lunes, 28 de marzo de 2011

Allman Brothers & friends @ The Beacon


Mike tiene más de 60 años, el pelo canoso y la barba a tono prolijamente recortada."Ya los vi en vivo 118 veces. La primera fue en 1972, pero te puedo asegurar que el show de hoy fue de los mejores", me dice en perfecto inglés y sin que yo le pregunte nada. Recién acaba de terminar el show de los Allman Brothers, es mi primera vez, y las palabras de Mike, mientras caminamos hacia la salida, reafirman que lo que acabo de vivir no fue un sueño.

Nueva York es un freezer pese a que ya llegó la primavera. Cerca de las siete y media tomé el subway hasta la estación de la calle 72 y luego caminé por Broadway tres cuadras hasta el Beacon Theatre tiritando como loco pero muy entusiasmado. De lejos vi el fulgor del neón del teatro que anunciaba lo que yo esperaba. Faltaban minutos para las ocho y el lugar estaba a pleno. Tipos como Mike se reproducían en cada centímetro del hall de entrada.

Me senté en un asiento de la fila 21 y contemplé durante unos minutos el estilo art decó del Beacon. En eso apareció una mujer en el escenario y anunció que el show que estábamos a punto de ver iba a ser histórico. Era el recital 200 de los Allman en ese teatro y el número 13 de este año. Las luces ya no volvieron y entonces vi como las siluetas de Gregg Allman, Derek Trucks, Warren Haynes, Jaimoe y los otros miembros de la banda tomaban posición. Todavía estoy buscando las palabras para describir la sensación que experimenté cuando escuché los primeros acordes de Hot 'Lanta. El sonido de las guitarras de Derek Trucks y Warren Haynes comenzó a surcar el colchón rítmico de los teclados de Gregg Allman, la base del bajista Oteil Burbridge y la triple percusión a cargo de Jaimoe, Butch Trucks y Marc Quinones.

Una pantalla gigante proyectaba imágenes psicodélicas que dibujaban figuras estrambóticas mientras los músicos se despachaban Ain't Waisting Time no More y luego uno de sus mejores temas, Midnight Rider. Después siguieron con Every Hungry Woman y Kind of Bird, donde el show cobró la forma de jam típica de los Allman: Warren Haynes y Derek Trucks comenzaron a sacar furia eléctrica de sus guitarras en un duelo a 110w. Pero todavía faltaba mucho. Y faltaba lo mejor. Como es costumbre con los Allman, en el Beacon siempre hay invitados.

Así fue que Warren Haynes anunció al legendario bluesman Hubert Sumlin, histórico ladero de Howlin' Wolf, quien subió al escenario acompañado por el armonicista Hook Herrera y el tecladista Bruce Katz para hacer un set bien bien blusero que comenzó con Smokestack Lightning, cantada por Warren Haynes, y siguió con la maravillosa Key to the Highway, en la voz de Gregg Allman. Hubert Sumlin, acompañado por un tubo de oxigeno, tocó sentado pero metió un par de solos con su sello característico. 

Ni bien ellos tres salieron del escenario vi asomar una figura que me resultó muy familiar. Una contextura física importante, un traje colorido, una boina y un bastón. "Ladys and gentelmen, Dr. John", anunció Warren Haynes. La emoción me invadió cuando lo escuché cantar las primeras estrofas de I Walk on Guilded Splinters. Terminó ese tema y Dr. John dejó los teclados, agarró una guitarra y entonó Let the Good Times Roll. Lo último del cantante de Nueva Orleans en el escenario fue Right Place, Wrong Time, tema para el que subieron Susan Tedeschi y Nigel Hall para hacer los coros. Fue un momento muy intenso, superador. Los Allman y Dr. John en un mismo escenario. ¡De no creer!

Los músicos dejaron el escenario y se encendieron las luces, pero todavía faltaba la segunda parte del show. En el intervalo pasaron un video de Hubert Sumlin tocando junto a Memphis Slim y Wille Dixon. Veinte minutos después volvieron a aparecer los Allman en escena para hacer un largo jam que incluyó apenas un puñado de temas: Dreams, Black Hearted Woman y Who's Been Talking, otra vez con la armónica de Hook Herrera y los teclados de Bruce Katz. El ultimo invitado de la noche fue el guitarrista David Grissom, con quien tocaron el clásico de Bob Dylan It Takes a Lot to Laugh, It Takes a Train to Cry y luego One Way Out. El final estaba cerca y lo que faltaba era todavía más y mejor. Para ese momento el show ya llevaba casi tres horas pero eso no le importó a nadie: Jessica, Mountain Jam y Little Martha fue el cierre perfecto, sin contar el bis con Whipping Post y una maravillosa interpretación vocal de Gregg Allman.

En el hall del teatro se forma una larga cola porque por la módica suma de 25 te podes llevar el cd triple recién quemado del show que acaba de terminar. No lo dudo, me sumo y me llevó el souvenir de la historial. Son las 12 de la noche cuando salgo del teatro. Atrás queda Mike y la música de los Allman, el southern rock que ellos crearon y que ahora mantienen vivo con shows como éste. El frío no afloja pero por alguna razón eso ya no me importa. Acabo de ver uno de los mejores recitales de mi vida y eso vale todo.

6 comentarios:

René Roca dijo...

excelente crónica, me imagino que para complementar el extasis blusero que quedó zapando en tus venas, alguna bebida espirituosa post show habrás ingerido, no?

Roberto Monsalvo dijo...

Groso!

krivco a dijo...

Cuanta envidia. Y pindonga que es de la sana.

Muy bueno Martín. Un abrazo grande che.

A.

Oma Etoy dijo...

I would have loved to have been there watching the show, but luckily I lived it through your blog once again. I love the power that you got to make all your readers love the same things that you love. I'm sure the same passion you put into your life. I admire you greatly.

Anónimo dijo...

TREMENDO, LOCO

Quim Q dijo...

Tengo todos los conciertos de este año, fantásticos, pero me has puesto los dientes largos.