El primer tema es fabuloso. Love has made it so tiene una melodía encantadora, la voz de Popper se balancea entre las guitarras de Jono Manson, Kevin Trainor y Aaron Beavers, sostenida por un coro apenas perceptible que le vierte una naturalidad asombrosa a su registro vocal. Luego sigue con otra hermosa canción: A lot like you es bien acústica y tiene un ritmo más pausado. La armónica se despierta con unos solos sugestivos y atrapantes. Todo sigue con un blues cansino, Bereft, donde Popper demuestra porque sigue siendo un revolucionario de ese pequeño instrumento.
Los puristas del blues probablemente no se detengan a escuchar a John Popper, aunque deberían hacerlo. En la década del cincuenta Little Walter demostró que los límites de la armónica eran mucho más flexibles de lo que parecía hasta ese momento. Décadas después, con otra coyuntura, Popper le dio una nueva dimensión al instrumento. En este nuevo disco no avanza más allá con la experimentación sino que adapta sus soplidos a lo que las canciones le demandan. Make it better y Something sweet son dos temas alucinantes, especialmente el último, que tiene un groove relajado y sensual. Champipple es una especie de incursión campestre, donde prevalece la guitarra acústica, con una melodía alegre y altamente adictiva. Don’t tread on me tiene un magnetismo formidable y realmente parece que fue compuesta por Levon Helm y Robbie Robertson, aunque lleva la firma de Manson, Popper, Trainor.
Este es el tercer disco solista de Popper y poco tiene que ver con los anteriores: Zygote (1999) y The John Popper Project (2006). La marca aquí está centrada en la armonía, en dejar como legado un puñado de canciones geniales. Ya tendrá más tiempo Popper para darle rienda suelta a su armónica como anticipa en el último tema, Leave it up to fate, y como lo hizo siempre. Ahora es tiempo de escuchar a un hombre que se quiere consolidar también como un gran cantante y compositor. Y ciertamente lo es.
1 comentario:
Este es un disco buenísimo, para disfrutar.
Publicar un comentario