La jornada más triste de la historia del fútbol brasileño merece un poco de blues. Aquí va una selección de cinco (cinco, no siete) excelentes discos de guitarristas de ese país.
Celso Blues Boy – Indiana blues (1996). Celso Ricardo Furtado de Carvalho es una leyenda de Brasil, algo así como el Pappo en versión carioca. Su música, a lo largo de su carrera, transcurrió entre el blues y el rock, y fue uno de los primeros en cantar blues en portugués. Indiana blues fue editado para celebrar sus 25 años en la música y marcó un hito para él: se dio el lujo de tocar y cantar junto a B.B. King, de quien tomó su nombre artístico, en el tema Mississippi (Sobre Robert Johnson). En este disco además reinterpreta sus clásicos Aumenta que isso aí é rock ‘n roll, Tiempos dificies, Siempre brillhara y Amor vazio. Y muestra nuevas composiciones como su aproximación jazzera, Indiana blues; Homen das ruas, una balada al estilo de Cassia Eller; Liberdade, un rock enérgico de guitarras crujientes; y Apenas outro blues, que exhibe los doce compases de raíz bien brasileña. Es muy bueno el cover de Bob Dylan, It’s all over now, baby blue, cantado en portugués que cierra este trabajo formidable de Celso, quien murió de cáncer en agosto de 2012. Tenía 56 años.
Nuno Mindelis – Nuno Mindelis & The Cream Crackers (1998). Mindelis es uno de los violeros de blues más reconocidos de Brasil a nivel internacional. En su extensa trayectoria compartió escenario en distintos festivales alrededor del mundo con músicos de la talla de Jimmie Vaughan, Ronnie Earl, Junior Wells y Robert Cray. La historia de este extraordinario guitarrista es muy interesante: nació en Angola en 1957, en 1975 tuvo que irse del país debido a la guerra civil y con un primo se instaló en Canadá. Allí vivió un año y empezó su relación con el blues. En 1976, viajó a Brasil y desde entonces es un brasileño más. Tiene nueve discos editados y sólo en uno canta en portugués. Este álbum fue grabado en San Pablo en 1992, pero recién fue lanzado seis años más tarde. Mindelis muestra todo su talento tanto como guitarrista, cantante y compositor, en una decena de temas. El único cover es Paying the cost to be the boss, de B.B. King. Larry McCray aporta su voz y su guitarra en dos temas, y el armonicistas francés J.J. Milteau se suma en tres canciones.
Big Gilson – Live at The Blue Note (2000). Este disco es una joya. Blue Note, el mítico bar neoyorquino de jazz, pocas veces libera su escenario a músicos de blues. Big Gilson, “el orgullo del blues brasileño”, como lo llaman, fue uno de los pocos privilegiados en tocar allí. Acompañado por el armoniquista Bruce Ewan y su banda, The Solid Senders, Gilson, interpretó media docena de clásicos, a modo de homenaje, combinado entre sus grandes influencias y las del notable Bruce Ewan. Se destacan las versiones de Blue and lonesome, de Little Walter; Shake your Money maker, de Elmore James; Judgment day, de Snooky Pryor; y la extraordinaria The Messiah will come again, de Roy Buchanan. Pero también hay cuatro temas propios que muestran la faceta compositiva de este fenomenal intérprete. Gilson y Bruce Ewan se recuestan sobre la rítmica sólida encabezada por Marty Baumann en guitarra, Steve Shaw en bajo y Bob Berberich en batería. Bobby Radcliff sube como invitado para deslizar su slide en el tema de Elmore James. Blues en vivo en su máxima expresión.
Igor Prado – Upside down (2007). La revista Guitar Player lo definió como “el artista de blues brasileño más requerido en el exterior” y eso tiene sustento en el tipo de blues que ofrece y su notable técnica para tocar la guitarra. Zurdo como Albert King y Jimi Hendrix, Prado se inclinó por el sonido vintage de los años 50 y 60. Este disco, el quinto de su carrera, es una exquisitez en todo sentido. Primero porque el guitarrista paulista se rodeó de una notable selección de músicos internacionales que terminaron de darle forma al álbum que él pretendía. R.J. Mischo canta y toca su armónica en tres temas, Steve Guyger lo hace en la tradicional Bumble bee, y el notable cantante neoyorquino J.J. Jackson se presenta en otras tres canciones, una de ellas Strange things happen, de Percy Mayfield. Los otros músicos son todos del riñón de Prado: su hermano Yuri en batería, Rodrigo Mantovani en bajo, Ari Borger en piano, Robson Fernandes en armónica, más el aporte del saxofonista Ron Dziubla. Todas las canciones están atravesadas por el sonido del West Coast, algo de Chicago y bastante jump blues.
Solon Fishbone – Fish tones (2011). El quinto disco de Solon F. Cohelo, más conocido en el ambiente musical como Solon Fishbone, es una reliquia de punta a punta. Todo el álbum está marcado por el buen gusto y en cada solo se percibe, además de una gran técnica, un hondo sentimiento blusero. Solon se encarga de la guitarra y el bajo y lo acompañan Cristiano Bertolucci en batería y João Maldonado en hammond y piano rhodes. Otros invitados se reparten armónica, saxo, trompeta y piano, más los aportes de los cantantes Greg Wilson y Alice Azambuja. Más allá de un par de lindas versiones de See see baby y Woman I love, aquí lo que se destaca son sus composiciones: “C” as in Collins, un slow blues profundo con unos solos de guitarra muy punzantes, y Cool breezes, un instrumental sublime de tinte jazzero. Sobre el final muestra su versatilidad para encarar un estilo más rústico: con una guitarra resonadora y acompañado por la armónica de Gaspo interpreta Blues for mother earth aproximando el sonido del Delta a su Caixas do Sul natal.