Eric Sardinas – Sticks and stones. El primer disco de Eric Sardinas (Treat me right, de 1999) fue arrollador. Un músico nuevo, con un apellido llamativo, y un estilo de tocar simple pero efectivo, había logrado un blues de slide potente, una especie de fusión entre el power metal y las raíces más profundas del Mississippi. Sardinas y su dobro eléctrica condensaron el espíritu de Stevie Ray Vaughan, Johnny Winter y George Thorogood en un álbum electrizante. Pasaron doce años desde aquél lanzamiento del sello Evidence y las cosas para Sardinas nunca lograron despegar del todo. Si bien su nombre figura habitualmente en varios festivales de blues y sus presentaciones en vivo son dinamita pura, sus discos siguientes, tres en total, no lograron llegar a la altura del primero. Sardinas cayó en repeticiones y clichés. Su nuevo álbum, Stick and stones, el primero para Provogue Records, es un poco más de lo mismo. No es un disco aburrido ni mucho menos. Tiene solos de guitarra, tanto eléctricos como acústicos, tremendos. Pero las canciones no dicen gran cosa. Si nunca escuchaste a Sardinas, te recomiendo que consigas su primer disco, el único que me parece vale la pena escuchar más de una vez.
Ana Popovic – Unconditional. La tapa es muy provocativa: el cuerpo desnudo de Ana Popovic se esconde tras una guitarra Fender. Para algunos es un elemento más de marketing, para otros es una foto artística. Lo cierto es que, más allá de cuál haya sido su finalidad, podríamos decir que es innecesaria. Lo que importa es la música. A diferencia de Sardinas, la chica nacida en Sarajevo, Serbia, hace 35 años, ha logrado consolidar un estilo tanto en vivo como a la hora de grabar. Unconditional es su sexto álbum, el tercero para Electro Groove Records, y suena muy bien. Popovic logró posicionarse en el lugar que antes tenían ocupado otras damas como Sue Foley, Debbie Davies y Deborah Coleman. Basta escuchar el primer tema, Fearless blues, para entender de que va el álbum. La voz sensual de Popovic se combina con sus solos de guitarra electroacústica. Todo se funde en unos coros mixtos que surgen como una brisa en medio de un día cálido y un piano que recorre la canción como el oleaje de una marea calma. Popovic además demuestra su virtuosismo cuando encara el standard de Nat Adderley, Work song. El resto de los temas no decaen. Un disco "satisfacción garantizada".
1 comentario:
¿Lo provocativo te resulta innecesario?
Juaaaaaaaaa
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