-¿Qué espera para los próximos años?- preguntó el periodista.
-Convertirme en Santo- respondió John Coltrane.
Uno meses después murió.
Coltrane grabó decenas y decenas de álbumes en poco más de diez años, la mayoría indispensables para cualquier coleccionista de jazz. Con cuarteto, quinteto, sexteto o como saxofonista en otra banda, hizo de todo y siempre todo bien. No hay otro músico que haya participado de tantas sesiones de estudio como él en tan poco tiempo. Coltrane improvisaba con una energía creativa abrumadora y llegó con su música al más allá, a una dimensión que no creo que otro ser humano haya alcanzado, excepto Miles.
Fue un mesías. Su obra estuvo entrelazada por el contexto histórico en que le tocó vivir, marcado por la lucha por los derechos civiles de los negros, y especialmente por una experiencia religiosa que tuvo en 1957. Según sus palabras, “viví un renacer espiritual que me llevó a una vida más completa, rica y productiva. En ese momento, a manera de agradecimiento, humildemente acepté el privilegio de hacer felices a los demás con mi música”.
Coltrane superó a la heroína y el alcohol. Fue canonizado por la Iglesia africana ortodoxa y se convirtió en uno de los músicos de jazz más influyentes de la historia. Pero a pesar de haber sido un verdadero maestro, muy pocos músicos pudieron si quiera rozar su estilo en los últimos 45 años, tal vez porque él siempre fue un poco más allá de lo que las posibilidades se lo permitían, o porque realmente fue un ser sobrenatural.
“Mi música es la expresión espiritual de lo que soy, mi fe, mi conocimiento, mi ser”, John William Coltrane (23 de septiembre de 1936 / 17 de julio de 1967)
3 comentarios:
Groso
gran blog. sabés de lo que hablás y sobre lo que escribís. de aquí en más te sigo. felicitaciones...
gracias Martín!
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