sábado, 28 de junio de 2014

La máquina blusera


En noviembre de 2011 asistimos a uno de los shows de blues más contundentes y fenomenales que podamos recordar por estas tierras. Rick Estrin and The Niughtcats sacudieron La Trastienda y nos dejaron a todos rogando por más. En lo colectivo, la banda sonó compacta, sólida y perfectamente ensamblada. En lo individual, Estrin mostró toda su destreza con la armónica y un notable estilo para cantar sus blues, y el guitarrista noruego Kid Andersen sorprendió con una técnica monumental. Ahora, el sello Alligator acaba de lanzar un álbum en vivo demoledor, insuperable, que nos da un poco más de ellos para saciar nuestra sed blusera.

You asked for it… Live fue grabado en el bar Biscuits and Blues, en la ciudad de San Francisco, el 5 de octubre de 2013, y confirma que lo sucedió aquí en Buenos Aires no fue azaroso o casual, sino que es así cómo estos muchachos tocan cada vez que se suben a un escenario. El cuarteto, que además integran el bajista Lorenzo Farrell y el batero J. Hansen, es una máquina precisa y vibrante, que combina una sofisticada ingeniería sonora con muchísimo sentimiento.

El álbum tiene 13 temas, todos compuestos por ellos, salvo por el último track, Too close together, del legendario armonicista y máxima influencia de Estrin, Sony Boy Williamson. El presentador pregunta: “¿Están listos para el blues?” y los aplausos anteceden a los primeros acordes de Handle with care, un shuffle que Estrin lleva con mucho swing, mientras Andersen filtra unos licks de su guitarra, apuntalado en una rítmica muy aceitada.

Estrin es un gran frontman, además de cantar y soplar su armónica bromea con el público produciendo un show mucho más amigable e integral. Andersen es un violero tan versátil que conmueve escucharlo en cada una de sus intervenciones, no sólo en sus punteos sino también por la sutileza de su rítmica. Por ser la única guitarra, tiene un rol esencial y su contribución al sonido de la banda es fundamental. A esta altura ya nadie extraña a Charlie Baty, extraordinario guitarrista si los hay, porque lo que hace Andersen es revolucionario. Eso se percibe con más intensidad en sus solos en Baker man blues, cantada por Hansen, y en Don’t do it. Y ni hablar cuando se sumergen en un blues extenso y profundo como Never trust that woman, donde Andersen parece completamente absorbido por el espíritu de Mike Bloomfield, mientras Farrell suma una dosis de groove desde el hammond. El cierre, como ya anticipé, es Too close together y ahí rompen el molde de lo que venían haciendo. Estrin con su armónica y Andersen desde el contrabajo llevan el blues a su estado más puro.

Esta banda debe ser una de las pocas que, a pesar del paso del tiempo y los cambios en su formación, incluso hasta de nombre, se mantiene en gran forma. En este disco en vivo, que va camino a ser uno de los mejores del año, ratifican que pasado, presente y futuro es una amalgama de buen blues que no tiene marcha atrás.


martes, 24 de junio de 2014

Armónicas en vivo

Estos dos discos acaban de ser editados de manera independiente y muestran los distintos caminos por los que se puede llevar a ese pequeño instrumento.

Francisco Salgado – Salgado y Asociados. Tal vez sea difícil para los bluseros interpretar el flamante disco de Francisco Salgado. No se trata de un armonicista común y su propuesta lo es aún menos. Estamos frente a una combinación de free jazz y blues, en la que la banda da rienda suelta a la improvisación por encima de los márgenes del género. Salgado construyó un álbum tan personal como innovador, dedicado a Juan Millones, un viejo maestro del blues rural que en los 90 lideró el trío The Acoustic Blues, junto a Walter Gandini y Sergio Fulqueris. Las influencias del blues más puro se notan en el trasfondo de las canciones. Su armónica desparrama notas un tanto abstractas, dejando huecos sonoros que rellena con la misma impronta el saxo –barítono o soprano según el momento- de Pablo Moser. La rítmica, en líneas generales aguerrida, se sustenta en la guitarra de Wenchi Lazo, el bajo de Guillermo Roldán y la batería de Sebastián Groshaus. Mmm…, el track 2, es una versión agresiva y desestructurada de I’m a woman, que solía cantar Koko Taylor, aquí interpretada por la extraordinaria Bárbara Togander. En Ragtime zombie Salgado cambia la armónica por el trombón y la banda se sumerge en el sonido de Nueva Orleans, para luego volver a la propuesta original con Blues invocado. El álbum fue grabado en vivo en Thelonius Club a fines del año pasado y cierra con una impactante versión de I wish you would, de Billy Boy Arnold, cantada también por Togander. Con este trabajo, Salgado explora los límites de la armónica más allá de cualquier convencionalismo. 

Gustavo Lazo & Friends – Acústico en el Auditorio del Oeste. Esta propuesta de Lazo es todo lo contrario al disco de Salgado. Aquí la intención fue reproducir el sonido tradicional. Lazo es un cultor del blues con una larga experiencia, que incluye pasos por diversas bandas. Esta vez, al frente de un grupo de amigos, encara siete clásicos del blues con mucha pasión. Si bien el disco se presenta como acústico es una verdad a medias, el hammond de Matías Coco se hace presente en algunos temas y la guitarra de Juan Ignacio Acedo aporta una cuota eléctrica por sobre el ritmo del bajo desenchufado de Ramiro Fa. El show comienza con No more doggin’, de Rosco Gordon. en la que Lazo canta como arrastrando las palabras, como solía hacerlo Sonny Boy Williamson, y sopla unos agudos nítidos, mientras que el piano de Coco y la guitarra de Acedo llevan la melodía por el sendero más clásico. En Help me, justamente de Sonny Boy, aparece el hammond en todo su esplendor y la armónica se desplaza por encima de ese colchón rítmico. Key to the highway se percibe más perezosa que otras versiones, y en T-Bone shuffle recuperan el estirpe del comienzo, con un gran swing por parte del guitarrista. En Up in the line, de Little Walter, la banda se pone más firme y la guitarra suena férrea. Ahí se suman la cantante Eva Sleiman Eeberhard y el saxo tenor de Mariano Cosimato, que refuerza las líneas del bajo. Lazo se despide con dos clásicos del blues de Chicago, Who’s been talkin’ y I’m ready, y deja bien en claro su misión: preservar la tradición.

jueves, 19 de junio de 2014

Buenas noticias


¡Señores, de pie! El gran maestro de la guitarra blusera contemporánea acaba de sacar un nuevo disco para celebrar su cumpleaños 60 y, así como la mayoría de los anteriores, es brillante. Es el octavo álbum que Ronnie Earl edita para el sello Stony Plain y el vigesimoséptimo de su carrera, algunos de los cuales interpretó a dúo con bluseros de peso como Pinetop Perkins, Joe Beard, Hubert Sumlin o Duke Robillard. Que el maestro de guitarristas siga activo y en gran formaes una excelente es noticia.

Recostado en sus fieles Broadcasters -Jimmy Mouradian, Lorne Entress y Dave Limina- Earl da rienda suelta a su virtuosismo y se expresa a través de una decena de temas, en los que combina instrumentales propios con algunos covers. Su técnica es exquisita, como siempre, sus solos son sanguíneos y los arreglos son manifestaciones divinas. Decir que este es su mejor álbum sería muy injusto con buena parte de los demás que grabó, pero si podemos afirmar que está a la altura de los más extraordinarios.

Casi como una continuidad de Just for today, de 2013, aquí comienza con otro instrumental dedicado a los trenes. I met her on that train, inspirada en Mistery train de Junior Parker, es un buen punto de partida en el que la Strato de Earl hilvana unos solos majestuosos junto a Zach Zunis, guitarrista de la banda de Janiva Magness, y Nicholas Tabarias, quien también participó en el álbum anterior. Así como Tabarias vuelve tras Just for today, también lo hace la cantante Diana Blue. En el disco anterior interpretó I'd rather go blind y aquí brilla en A change is gonna come, de Sam Cooke, que Earl reconvierte en un blues poderoso. En Time to remember, del pianista Neal Creque, los Broadcasters muestran su costado más jazzero, pero enseguida vuelven al blues más profundo con la medular In the wee hours, de Buddy Guy, también cantada por Diane Blue.

Mientras que el tema que da nombre al álbum es un shuffle festivo con más hammond que guitarras, Blues for Henry y Puddin' pie son aproximaciones earlianas al blues de Chicago. Six string blessing es otro slow blues en la que unos delicados punteos acompañan a la dulce voz de Diane Blue. El álbum cierra con la cantante rozando una interpretación góspel por sobre el slide lacerante del maestro.

Good news es mucho más que un gran disco de blues, es la expresión máxima de un artista magnífico, a corazón abierto, que admite: “Mi gran amor en la música es el blues. Tocar para mí es una experiencia emocional y por eso pongo cada partícula de mi alma en ello”.

domingo, 15 de junio de 2014

Blues para Son House


La historia cuenta que John Mooney conoció a Son House en 1971 cuando ambos vivían en Rochester, Nueva York. Ese encuentro cambió la vida de Mooney cuando apenas tenía apenas 16 años. Fue un amigo en común, el músico Joe Beard, quien los presentó. Así empezaron a tocar juntos en la casa de Son House -aunque a la esposa del legendario bluesman no le gustaba escuchar ese sonido del Demonio-, en la de Beard y también en algunas fiestas. Una de las cosas que más impactó a Mooney del viejo predicador fue su poderosa voz. “Recuerdo que cuando nos juntábamos en lo de Joe Beard y él empezaba a cantar temblaban todas las ventanas”, dijo Mooney en una entrevista a la revista Blues Access.

Ahora, a más de 40 años de esos encuentros que lo marcaron para siempre, Mooney homenajea a su maestro con este disco estupendo, en el que con su National steel guitar encara una buena selección de temas que Son House compuso antes de la Segunda Guerra Mundial y popularizó con el revival blusero de la década del 60. El track list incluye Death letter, John the Revelator, Grinnin' in your face y Preachin' blues, más un par de temas propios y covers tradicionales de Good morning little schoolgirl y You gotta move.

Las interpretaciones de Mooney están a la altura de la música de Son House. De una manera cruda y visceral canta sobre el pecado, la redención, los pesares y el dolor. La voz de Mooney transmite una pasión encendida, mientras el slide descarna un hondo sufrimiento mientras se acompaña rítmicamente con su pie derecho (foot stomping).

Mooney no grababa un disco desde 2006. En todo este tiempo no dejó de girar, especialmente por los Estados Unidos, y participó de la serie Treme. Su vuelta a los estudios marcó también su más profundo regreso a las fuentes. Un hombre, su guitarra y sus blues. La esencia de todo.



miércoles, 11 de junio de 2014

Tres discos imprescindibles del blues local

Jorge Senno – Barraca peña (2001) Este álbum es una perfecta combinación entre el blues acústico tradicional y el blues argentino. Desde lo instrumental, Senno se inspiró en el estilo piedmont, ese que caracterizó a los negros de la Costa Este de los Estados Unidos, y el country blues. Mientras que la lírica de las canciones tiene ese acento bien porteño. Es como si Mississippi John Hurt o el Reverendo Gary Davis se pusieran a cantar canciones de Manal. No por nada el repertorio incluye You got the pocketbook, I got the key, del guitarrista de Carolina del Sur, y Blues de la amenaza nocturna, de Javier Martínez, más algunas exquisitas composiciones propias como Eliseo blues o Ruta 25. Para su álbum debut se rodeó de grandes invitados y amigos: Claudio Gabis, Botafogo, Kubero Díaz y Claudio Kleiman.

Tota Blues – Insatisfacción total (2007) Tota grabó este álbum en 2007 en Buenos Aires con la base rítmica inicial de los Easy Babies, así que podría considerarse también como el disco precursor de El blues paga mal. Si bien aquí Tota canta un par de temas en inglés, como Long way y Hey babe, el resto son composiciones propias en español como Vos dijiste que me amabas, Todo lo hice por los blues y Prohibido. El disco fue producido por Mauro Diana, quien además toca el bajo. Las guitarras están a cargo de Martín Merino, el ladero de Tota, y Roberto Porzio. Pato Raffo en batería y Nicolás Raffetta completan la formación. Daniel Raffo hace los solos en The Hucklebuck. El disco suena muy bien y define a Tota como un artista sumamente comprometido con el blues.

Matías Cipiliano – Matias Cipiliano & Dynamo Blues (2007) El notable guitarrista uruguayo Matías Cipiliano absorbió cosas de los grandes violeros argentinos, principalmente de Pappo, y lo combinó con el estilo de los viejos maestros del blues de Chicago y la Costa Oeste. En este, su primer disco, Cipilliano volcó muchas de sus influencias pero también de su un estilo propio que comenzaba a delinear. Piezas suyas como Jump “u” alterado, R. J. Shuffle o Blues para Pochy se alternan con covers de T-Bone Walker, Albert Lee o baladas exquisitas como Someday, cantada hermosamente por el “Ciego” Javier Goffman. El disco termina con una sutil y emotiva interpretación acústica de Vincent, de Don McLean. Si bien desde entonces Cipilliano creció muchísimo como músico, no por nada la revista Rolling Stone lo eligió como uno de los mejores 100 guitarristas del país, en este trabajo ya empezaba a mostrar su magia y talento.

viernes, 6 de junio de 2014

El buen pastor


Kenny Wayne Shepherd se encamina hacia los 40. Ya no es más aquel joven guitarrista explosivo que irrumpió a mediados de los 90 a la par de otro rubio pirotécnico como Jonny Lang, sino que ahora carga con el peso de la experiencia y un refinamiento en su forma de tocar. A diferencia de Lang, que inclinó su carrera discográfica hacia un R&B más popero, Shepherd fue consolidándose como un referente del rock- blues.

Goin’ home es su séptimo disco de estudio y en algún punto tiene un nexo directo con su álbum de 2007, 10 days out: Blues from the backroads, donde buscó en las raíces del blues y se sentó a tocar junto a B.B. King, Henry Townsend, Clarence ”Gatemouth” Brown, Bryan Lee y Hubert Sumlin. En este nuevo trabajo, Shepherd redescubre sus influencias más directas, el blues eléctrico de los músicos que lo cautivaron desde pequeño. Aquí también se rodea de algunos invitados, más emparentados con el rock, a los que bajó al ruedo blusero.

Los puntos más altos del disco son el dueto que mantiene con Warren Haynes en Breaking up somebody's home, donde ambas voces y guitarras llegan a un nivel de visceralidad asombroso; y Palace of the King, el clásico de Freddie King que compusieron Don Nix y Leon Russell, donde Shepherd es respaldado por la potencia de la Rebirth Brass Band, nativa de Nueva Orleans.

Entre los homenajes que realiza se avizoran sus máximas influencias: una versión entusiasta de The house is a rocking, de Stevie Ray Vaughan; You done lost your good thing now, de B.B. King; Everything’s gonna be alright, de Little Walter; y I love the life I live, de Willie Dixon, junto a Kim Wilson y Joe Walsh. Otros invitados asoman en la segunda parte del disco. Ringo Starr canta Cut you loose; Robert Randolph se suma con su lap steel en Still a fool, de Muddy Waters; y Keb’ Mo’ comparte el tributo a Albert King con Born under a bad sign.

La banda que lo acompaña es impecable y maneja los ritmos y los tiempos con notable maestría. Chris Layton, ex Double Trouble, monopoliza la bacteria, mientras que Tony Franklin toca el bajo y Tiley Osbourn se hace cargo del piano y los teclados.

Su apellido y trayectoria lo convierten en el buen pastor del blues. En todos estos años, más allá de ciertos desvíos, demostró que lleva el blues en las venas y siempre estuvo a la altura de los acontecimientos, especialmente cuando le tocó compartir estudio o escenario con las viejas glorias del blues. Y esta vez no es muy distinta a las anteriores, salvo porque encara el blues con más decisión que nunca, sabiendo que ese es su futuro.

domingo, 1 de junio de 2014

Volver al futuro


Con apenas 29 años, Jarekus Singleton “está haciendo mucho ruido en el ambiente del blues”, describe la prestigiosa revista Living Blues. Hace poco firmó contrato con el sello Alligator y acaba de lanzar su álbum Refuse to lose, con el que probablemente tenga la difusión que se merece. El disco es un compendio emocional de blues moderno, una vuelta al futuro, adornado con un poderoso sonido funk y melodías novedosas. Singleton canta con mucha tenacidad, pero su fuerte son esos solos capaces de estremecer hasta los más desprevenidos.

Pero detrás de este disco y su protagonista hay una historia increíble. Podría decirse que Singleton se dedicó al blues por un capricho del destino. Si bien se crío en una familia musical, devota de la Iglesia y el góspel, y su tío le enseñó a tocar el bajo y la guitarra cuando era chico, el verdadero interés del joven Jarekus era el basquetbol. Siendo adolescente se convirtió en una de las promesas de la Universidad del Sur de Mississippi y muchos empezaron a ver en él un futuro en la NBA. Pero en 2009 sufrió una lesión en un tobillo que lo alejó definitivamente del deporte.

Entonces floreció su espíritu musical. Pero todavía faltaba para que el blues lo dominara por completo. Singleton comenzó a escribir canciones de hip hop y a rapear al mismo tiempo que retomó la guitarra. Fue todo muy vertiginoso. Supo condensar esas dos corrientes musicales en lo que denominó The Jarekus Singleton Blues Band. En 2011 editó un álbum de manera independiente, Heartfelt, que se convirtió en uno de los más difundidos por el B.B. King's Bluesville de la radio online SiriusXM, una de las más escuchadas en el mundo. Desde entonces, en apenas tres años, su camino a la cima se despejó. La revista británica Blues & Rhythm lo mencionó como una “estrella en ascenso”; Guitar Center lo eligió como el “Rey del blues del Mississippi 2011”; y recibió el Jackson Music Award al artista del año en 2012 y 2013.

Refuse to lose fue producido por Singleton y el presidente del sello Alligator, Bruce Iglauer. El álbum tiene doce canciones, todas escritas por él. “No es un disco de hip hop y menos de pop, es puro blues nacido de una fusión de la tradición del Mississippi, de donde es oriundo, la impronta salvaje e innovadora de Stevie Ray Vaughan y la narrativa del hip hop”, resume el sitio Allmusic.com. El tema que da nombre al disco es extraordinario y va camino a ser uno de los mejores del año, por su potencia sonora y los vericuetos de su composición. High minded es un blues lento y profundo, con unos solos impresionantes. Sorry tiene una gran melodía y es de las más souleadas. Crime scene es otra de las canciones que definen a Singleton como un entusiasta renovador.

En síntesis, Refuse to lose es un álbum personal y revelador, con una nueva visión del blues que, lejos de estancarlo en el pasado lo lleva hacia el futuro con la misma pasión y energía que lo hicieron aquellos viejos maestros que en momentos clave de la historia dieron el giro necesario para no morir en el olvido y adaptarse a los tiempos modernos.