en un juke joint del Delta del Mississippi. Nobody makes money es un alegato melódico contra las corporaciones y la devoción por el dinero. It’s a long, long road sirve como muestrario de toda su versatilidad vocal. The time has come es una balada al piano sutil y melancólica. En Fever, vuelve al R&B sobre una base electrónica con un groove altamente adictivo. Y cierra con A Honest man, un work song espacial, que por momentos remite a una versión ralentizada de Seven Nation Army de The White Stripes, pero que el estribillo le concede su propia personalidad. Fantastic Negrito encontró su norte y su misión en la vida: llevar los viejos blues a una nueva era.
7 comentarios:
muy bueno! y genial el post
Que descubrimiento !
me encantó
que historia de vida !!!
zarpado el negrito, vamos a investigar!
Hola, gracias por descubrir a nuestra banda. Yo trabajo con Fantastic Negrito y nos interesaría mucho llevar esta banda a Argentina. Por favor contactenos en este email tomassalcedo668@gmail.com.
Saludos!
Mamita! Negrito debe ser el unico afroamericano que por mas que lo intente no tiene nada de blues o soul en su voz!
Sanson, te falto el punto 4 o 5, o futuro: ahora Negrito vende Rolex truchos en una estacion de tren del conurbano.
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